
El trabajo nos mata. No es que no nos guste trabajar, es que trabajar nos mata poco a poco, a parte de que no nos gusta. ¿O a ti te gusta estar media vida pendiente de aguantar a tu jefe, realizar tareas absurdas para un jefe cabronazo, sufrir estrés por las presiones de la organización empresarial y renunciar a tu ocio, tu vida, tu familia para poder hacerte con un jornal (jornal es “salario” o sueldo, hijo mío) con el que ganarte el pan, la hipoteca y la cuenta de tu plataforma de streaming favorita (sobre esto ya hablaremos, que tiene su miga)? No, a nadie le gusta ni el trabajo ni todo lo que lo acompaña.
Y si alguien te dice que disfruta con su trabajo, sinceramente, o miente o es un jefe cabrón que disfruta dando rienda suelta a su sadismo con sus subordinados. O es un ser totalmente asimilado por el sistema con escasas capacidades humanas desarrolladas.
El trabajo, como concepto, es una servidumbre, se basa en la sumisión a una estructura jerárquica que llamamos empresa. Es una forma de esclavismo temporal y pagado por el comprador, que se parece más, al algodonero de Luisiana del siglo XIX o al “señorito andaluz” de los Santos Inocentes que al “emprendedor hecho a sí mismo” (normalmente con dinero de papá, fijaros un poco en el perfil de estos paniaguados) que día sí y día también los llamados medios de comunicación nos venden en sus publirreportajes disfrazados de noticias serias.
El trabajo, además, es la base del capitalismo, neoliberalismo o como coño quieras llamar a este sistema social en el que todos andamos metidos. Con diferentes capas, al final la base de toda nuestra sociedad es la misma: la explotación de unos por los otros. Y eso no es reformable, ni mejorable. El trabajo se debe abolir.
El trabajo nos deshumaniza, nos mata y nos atonta. Para superar todo el dolor que nos produce las largas jornadas de trabajo (8 horas según la ley, pero luego ya veremos) nos abocan a recurrir a ocio evasivo, alcohol, televisión, juego, religión…para aguantar en la rueda y olvidarnos durante unas horas la existencia vacía y sin sentido que llamamos vida laboral.
Si se puede reducir la jornada laboral, vamos a por ello, aunque ahora haya empresas que consideran que 8 diarias no son suficientes y abogan, aunque ya las han impuesto en la práctica, por legalizar 10-12 y hasta 16 horas diarias y disponibilidad en fines de semana y festivos. “Jornada Flexible” lo llaman, currito muerto es lo que hacen. Pero no nos podemos olvidar de que el trabajo, por mucho que mejore sus condiciones es una servidumbre y, nosotros, como buenos anarquistas rancios pedimos acabar con todas las servidumbres y, por tanto, con el trabajo.
En el 1 de Mayo por la abolición del trabajo. Que trabajen los ricos.
Fuente: Apoyomutuo.org