March 1, 2021
De parte de El Libertario
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Alexander Berkman (1870-1936)
 
* A.B., anarquista ruso-estadounidense, fue testigo y participante de la lucha anarquista en la Revolución Rusa entre 1917 y años subsiguientes.

El movimiento de Kronstadt fue espontáneo, sin preparativos preliminares y pacífico. Si se transformó en un conflic-to armado de fin trágico y sangriento, fue únicamente gracias al despotismo de la dictadura comunista.  Dándose  bien  cuenta  del  carácter  general  de  los  bolcheviques,  Kronstadt,  no  obstante,  creía  en  la  posibilidad de una solución amistosa. Creía que el gobierno comunista entraría en razón; le prestaba un cierto espíritu de justi-cia y de libertad.

La  experiencia  de  Kronstadt  prueba  una  vez  más que Gobierno  o  Estado  -cualesquiera  que  sea  su  nombre  yforma- es siempre el enemigo mortal de la libertad y de la independencia del pueblo. El  Estado  no  tiene  ni  alma  ni  principios.  No  tiene  más que un objetivo: asegurarse el poder y conservarlo a todo precio. Esta es la lección política de Kronstadt.

Otra  lección,  una  lección  estratégica,  nos  ha  sido  dada por esta rebelión. El  éxito  de  una  revuelta  depende  de  su  determinación, de  su  energía  y  de  su  fuerza  agresiva.  Los  insurrectos tienen siempre la simpatía de las masas. Esta simpatía se acelera  con  la  ola  creciente  de  la  insurrección.  El  apaciguamiento no debe permitirse jamás; no debe nunca debilitarse por una vuelta a la monotonía normal.

Por otro lado, toda revolución tiene en contra el aparato omnipotente  del  Estado.  El  gobierno  puede  concentrar fácilmente en sus manos las fuentes de aprovisionamiento y los medios de comunicación. No hay que permitir al gobierno que haga uso de sus poderes. La rebelión debe ser vigorosa,  sus  golpes  deben  ser  dirigidos  de  improviso  y resueltamente. No debe quedar localizada; ello significaría un  estancamiento.  Debe  propagarse  y  desarrollarse. Una rebelión que queda localizada, que emplea la política de la espera o que se coloca a la defensiva, está inevitablemente condenada a la derrota. Sobre  todo,  en  esto  Kronstadt  repitió  los  errores  estratégicos  fatales  de  los  comuneros  de  París.  Estos  últimos  no  quisieron  seguir  la  opinión  de  los  que  proponían un  ataque  inmediato  a  Versalles,  cuando  el  gobierno  de Thiers estaba desorganizado. No extendieron la revolución a  todo  el  país.  Ni  los  obreros  de  París,  en  1871,  ni  los marineros  de  Kronstadt,  tenían  por  objeto  la  abolición  del gobierno. Los comuneros no querían, en suma, más que ciertas  libertades  republicanas,  y  cuando  el  gobierno  intentó desarmarlos expulsaron a los ministros de Thiers de París, establecieron sus libertades se prepararon a defenderlas y nada más. Kronstadt exigió sólo elecciones libres a los Soviets. Habiendo arrestado a varios comunistas, los marineros  se  dispusieron  a  defenderse  contra  el  ataque. Kronstadt  rehusó  seguir  la  opinión  de  los  peritos  militares de apoderarse inmediatamente de Oranienbaum. Este fuerte  era  de  la  mayor  importancia  militar  y  tenía  además 50.000  puds [8]  de  harina  perteneciente  a  Kronstadt.  La  toma de Oranienbaum era fácil, dado que los bolcheviques, sorprendidos,  no  tenían  tiempo  de  enviar  refuerzos.  Pero los  marinos  rehusaron  tomar  la  ofensiva;  así  se  perdió  el momento  psicológico.  Algunos  días  después,  cuando  las declaraciones  y  los actos del gobierno  bolchevique debieron  convencer  a  Kronstadt  de  que  era  arrastrada  a  una lucha  a  vida  o  muerte,  era  demasiado  tarde  para  corregir el  error [9].  Lo mismo  pasó en 1871.  Cuando la lógica de  la lucha  a  que  fueron  llevados  demostró  a  los  comuneros la  necesidad  de  abolir  el  régimen  de  Thiers,  no  sólo  en París sino en toda la extensión del país, era ya demasiado tarde.  En  París,  como  en  Kronstadt,  la  tendencia  hacia  la táctica pasiva y defensiva fue fatal.

Kronstadt  cayó.  El  movimiento  de  Kronstadt  por los Soviets  libres  fue  ahogado  en  sangre,  en  el  mismo  momento  que  el  gobierno  bolchevique  hacía  concesiones  a los capitalistas europeos, firmaba la paz de Riga, gracias a la cual una población de doce millones fue arrojada a merced  de  Polonia  y  ayudaba  al  imperialismo  turco  a  estran-gular las repúblicas del Cáucaso.

Pero  el  «triunfo»  de  los  bolcheviques  en  Kronstadt  lle-vaba  en  sus  entrañas  la  derrota  del  bolcheviquismo.  Ex-puso el carácter verdadero de la dictadura comunista. Los comunistas mostraron que estaban dispuestos a sacrificar el  comunismo, a sellar cualquier  compromiso  con el capi-talismo internacional; y por tanto rehusaron las justas peti-ciones  de  su  propio  pueblo,  peticiones  que  repetían  las consignas  de  1917,  lanzadas  por  los  bolcheviques  mis-mos: Soviets elegidos por el voto directo y secreto, según la constitución de la R. S. F. S. R.; y la libertad de palabra y de prensa para los partidos revolucionarios.

El  segundo  congreso  panruso  del partido comunista se reunía  en  Moscú  en  el  momento  de la rebelión de  Kronstadt.  En  ese  congreso,  toda  la  política  económica bolchevique  cambió  de  color  debido  a  los  acontecimientos de Kronstadt y a la actitud amenazante de las masas trabajadoras  de  las  distintas  partes  de  Rusia  y  de  Siberia.  Los bolcheviques  han  preferido  liquidar  su  política  fundamental,  abolir  la  requisa  obligatoria,  introducir  la  libertad  de comercio,  hacer  concesiones  a  los  capitalistas  y  deshacerse  del  comunismo  -del  comunismo  por  el  cual  fue proclamada la revolución de noviembre, por el cual se derramaron mares de sangre y por el cual fue llevada Rusia a la ruina y a la desesperación- antes que permitir la elección de los Soviets libres.     

¿Hay alguno, en la hora actual, que pueda dudar de las intenciones  reales  de  los  bolcheviques?  ¿Han perseguido el ideal comunista o el ideal estatista?

Kronstadt es de una gran importancia histórica. Tocó la campana fúnebre  del bolcheviquismo con su dictadura de partido, su centralización insensata, su terrorismo chequista y sus castas burocráticas. Desencantó al mismo tiempo a  los  espíritus  inteligentes  y  honrados  de  Europa  y  de América,  y  los  obligó  a  examinar  las  teorías  y  los hechos bolcheviques.  Deshizo  el  mito  bolchevique  del  Estado comunista «como gobierno de los obreros y campesinos». Demostró que la dictadura del partido comunista y la revolución rusa eran dos fenómenos opuestos, contradictorios, que se excluían recíprocamente. Demostró que el régimen bolchevique  es  una  tiranía  y  una  reacción  implacables,  y que  el  Estado  comunista  es  la  contrarrevolución  más  poderosa y peligrosa.

Kronstadt  cayó.  Pero  cayó  victorioso  en  su  idealismo  y su fuerza moral, en su generosidad y su humanidad superiores.  Kronstadt  estaba  orgulloso.  Estaba  orgulloso  con razón de no haber derramado la sangre de sus enemigos, los comunistas que se encontraban en su seno. Los marinos ineducados e incultos, toscos en sus modales y en su lenguaje,  eran  demasiado  nobles  para  seguir  el  ejemplo bolchevique  de  la  venganza:  no  fusilaron  ni  a  los  odiosos comisarios.  Kronstadt  encarna  el  espíritu  generoso y  clemente  del  alma  eslava  y  del  movimiento  emancipador secular de Rusia.

Kronstadt fue la primera tentativa popular y enteramente independiente  para  libertarse  del  yugo  del  socialismo  de Estado,  una  tentativa  hecha  directamente  por  el  pueblo, por los obreros, soldados y marinos mismos. Era el primer paso  hacia  la  tercera  revolución,  que  es  inevitable  y  que, así lo esperamos, llevará a la desdichada Rusia la libertad permanente y la paz.

Notas:

[8] El pud es igual a 16’4 kilos.

[9] La negativa a apoderarse de Oranienbaum dió al gobierno la posibilidad de reforzar la fortaleza con sus regimientos fieles, de eliminar las partes «infectadas» de la guarni-ción y de fusilar a los jefes de la escuadra aérea que iban justamente a unirse a los  rebeldes de Kronstadt. Más tarde,  los  bolcheviques  hicieron uso de la fortaleza  como de un punto ventajoso de ataque contra Kronstadt. Entre los fusilados en Oranienbaum se enconiraban: Kolosov,  jefe  de  la  división  de  los  aviadores  de  la  flota  roja  y presidente  del  Comité  revolucionario  provisional  que  acababa  de  organizarse  en  Oranienbaum;  Balabanov,  secretario de ese Comité; Romanov, Vladimirov, etc.

[Sección final del texto “Kronstadt”, Incluido en el folleto La insurrección de Kronstadt, Barcelona, varios editores, marzo 2001. Accesible en versión completa en https://sindominio.net/etcetera/files/insurreccion_kronstad.pdf.]

 

 




Fuente: Periodicoellibertario.blogspot.com