POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL
Seg煤n relata en un reportaje Salem Mohamed, en “El Confidencial Saharaui”, la anexi贸n del S谩hara Occidental por Marruecos se produjo a trav茅s de un violento acto de fuerza, que termin贸 desembocando en una guerra abierta entre el Frente Polisario saharaui y Marruecos. La ayuda brindada a este 煤ltimo pa铆s por parte de los Estados Unidos, Francia, Espa帽a y Arabia Saud铆 constituy贸 el factor determinante en el desenlace final que hoy conocemos.
De acuerdo con el reportaje de Salem Mohamed, de la documentaci贸n desclasificada por los Estados Unidos puede deducirse claramente que el monarca espa帽ol, seriamente amenazado por la Marcha Verde marroqu铆, intercambi贸 con Hassan II los territorios saharauis colonizados por Espa帽a, a cambio de lograr la consolidaci贸n de la Monarqu铆a borb贸nica a trav茅s del apoyo de la Administraci贸n estadounidense de entonces.
En efecto, el 16 de octubre de 1975 la organizaci贸n y movilizaci贸n de la llamada “Marcha Verde” fue anunciada por Hassan II con un gran despliegue de medios, mientras que, simult谩neamente, se estaba produciendo la decisi贸n del Tribunal Internacional de Justicia de las Naciones Unidas, por la que eran rechazadas las pretensiones marroqu铆es sobre el territorio de la colonia espa帽ola del Sahara Occidental.
Tambi茅n por aquellos d铆as el desp贸tico monarca alauita Hassan II hab铆a manifestado, sin ruborizarse, que su pa铆s:
”ten铆a que iniciar una marcha verde desde el Norte de Marruecos hacia el Sur y del Este al Oeste. Tenemos, querido pueblo, que levantarnos como un solo hombre, con orden y organizaci贸n para dirigirnos al Sahara y encontrarnos con nuestros hermanos all铆.
El 21 de octubre de 1975, el pr铆ncipe Juan Carlos de Borb贸n, heredero del dictador Francisco Franco, se neg贸 a aceptar la Jefatura del Estado espa帽ol con car谩cter interino. Su voluntad era disponer de plenos poderes para poder actuar con manos libres en el S谩hara Occidental.
El 31 de octubre el entonces “Pr铆ncipe de Espa帽a” asumi贸 oficialmente la Jefatura del Estado, y ese mismo d铆a convoc贸 un Consejo de Ministros, y seg煤n reporta Salem Mohamed, “se puso manos a la obra”.
A partir de entonces, los contactos que el nuevo Jefe de Estado espa帽ol comenz贸 a mantener con su hom贸logo el monarca marroqu铆, se agilizaron r谩pidamente, convirti茅ndose a partir de entonces en permanentes. Hasta ese momento, la ausencia de un liderazgo pol铆tico claro en el seno del Gobierno espa帽ol, hab铆a provocado que este se condujera de manera vacilante y desconcertada ante la multiplicaci贸n de las presiones y maniobras procedentes de Rabat.
Cuando el 31 de octubre de 1975 se celebra un Consejo de Ministros en la Zarzuela, el S谩hara se convierte en el monotema del c贸nclave gubernamental. En el curso del mismo, Juan Carlos manifiesta a sus ministros “su f茅rrea determinaci贸n de ponerse al frente de la situaci贸n”. Sin embargo, de manera sibilina omiti贸 informar a sus ministros, que en esos momentos ya hab铆a enviado a su nombre de confianza, – Manuel Prado y Col贸n de Carvajal– a Washington para solicitar la ayuda y protecci贸n urgente del Secretario de Estado Henry Kissinger.
A qui茅n Franco hab铆a escogido para ocupar el trono de Espa帽a, albergaba el fundado temor de que una guerra colonial con Marruecos en aquellos momentos tan cr铆ticos por los que estaba atravesando la dictadura franquista, podr铆an resultar devastadores para su continuidad como heredero del dictador. Sus rodillas temblaban ante la posibilidad de que en Espa帽a se pudieran reproducir acontecimientos similares a los que tan s贸lo hacia un a帽o hab铆an tenido lugar en Portugal, con derrocamiento de la dictadura salazarista por la Revoluci贸n de los Claveles del 25 de abril.
Ni que decir tiene, que el Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, acept贸 ipso facto el desempe帽o del papel que Juan Carlos le suplicaba angustiado que ejerc铆era. En el curso de las horas siguientes, Juan Carlos se comprometi贸 ante Henry Kissinger a entregar a la Monarqu铆a marroqu铆, el territorio de lo que hasta entonces hab铆a sido la colonia espa帽ola del S谩hara occidental.
A cambio, los Estados Unidos prometen prestar todo el apoyo pol铆tico que se le requiera para el mantenimiento y consolidaci贸n de la Monarqu铆a de los Borbones, encabezada en este caso por el titular previamente designado por Franco.
Tan s贸lo un par de d铆as despu茅s de tener lugar esta concatenaci贸n de acontecimientos, el 2 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borb贸n visita en un “viaje sorpresa” a las tropas espa帽olas ubicadas en El Aai煤n. Aunque simult谩neamente en esos momentos Juan Carlos ya est谩 urdiendo, con la ayuda de Kissinger, los Pactos de entrega con el rey marroqu铆 Hassan II, no tiene el m谩s m铆nimo rubor en simular ante las tropas espa帽olas destacadas en el S谩hara que est谩 dispuesto a resistir cualquier ataque marroqu铆. Con un cinismo que luego ser铆a una impronta suya a lo largo de toda su trayectoria hist贸rica como persona y como monarca, Juan Carlos areng贸 a los oficiales espa帽oles con “encendidas” frases marciales como estas:
“Espa帽a no dar谩 un paso atr谩s. Cumplir谩 con todos sus compromisos. Respetar谩 el derecho de los saharauis a ser libres鈥 No dud茅is que vuestro comandante en jefe estar谩 aqu铆, con todos vosotros, en cuanto suene el primer disparo鈥.
Tan s贸lo cuatro d铆as despu茅s, el 6 de noviembre de 1975, la denominada “Marcha Verde” es puesta en marcha y procede a invadir la antigua provincia norafricana espa帽ola. Esta invasi贸n militar por parte de Marruecos no fue m谩s que la materializaci贸n efectiva del acuerdo secreto y tripartito entre Kissinger, como maestro de ceremonias, Hassan II y Juan Carlos de Borb贸n, que con esta 煤ltima hist贸rica traici贸n no hac铆a m谩s que confirmar la felon铆a gen茅ticamente heredada de sus antecesores din谩sticos.
Quien tan s贸lo unas horas antes expresara con tono de tono de arenga militar a jefes y oficiales del Ej茅rcito espa帽ol que “vuestro comandante en jefe estar谩 aqu铆 en cuanto suene el primer disparo鈥, no dud贸 un solo segundo en ordenar con toda rapidez la desactivaci贸n urgente de los campos de minas de la frontera, as铆 como la retirada de las fuerzas legionarias que hab铆an permanecido en estado de alerta hasta ese preciso instante.
Por si este gesto traicionero del monarca fuera insuficiente, Juan Carlos se permiti贸, adem谩s, enviar al ministro de la Presidencia para que girara una “visita de cortes铆a” a los campamentos marroqu铆es levantados con motivo de la “Marcha Verde”.
Las Naciones Unidas, inc贸modamente desconcertadas e ignorando qu茅 era lo que realmente estaba sucediendo, inst贸 a Hassan II a retirar la “Marcha Verde” y plegarse a la legalidad internacional.
Mientras, el Ejecutivo espa帽ol, ahora dirigido por quien sobre todas las cosas deseaba ser entronizado como rey, mira hacia otro lado porque ya tiene bastante con intentar salvar la Corona por encima de cualquier otra consideraci贸n 茅tica.
El 9 de noviembre de 1975, Hassan II declara alcanzados todos sus objetivos en el Sahara occidental, y expresa su deseo de iniciar la apertura de conversaciones con Madrid, procediendo a retirar los campamentos de la “Marcha Verde” a Tarfaya.
Al pueblo saharaui, traicionado por el gobierno del pa铆s que se proclamaba como su “madre patria”, no le quedaba ya otra alternativa que escoger la v铆a de la lucha armada. No se trataba de una alternativa deseada. Fue, ni m谩s ni menos, que una ineludible exigencia impuesta por una traici贸n cuyo patrocinador fue el monarca espa帽ol.
El 12 de noviembre de 1975, se inicia la Conferencia de Madrid entre Espa帽a, Marruecos y Mauritania, realmente teledirigida por los EE.UU en la trastienda.
El 14 de noviembre de 1975 se produce la famosa Declaraci贸n de Madrid sobre el Sahara. En su virtud se entrega a Marruecos toda la parte norte de la antigua provincia espa帽ola:
200.000 Kms cuadrados de gran importancia geoestrat茅gica, muy ricos en toda clase de minerales, gas y petr贸leo (descubierto por petrol铆feras norteamericanas y en reserva estrat茅gica).
A Mauritania, que abandonar谩 r谩pidamente el territorio en beneficio de su poderoso vecino del norte, le fueron transferidos 70.000 Kms cuadrados del sur, los m谩s pobres e improductivos del Sahara Occidental.
Gracias al silencio del aparato medi谩tico espa帽ol, que continuar谩 despu茅s durante d茅cadas “depurando” la informaci贸n en Espa帽a, hace posible que la sociedad espa帽ola traduzca de manera confusa todo lo que en el S谩hara hab铆a sucedido.
Mientras, el Ejecutivo espa帽ol, presidido por Arias Navarro, con un Franco moribundo, se limit贸 a ejercer su papel de “convidado de piedra” en el desarrollo de aquellos bochornosos acontecimientos saharianos, que no pocos no han dudado a la hora de calificarlos como la mayor verg眉enza pol铆tica y militar de toda la historia de Espa帽a.
Sin embargo, la deslealtad de Juan Carlos de Borb贸n, hoy disfrutando de un dorado “exilio”, no se inici贸 ni mucho menos con la traici贸n al pueblo saharaui. Que nos conste testimonialmente sus deslealtades se remontan a bastante tiempo antes, cuando arrastr谩ndose miserablemente a los pies del “caudillo”, no dud贸 en traicionar a su propio padre, contribuyendo a que 茅ste fuera apartado de la herencia din谩stica que formalmente le correspond铆a, suplant谩ndolo como rey de Espa帽a. Tampoco mostr贸 tener muchos escr煤pulos a la hora de traicionar a los propios principios pol铆ticos de la dictadura, que se hab铆a servido jurar. Y no lo hizo por “lealtad rec贸ndita” ning煤n tipo de principios democr谩ticos en los que nunca crey贸. De hecho, manifest贸 siempre una contumaz negativa a prestar juramento de lealtad a los principios de la democracia.
Posteriormente, por los datos fragmentarios que se poseen de la intrahistoria de estas 煤ltimas cuatro d茅cadas de su Monarqu铆a corrupta, fue incapaz de ser leal incluso con aquellos con los que m谩s proximidad ten铆a. Ha traicionado a todo y a todos. Y lo ha hecho de una forma tan burda, que por una acci贸n refleja de los acontecimientos de los que ha sido protagonista, estos lo han arrastrado a traicionarse a s铆 mismo.
Un hombre tan miserable como este no solo merece la condena inapelable de la Historia, sino tambi茅n la de los tribunales de justicia. Y a ser posible, en vida. Nos va en ello nuestra dignidad como pueblo.
Fuente: Canarias-semanal.org