October 19, 2020
De parte de Paco Salud
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AIDA
LAFUENTE:
MAÑANA
EN
LA
BATALLA
PIENSA
EN

Nació
en
León,
en
una
familia
comunista
que
se
mudó
a
Asturies
cuando
ella
era
aún
una
niña.
Tenía
19
años
en
aquel
mes
de
octubre
de
1934
en
el
que
miles
de
obreros
de
Xixón
y
de
las
cuencas
mineras
del
Caudal
y
del
Nalón
se
levantaron
con
armas,
puños
y
dientes
contra
el
Gobierno.
Solo
en
esta
tierra
llegó
a
rozar
los
cielos
aquella
insurrección,
con
la
inusual
alianza
entre
socialistas,
anarquistas
y
comunistas.

Frente
al
avance
de
las
tropas
militares
que
atravesaban
las
montañas
asturleonesas
y
el
cañoneo
que
lanzaba
desde
la
costa
cantábrica
el
crucero
‘Almirante
Cervera’,
parecía
que
había
todo
lo
necesario
para
asaltar
la
Historia
a
golpe
de
metralla
y
de
barreno:
unidad
de
acción,
dinamita
minera
a
mansalva
y
el
coraje
de
personas
como
Aida,
dispuestas
a
reventar
a
tiros
tantas
décadas
y
siglos
de
miseria
obrera.
El
Gobierno
encomendó
la
represión
en
Asturies
a
tropas
comandadas,
entre
otros,
por
un
par
de
criminales
de
guerra
“en
prácticas”:
el
general
Francisco
Franco
y
el
aún
teniente
coronel
Juan
Yagüe
(fue
general
más
tarde,
cuando
ordenó
el
asesinato
de
miles
de
prisioneros
civiles
en
el
Badajoz
de
los
primeros
meses
de
la
guerra).

Aida
se
ofreció
como
enlace
del
Comité
Revolucionario
desde
el
inicio.
Murió
en
tierra
de
barricadas.
Una
versión
cuenta
que
la
capturaron
con
vida
y
la
fusilaron.
Otra
dice
que
acompasó
su
último
aliento
a
la
última
bala
de
la
ametralladora
que
estaba
defendiendo
en
las
inmediaciones
de
la
iglesia
ovetense
de
San
Pedro,
flanqueada
por
dos
compañeros,
para
mantener
a
raya
a
los
legionarios
mientras
se
retiraban
otros
revolucionarios.

Su
cadáver
fue
a
parar
a
una
fosa
común.
Su
figura
empezó
a
ser
reivindicada
dos
años
después:
Aida
Lafuente
fue
el
nombre
que
adoptó
el
primer
batallón
republicano
asturiano,
que
durante
un
año
terrible
frenó
el
avance
de
las
tropas
franquistas.
Aquella
Asturies
de
1934
y
esa
otra
que
acabó
siendo
el
último
bastión
republicano
del
Cantábrico
inspiraron
los
versos
del
poeta
andaluz
Pedro
Garfias
que
musicó
Víctor
Manuel:
«Sola
en
mitad
de
la
tierra,
hija
de
su
misma
madre».

La
figura
de
Aida
fue
recuperada
tras
la
muerte
del
dictador.
Nuberu
le
compuso
una
canción
que
se
coreaba
y
se
sigue
coreando
puño
en
alto
en
los
conciertos,
Nacho
Vegas
le
dedicó
recientemente
otro
tema.
En
Asturies,
Aida
fue
y
sigue
siendo
una
de
las
nuestras.
Queda
pendiente
lo
que
aún
no
se
cantó,
ni
se
contó,
ni
se
escribió
sobre
ella.
Merece
una
novela…
o
un
guión
de
cine.
Si
alguien
se
pregunta
por
qué
aquella
moza
con
una
sonrisa
llena
de
vida
se
lo
jugó
todo
a
la
última
bala
de
una
batalla
que
ya
estaba
perdida,
debería
buscar
la
respuesta
en
el
‘Ricardo
III’
de
Shakespeare
(aunque
el
autor
le
diera
un
sentido
muy
distinto
a
la
frase):
«Mañana
en
la
batalla
piensa
en
mí».
Quizás
pensó
en
eso
Aida,
en
que
habría
un
mañana
en
el
que
otra
gente
pensaría
en
ella
como
ejemplo
para
librar
nuestras
pequeñas
y
humildes
y
silenciosas
batallas
con
las
que
defendemos,
día
a
día,
derechos,
libertades
y
sueños
por
los
que
gente
como
ella
ofreció
su
cuerpo
y
sus
ideales
como
barricada.

Un
13
de
octubre
murió
Aida
de
la
Fuente
Penaos,
Aida
Lafuente
(1915-1934).

Paco
Alvarez




Fuente: Pacosalud.blogspot.com