Concentración de apoyo a las acusadas, en noviembre de 2021. REUTERS / LOUIZA VRADI
ATENAS (GRECIA) // “El mayor caso de criminalización de la solidaridad en Europa”, ha definido este caso el Parlamento Europeo. Este martes comienza en Lesbos el juicio contra Sarah Mardini, Seán Binder y una veintena de personas más. Desde organizaciones como Human Rigths Watch (HRW) o Amnistía internacional (AI) se ha pedido la absolución de los cargos y se ha calificado el juicio como una farsa.
Una de las acusadas, Sarah Mardini, es una chica que en 2015 llegó como refugiada a Lesbos, junto con su hermana Yusra, huyendo de la guerra de Siria. Mientras cruzaban el Mediterráneo, su embarcación empezó a hundirse; y ellas, nadadoras profesionales, se tiraron al mar para arrastrar la patera hasta la costa. Una vez en Alemania, Yusra volvió a entrenar y nadó en el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados de los JJOO de Río 2016; Sarah volvió a Lesbos para trabajar en el ámbito de la ayuda humanitaria. Su historia ha sido recreada en la película Las nadadoras, dirigida por Sally El Hosaini.
En 2018 –y mientras gobernaba Syriza–, Sarah Mardini y Seán Binder, un compañero de la ONG en la que trabajaban, Emergency Response Centre International (ERCI), fueron detenidos y pasaron 106 días en prisión, hasta salir bajo fianza. En el juicio de este martes se les acusa de tráfico de personas, fraude, pertenencia a organización criminal y blanqueo de dinero. La fiscalía les pide 20 años de cárcel.
«Todo este procedimiento es absurdo, de lo único de lo que son responsables es de ayudar a personas que se ahogaban en el mar”, explica Carlos de las Heras, de AI España. En esa absurdidad que destaca De las Heras, es importante mencionar que en un informe del Parlamento Europeo se destaca que “los cargos penales contra ERCI como organización y sus voluntarios han sido considerados infundados”.
También HRW ha asegurado que el proceso “está plagado de fallas procesales que socavan el derecho a un proceso justo (…) Los cargos se basan en un informe de la policía griega que contiene flagrantes errores de hecho, incluidas afirmaciones de que algunos de los acusados participaron en misiones de rescate en varias fechas cuando no estaban en Grecia. El informe también cita comunicaciones entre trabajadores humanitarios que la policía vigiló en fechas fuera del marco de tiempo de su orden judicial”.
Un juicio que es una advertencia
Este juicio es una clara advertencia tanto para las organizaciones humanitarias que operan en Grecia como para las personas migrantes que quieren llegar hasta aquí. También es una práctica que podría extenderse a otras fronteras europeas, como en Italia o España.
“Con el procesamiento de Sean, Sara y los demás, y la amenaza de criminalización en contra de cualquiera que intervenga para proporcionar asistencia humanitaria, las operaciones de búsqueda y rescate en el Egeo prácticamente han cesado. Las operaciones se han detenido justo cuando las prácticas violentas de Grecia contra los migrantes en sus fronteras han aumentado; y no es casualidad”, sostiene la abogada Lorraine Lette, coordinadora del Centro Legal de Lesbos, una organización que, desde 2016, da asistencia legal gratuita a los y las migrantes que llegan por la vía marítima a Lesbos.
Fortaleza Europa
Y mientras la isla griega se consolida como banco de pruebas de las políticas antiinmigración, y a pesar de la definición del caso por parte del Parlamento Europeo, en la UE se construyen las bases de una Europa fortaleza.
Solo hace falta fijarse en las cifras destinadas a ‘controlar’ las fronteras: en noviembre de 2021, la UE anunció que destinaría, hasta 2027, 12.800 millones de euros para aumentar la capacidad de Frontex, una cifra muy superior a los 2.800 millones de euros que se destinaron para la misma tarea durante el periodo 2014-2020. Una Europa cada vez más fortaleza; cada vez menos solidaria.
Fuente: Lamarea.com