Juan Carlos Rois
Tortuga.
Informa la ministra de defensa en su tradicional comparecencia en el parlamento que España ha gastado en intervenciones militares en el exterior durante 2020 nada más que 758 millones de euros.
Lo primero que sorprende es la cifra. Y sorprende, una vez más, porque no concuerda con otras informaciones anteriores de la misma.
La ministra proporcionó, según las noticias divulgadas en los medios oficiales del ministerio, un informe detallado a los diputados, informe que, lamentablemente, no aparece publicado en la página del Congreso, ni en ninguno de los otros sitios donde frecuentemente cuelgan este tipo de documentos. De modo que sólo podemos basarnos en la información, sesgada y a cuentagotas, que ofrecen al público en general.
Una información muy sospechosa.
Veamos: en su comparecencia anterior ante el Congreso en junio de 2020 (con medio año ejecutado de presupuesto), la ministra afirmó que en 2019 se habían gastado 996 millones (cifra que tampoco coincidía con las facilitadas en otras ocasiones por el ministerio) y que en 2020 la cifra final rondaría los 1.180 millones de euros (puede verse en noticias de aquellas fechas en infodefensa, o el Imparcial, por citar dos fuentes habituales y muy militantes en favor del Ministerio de Defensa, pero también se hicieron eco de esta noticia en la prensa generalista y amarillista en general).
Una diferencia por encima de 300 millones que, afirman, han gastado de menos, cuando resulta que las operaciones realizadas se han incrementado en una y el número de efectivos implicados en ellas tampoco ha disminuido, sino que ha aumentado en 368 individuos.
Hay más militares en operaciones de injerencia militar que el año anterior, pero, dicen, el decrecimiento del presupuesto aplicado a estas operaciones se debe a la bajada de soldados españoles en Irak y Afganistán (no hablan de la subida de estos en Mali o en las operaciones del Báltico, ni en los otros escenarios).
La sorpresa se convierte en sospecha.
Pero si contemplamos el cuadro de gasto proporcionado por el Ministerio, ¿podremos pasar de la sospecha a la verdad? Puede que sí.
Veamos. Según la información que aparece repetida en los medios, la ministra ofreció la siguiente distribución del gasto en injerencia militar 2020:
1) La primera impresión es que de 17 operaciones que mantiene España en la actualidad según la página corporativa del Ministerio de Defensa (18 según otra fuente de la misma página corporativa, porque no acaban de ponerse de acuerdo con ellos mismos) aquí se habla de 15, probablemente porque para abreviar, la ministra ha debido incluir varias operaciones en nombres genéricos, como «operaciones OTAN» o «seguridad cooperativa» y se ha olvidado de mencionar la de Colombia. Pero un olvido lo tiene cualquiera.
2) La segunda matización a los datos (maquillados) que ha ofrecido la ministra nos la encontramos en la nota de prensa difundida por la agencia Efe, conforme a la cual, fuentes del propio ministerio precisan que los gastos citados por la ministra se refieren a las tropas desplegadas, pero que a ellos hay que sumar «otros gastos» de unidades preparadas por si se necesitan, lo que hará que la cifra final suba. ¿Otros gastos? ¿Qué otros gastos?
¿Les suena la excusa? Es lo de siempre.
3) La tercera observación es que, si sumamos las cifras anteriormente desglosadas no salen 758 millones de euros, sino 1.036 millonazos de eurazos, más o menos lo que se preveía.
¿A qué se debe esto? ¿Tal vez la ministra ha lanzado datos a chorro, y algunos los han repetido sin filtro?¿O tal vez no? No lo sabemos, porque la nota de prensa dice lo que dice y, como se ha indicado, no hay ningún material publicado que aclare el entuerto.
Pero sigamos con las explicaciones.
La pandemia, señala la ministra, ha reducido también las actividades realizadas. ¿creíble? No mucho, porque, si han paralizado por la pandemia las actividades, ¿por qué se han desplegado más militares? Es como si nos dice que ha bajado la gasolina, que ha habido un eclipse o que en Madrid van a hacer elecciones por capricho del azar.
Dejemos este constante baile de cifras del gasto militar español y centrémonos en otros aspectos que la información ofrecida nos permite analizar.
Distribución de la injerencia militar española.
Si tenemos en cuenta los datos tal como nos los han dado, la distribución de este pastizal es como se refleja en el gráfico siguiente:
En primer lugar, nos habla del amplio despliegue militar español. Por toda la frontera marítima y terrestre de Europa, por el oriente medio y el Sahel, algo que coincide con la doctrina de fronteras de seguridad avanzada de la que hemos hablado más de una vez y que sitúa nuestra «frontera militar avanzada» en lugares recónditos donde no se nos ha perdido nada y menos desde el punto de vista militar.
En segundo lugar, desvela los intereses militares en términos de esfuerzo económico y por tanto las principales zonas de interés de nuestro militarismo:
Mediterráneo y Atlántico, incluyendo en este apartado principalmente el control de fronteras y el tráfico marítimo (que al parecer es otro interés militar): 456,9 millones de euros gastados para su vigilancia.
– Oriente medio, incluyendo las invasiones de Afganistán e Irak en las que participamos y Líbano y Turquía: 245,3 millones de euros.
El Sahel, desde Mauritania y el Golfo de guinea hasta el mar Rojo y Somalia: 22,28 millones de euros.
La frontera con Rusia 122,02 millones de euros.
Ahora podríamos cruzar varios mapas de intereses más como, por ejemplo, el de regiones mundiales a las que hemos vendido más armas, pongamos por caso, para comprobar la extraña coincidencia de rutas «comerciales» de nuestro armamentismo y presencia de tropas españolas, o la de nuestra cooperación internacional, por ejemplo, para ver la asimetría entre intervencionismo militar y desarrollo, o la de cooperación militar comparada con la cooperación militar, y así un largo e incómodo etcétera.
Intervencionismo militar en comparación a la ayuda al desarrollo
Pongamos, por último, en relación el gasto en injerencia militar, sean los 758 millones que dice la ministra o los 1.036,55 que suman las cifras que ofrecen los medios de comunicación del que parece que fue su desglose del gasto, con lo que España aprobó de cooperación para 2021, año que no elegimos al azar, sino porque en estos presupuestos se supone que el gasto en ayuda al desarrollo ha sufrido notables incrementos respecto a la cicatería de ejercicios anteriores.
Pues bien, la AECID tendrá asignados 384 millones de euros. Si lo prefieren, por cada euro gastado en cooperación al desarrollo por parte de AECID nos gastamos al menos 1,97 euros (si nos creemos la primera cifra arrojada por la ministra) ó 2,69 euros si acudimos a la que sale sumando las partidas que ofrece en injerencia militar.
Por su parte la Secretaría de Estado de cooperación tiene asignado un presupuesto de 293 millones de euros, 1 euro por cada 2,5 (ó 3,52 ) euros de los que supone nuestro gasto en tropas militares en el exterior.
Tampoco sale mejor parado el Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE), que encima destina parte de sus fondos con carácter reembolsable, en la ecuación, con un euro por cada 3,79 gastados en operaciones en el exterior (5,17 en otro caso).
Ya lo ven: lo que damos con una mano lo arrasamos con la otra, que aquí la mezcla de cainismo político y devoción evangélica en plan cínico, es el jarabe con el que se desayunan día sí día no nuestros flamantes políticos, sean de la facción que sean, ellos siempre tan predispuestos al bien común.
Fuente: Grupotortuga.com