October 20, 2020
De parte de El Libertario
2,558 puntos de vista




Xabi
Rueda




 



En
el
siglo
XIX,
el
artista


Katsushika


Hokusai
(17601849)
imprimió
las


Treinta
y
seis
vistas
del
monte
Fuji
,
xilografías
que
retratan
el
monte
Fuji
desde


diferentes
planos.
Entre
ellas
destaca


“La


gran
ola
de
Kanagawa
”,
una
cautivadora


imagen
que
desprende
el
poder
del
mar.



 



Después
de
la
crisis
del
2008,
algunos

colectivos
sociopolíticos
usaron
el
icono


de
Hokus
ai,
de
forma
literal
o
metafóricamente,
para
dar
entender
que
podría


avecinarse
una
gran
ola,
un
gran
cambio
en
nuestras
vidas.
En
lo
colectivo
se


empezaron
a
usar
términos
como
las
mareas.
Recordemos:
en
la
educación,
la


marea
verde;
en
sanidad,
la
marea


blanca,
o
las
mujeres
con
sus
mareas


moradas.
Incluso
las
nuevas
formaciones,
que
ingenuamente
creían
que
reinventarían
la
política
en
España,
acabaron
por
apropiarse
de
términos
parecidos,
para
dar
entender
que
una
gran
ola


ciudadana,
con
otros
valores,


derrocaría


el
viejo
sistema
caduco.
Sí,
las
olas
hicieron
pequeñas
brechas
en
el
dique,
pero


las
embestidas
fueron
absorbidas
por
el


capitalismo
hasta
calmarlas.

  




Cuando
hay
una
ola
en
acción,
existe

una
reacción
en
el
dique



 



Si
el
sistema
se
siente
amenazado
por
alguna
causa,
responderá
sin
ningún
tipo


de
escrúpulo.
Las
olas
feministas,
por


ejemplo,
en
su
trazado
en
la
historia,


han
puesto
en
jaque
esta
forma
caduca


de
un
sistema
que
oprime
y
esclaviza
a


las
mujeres.
Un
movimiento,
el
feminista,
que
ha
cr
ecido
y
bramado
como


las
olas
en
una
tormenta
en
el
mar.


Creando
un
calidoscopio
de
nuevas
formas
de
entender
la
vida
en
positivo,
ha


conseguido
quedar
fuera
del
mundo
cuadricular,
del
pensamiento
hetero
norma-tivopatriarcal
de
dominación,
muerte,


violenci
a
y
devastación.



 



La
misoginia,
junto
al
machismo,
es
la

reacción
más
normal
del
hombre
capitalista
contra
la
actividad
feminista.
Como


si
de
un
dique
se
tratase,
desde
hace


unos
años
hasta
ahora
hemos
palpado


ese
resurgimiento,
con
una
mayor
intensidad,


en
varios
grados
de
la
vida
cotidiana.
Como
también
hemos
podido
ser


protagonistas
de
otros
resurgimientos,


como
el
racismo
y
la
homofobia,
que
“casualmente”
suelen
ser
elementos
de
una


misma
composición
ideológica
que
renace
en
tiempos
de
crisis.
Pienso
e
n
el


fascismo,
el
nazismo
o
el
identitarismo.


Por
eso,
muchas
veces,
cuando
nos
encontramos
con
un
síntoma
como
el
odio


hacia
las
mujeres,
acabamos
por
darnos


de
frente
con
actitudes
autoritarias
y
de


dominio,
hasta
llegar
claramente
a
episodios
de
violenc
ia
física.



 




Un
dique
terrorista
llamado
INCEL



 



Ese
odio
al
semejante
es
transformado
e

integrado
en
nuevas
construcciones
según
los
nuevos
tiempos,
pero
sigue


siendo
en
esencia
puro
odio.
El
movimiento
llamado


INCEL
,
abreviatura
en


inglés
de



involuntary
celibate
,

está
compuesto
por

hombres
heterosexuales
que
se
denominan
a

mismos
“célibes
involuntarios”.



 



Fue
una
mujer

queer


canadiense,
reconocida
como


Alana
,
quien,
en
el
año


1993,
propuso
el
nombre
para
crear
una


comunidad
inclusiva
para


personas


apartadas
de
la
normalidad
social”,
ya


fuese
por
motivos
de
problemática
social,


marginación
o
enfermedades
mentales,


que
no
pudiesen
tener
o
conseguir
unas


relaciones
sexoafectivas
completas.



 



La
idea
principal
de
Alana
se
distorsionó,

llegando


a
ser
la
excusa
de
unos
individuos
fanáticos
y
llenos
de
odio
para
justificar
su
repulsión
principal
hacia
todo


lo
femenino.
Hombres
resentidos,
narcisistas
y
autocompasivos


que
culpabilizaban
a
las
mujeres
por
no
encontrar
pareja
o
no
poder
tener
sexo.


Esos
individuos
llegaron
a
crear
pretextos,
basados


muchas
veces
en
conspiraciones,
para


justificar
la
violencia,
como
que,
supuestamente,
el
feminismo
es
un
movimiento


creado
por
los
judíos
para
debilitar
a
Occidente.
Una
idea
compartida
con
otros


movimi
entos
de
odio
actualizado,
como


el
denominado
Derecha
Alternativa,


grupo
claramente
neofascista.



 



Las
mujeres
en
un
buen
número
de
países
están
cada
vez
más
emancipadas
y
sin
miedo
de
romper
todas
las

cadenas
de
los
caminos
marcados
por


aquellos
individuos
que
sobreentienden


que,
de


forma
natural,
las
mujeres
deben


someterse
a
ellos.



 



Actualmente,
la
mayoría
de
las
mujeres

deciden
cuándo
y
con
quién
mantener


relaciones
sexuales,
algo
que
no
pueden


consentir
los
de


INCEL
.
El
pensamiento


de
este
movimiento,
de
sometimiento
misógino,
se


extrema
para
culpabilizar
a


una
corriente
y
a
un
género
que
elige
libremente
con
quién
mantener
esas
relaciones.
Algo
que
ellos
cuestionan
como


injusto.
La
reacción
de
quienes
forman


INCEL
es
el
mantenimiento
del
estatus


“natural”
de
dominación
del
hombre
s
obre

la
mujer.
Es
decir,
perpetuar
la
cosificación
de
la
mujer,
aplicando
cualquier


tipo
de
violencia
a
todo
lo
femenino,
por


sentirse
víctimas
de
sus
acciones.
Un


planteamiento
que
podríamos
calificar


claramente
de
terrorismo.


 



Los
terroristas
de
INCEL



 



Elliot
Rodger,
ideólogo
y
mártir
del
movimiento,


es
el
máximo
ejemplo
de
los


INCEL
.
Con
sólo
22
años
mató
a
seis
personas
e
hirió
a
otras
13
en
la
universidad


de
Isla
Vista
(California).
Acabó
suicidándose
después,
dejando
un
mensaje


que
sirvió
como
manifie
sto
del
grupo.


Rodger
es
reconocido
entre
ellos
como


“caballero
supremo”
.
Un
calificativo
que


encierra
un
pensamiento
completamente


autoritario
de
la
vida.



 



Nikolas
Cruz

abrió
fuego
en
su
instituto


en
Florida.
Cometió
el
atentado
como


forma
de
homenaje
a


Rodger,
dejando
escrito:

Elliot
Rodger
no
será
olvidado
.

Cruz
arrebató
19
vidas,
y
los


INCELS
inmediatamente
lo
llamaron


“héroe”


y
lo


nombraron


“hombre
del
año”
.



 



Alek
Minassian

cometió
un
acto
terrorista
en
homenaje
también
a
Rodger.


Atropelló
con
su
furgoneta
a
varias
personas,
matando
a
10
y
dejando
a
14
heridas.
Al
igual
que
Cruz,
dejó
un
mensaje


que
encerraba
una
personalidad
paramilitar.



 



Brian
Isaack
Clyde,

de
22
años,
aficionado
a
las
armas
y
confeso
supremacista


blanco,
entró
vestido
de
militar
y
con
un


rifle
en
el
Palacio
de
Justicia
Earle
Cabell.
Antes
del
ataque
dejó
un
mensaje


con
la
frase


“la
tormenta
se
acerca”,
una

consigna
de
los


conspiracionistas
Qanon,
un
grupo
de
extrema
derecha
estadounidense
que
está
convencido
de
que


existe
una
trama
profunda
para
liquidar


al
Gobierno
y
a
los
seguidores
de
Donald


Trump.



 



Estamos
ante
un
movimiento,
el
INCEL,

estructurado
bajo
una
ideología
y


que


cuenta
con
simpatizantes
de
otras
que


apoyan
cualquier
tipo
de
violencia
hacia


todo
lo
femenino.
Que
exhibe
un
formato


parecido
en
todos
sus
“atentados”,
que


es
el
de
asesinar
a
un
mayor
número
de


inocentes
posible,
con
el
fin
de
establecer


lo
que
ell
os
consideran
un
estatus
para


las
mujeres,
donde
sean
sólo
objetos
con


miedo.
Y
eso
con
el
fin
de
que
la
mujer


deje
de
reivindicarse
como
sujeto
protagonista
de
su
vida
y
quede
sometida
al


hombre
por
los
siglos
de
los
siglos.



 




La
ola
como
cambio
y
autodefensa



 



Sí,
la
reacción
a
la
ola
de
lucha
y
acción

de
la
mujer
por
su
libertad
ha
sido
en


este
caso
un
movimiento
ultra,
clara-
mente
terrorista.
Un
movimiento
de


hombres
fomentadores
del
odio
que
justifica
el
asesinato
de
inocentes,
con
vinculaciones
a
grupos


de
extrema
derecha,


y
que
solo
son
noticia
en
momentos
concretos,
casi
de
forma
anecdótica.
Sin
embargo,
ese
movimiento
no
ha
merecido


ninguna
atención
como
grupo
terrorista


por
parte
de
ningún
gobierno
o
por
parte


de
la
opinión
pública,
y
menos
aún
por


la
s
fuerzas
y
cuerpos
de
seguridad
de
los


Estados.



 



Sería
deseable
que
este
tipo
de
olas
de

cambio,
como
es
el
caso
de
la
morada,


adoptase
un
formato
de
autodefensa


frente
a
un
dique
como
los


INCEL


u
otros


diques
de
odio
hacia
las
mujeres.
El
espíritu
de
cambio
que
impregnó
en
2008


“La
gran
ola
de
Kanagawa

de


Katsushika


Hokusai


en
nuestros
movimientos
sociopolíticos
debe
reaparecer
en
esta
nueva


crisis.
Olas
que
deben
bramar
de
nuevo


sin
miedo
a
resp
onder
de
forma
legítima


contra
sistemáticos
diques
que
ejercen


su
violencia
para
que
esas
mareas
no


tengan
resultado
y
vuelvan
a
una
forma


de
esclavitud,
de
calma.



 



Es
preciso
acometer
cambios,
vuelve
a

ser
el
momento
de


ello.
Cambios
que


pongan
en
el
centro
a
las
personas,
las


vidas,
y
que
arrasen
hasta
los
cimientos,


sin
miedos,
la
lógica
capitalista
que
justifica
cualquier
acto
que
llene
todo
de


odio
y
muerte,
perpetuando
así
el
estatus
de
dominio.



 



[Tomado
del
vocero

Al
Tajo

#
24,
Aranjuez,
octubre
2020.
Número
completo
accesible
en

https://www.cnt.es/wp-content/uploads/2020/10/AlTajo24octubre.pdf
.]



 






Fuente: Periodicoellibertario.blogspot.com