June 20, 2021
De parte de Grup Antimilitarista Tortuga
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Esta semana hemos recibido la triste noticia del fallecimiento de Cristóbal Halffter. Como muchos de mis colegas musicólogos y compositores de mi generación, tuve la ocasión de conocerle en sus cursos de composición de Villafranca del Bierzo y de seguir sus conferencias en los Cursos de Verano de la Fundación Complutense.

Su reverencia crítica ante la tradición
fue admirablemente expuesta en el curso que organizó en San Lorenzo de El
Escorial “La influencia de Juan Sebastián Bach en los compositores del siglo
XX”, en el año 1999, junto a Antón García Abril –también llorado este
año– y Tomás Marco.

Allí nos impresionó su seriedad y, al
mismo tiempo, su cercanía con los jóvenes estudiantes que entonces éramos. En
todas las sesiones subrayaba el valor del esfuerzo y nos desveló al Bach de
la Pasión según San Mateo cuya música
permitía, por encima de todo, “pensar al hombre contemporáneo”. Aquellos que
quisieran hoy emborronar sus partituras renegando del genio alemán harían, sin
duda, “una música mermada de posibilidades”.

Esto no quiere decir, en absoluto, que
la composición cerebral y la complejidad arquitectónica del contrapunto lleguen
a anular la auténtica expresión, como muchos han leído mal en su obra, de
fuerte naturaleza monumental. Tanto en su discurso como doctor honoris causa
por la Universidad Complutense en 1996 –junto a Carmelo
Bernaola
Luis de Pablo  y Tomás Marco– como en su
discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores, Cristóbal
Halffter expuso los peligros de esa otra dictadura de la razón, en nombre de la
cual se han organizado los mayores crímenes de la humanidad en los siglos
pasados y presente.

Entre los abismos del sentimiento y la
razón, esta última nunca dejó de ser para nuestro compositor el bocado –esa
parte final de las bridas que emboza al caballo de la imaginación–, y que en
alemán recibió el nombre de “Halfter”, tal y como resume la etimología de su
apellido, procedente de la Prusia oriental.

Al
encuentro de la muerte

Los músicos somos muy conscientes del
valor de la disciplina, la imitación y el aprendizaje. Sin embargo, desde
nuestra “fogosa” juventud, no supimos ver entonces que el sentido de aquella
cautelosa y al mismo tiempo fecunda actitud de Halffter frente al arte procedía
de un profundo espíritu melancólico que iba más allá de la
veneración del pasado.

No de una melancolía entendida como
renuncia, parálisis o decaimiento sino, antes bien, como una fuerza excepcional
presente en la ética de Aristóteles. Y es aquí, desde algunos
episodios artísticos y sociales de su vida, desde donde quizá podamos leer las
trazas de esa poderosa melancolía.

Muchos compañeros de mi generación
tomamos contacto con su música gracias al vinilo dirigido por José Luis
Temes Cristóbal Halffter, Grupo Círculo (Grabaciones
Accidentales, 1988), sus obras Antifonismoi (1967) –de cierto
carácter gestual improvisatorio–, Oda (1969), y el Concierto
para flauta y sexteto de cuerdas
 (1982), precisamente interpretado por
la hija del compositor. La sobriedad y economía de aquellas composiciones nos
fascinó a muchos. Ahora bien, ¿de dónde venía aquella rotunda depuración?
Probablemente de un encuentro familiar con el otro lado de nuestra existencia.

Vídeo: Cristóbal Halffter: Concierto para flauta y sexteto de cuerdas (1982)

Música
y arquitectura

Halffter mantuvo durante toda su vida
una estrecha relación con el arquitecto daimieleño y universal Miguel
Fisac
, al que le unía una singular amistad gracias a las matemáticas
–argamasa de sus artes respectivas–, tal y como confesó en su último viaje a
las tierras de La Mancha un 15 de junio de 2006 en el homenaje que el Colegio
de Arquitectos de Ciudad Real
 tributara a Fisac tras su fallecimiento
en el mes de mayo.

Entre los dos genios hubo una profunda
sintonía, prolongada en la relación de sus hijos. La muerte de la hija de
Miguel Fisac, Anaïck, con tan solo seis años de edad, motivó un extraordinario
treno del compositor en su In memoriam Anaïck (1967), para
niño recitador, coro de niños y voces mixtas y conjunto instrumental
, en
cuya escucha uno alcanza el enorme dolor que atravesó a ambas familias.

Aquella obra fue estrenada en la Iglesia
de Santa Ana, en el barrio de Moratalaz, levantada por el
arquitecto manchego a la memoria de su hija. Ambas obras, musical y
arquitectónica, y se entenderá bien más adelante, constituyen una profunda
respuesta melancólica al golpe inesperado de la adversidad. Construida desde el
lenguaje modal gregoriano, la composición conduce hacia un “Aleluya” final
homofónico, como puerta para la esperanza final.

Vídeo: In memoriam Anaïck. Cristóbal Halffter.

Esta capacidad de transformación de la
tradición es una constante permanente en la obra de Halffter y no solo de
nuestra tradición clásica —como ocurre con el Fandango del
Padre Soler en su Fandango, Preludio a Madrid 92–, sino también
antropológica.

Recodemos aquí su composición Las
turbas
, entregada para la XXXV edición de la Semana de Música
Religiosa de Cuenca
, donde supo transformar el tumulto del camino hacia el
calvario en un enfebrecido clamor de sobriedad ética. Otra obra donde la muerte
espera al final del camino, como había de esperar en su ópera Don
Quijote
 a otro laico redentor.

Vídeo: Preludio para Madrid 92. Cristóbal Halffter.

Juan
del Encina y las ‘listas de sangre’

El propio hogar del compositor, el
castillo-palacio de Villafranca del Bierzo, fundado en 1480, en tiempos
de Juan del Encina, y desde siempre habitado por
la misma familia, fue testimonio de esa transformación y renovación vital que se
sobrepone a las generaciones perecederas.

Precisamente en nuestro libro, Más vale trocar… Cinco viajes musicales por la literatura
de la España moderna (1496-1645)
, visitaba parte de su obra,
pues Halffter mostró siempre un singular aprecio y respeto por Juan del Encina,
cuyas música y textos reaparecen repetidas veces en sus composiciones.

Como él, el músico y poeta salmantino
renovó el cancionero desde su talento doble, no exento de un claro
posicionamiento artístico y de una notable razón política.

Halffter recogerá en Versus (1983)
el dolorido sentido del romance del poeta salmantino y citará su “Triste España
sin ventura” –un lamento estoico y melancólico ante la muerte caprichosa que
truncaba el futuro del príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos– como
respuesta musical a un momento de máxima tensión política que se vivía en
España tras el golpe de estado de Tejero.

Vídeo: Versus. Thesis. Cristóbal Halffter.

Pocos saben que la posición política de
Halffter en este momento llevó a la inclusión de su nombre en una “lista de
sangre” (véase el artículo “Listas de sangre para el 24-F” en Actual,
n.º 25, 20 de agosto de 1982, en la tercera columna, junto al nombre de Luis de
Pablo).

Listas de sangre para el 24-F. Actual Magazin. 20 de agosto de 1982.

Halffter
y la melancolía

El lenguaje de Halffter no fue, desde
luego, sencillo –como muy bien estudió nuestro colega Germán Gan, máximo especialista en su figura–,
pero sí fue extraordinariamente honesto y económico en su propuesta y credo. En
Halffter nunca hubo ampulosidad: confesaba que no quería ser moderno o
vanguardista, simplemente quería ser él. Algo que no podía evitar, al igual que
el crecimiento del cabello o las uñas.

Advirtió sobre la facilidad de buscar en
tiempos de Franco la libertad, cuando se conocía bien cómo estaba recortada la
sombra del dictador. En sus propias palabras, “sabíamos contra qué luchábamos”.
En estos días, sin embargo, las veladuras sobre la verdad y la humanidad,
impuestas por una atronadora falta de ética, vulgaridad e indeferencia, “hace
más difícil saber contra qué pronuniciarse”, como él mismo reconocía. Aún así,
su rigor le impedía atribuir la maldad que con frecuencia predicamos de
nuestros semejantes: “Lo que hay son personas equivocadas que tratan de
imponerse y eso es lo que nos parece maldad”.

Recientemente, el documental de Asier
Reino Cristóbal Halffter: la libertad imaginada,
en coproducción con RTVE, nos ofrece una extraordinaria semblanza de su
persona.

Vídeo: Cristóbal Halffter. La libertad imaginada. Asier Reino.

Aristóteles
y el ‘hombre excepcional’

Melancolía,
inspirada sobre la obra de Alberto
Durero
 fue su última obra estrenada por la Orquesta de Basilea.
Retirado en su castillo tras el ictus que sufrió en el año 2017, nos ha dejado,
como Mozart, un Requiem inacabado –más bien abandonado–,
iniciado tras la muerte de su esposa Marita.

“Melancolía”, en griego μελαγκολια ας,
(μελας = negro, y por extensión, triste; y χολης, bilis) arrastra una
concepción ética aristotélica que Cristóbal Halffter conocía muy bien. Por
encima de la moral, nuestro compositor siempre defendió una respuesta ética:
esta bilis negra o tristeza es siempre necesaria, pues ofrece al hombre la
posibilidad de que, durante su existencia –su intervalo y circunstancia, su
kairós, καιρός– demuestre y obre según su eucrasia (ευ, bien y κρασις, mezcla)
empleando la combinación que mantenga esa bilis adversa en una temperatura
justa para demostrar su virtud y buen comportamiento, solo al alcance de los
seres excepcionales.

En sus Problemas XXX.1 Aristóteles
decía: “Todos los hombres excepcionales son melancólicos”. La melancolía es,
pues, la excepcionalidad reservada para los grandes personajes: como lo fue
Encina, Cervantes, Alonso Quijano en la ficción, o Fisac. Y, sobre todo, para
los grandes hombres como Cristóbal Halffter, quien supo hacer siempre de la
adversidad el alimento del arte. En definitiva, un melancólico excepcional.

Durero. Melancolía. 1513-1514.

Juan José Pastor Comín. Profesor Titular de Universidad. Área: Música. Investigación: Relaciones entre Música y Literatura, Universidad de Castilla-La Mancha

Fuente: https://theconversation.com/cristobal-halffter-un-melancolico-excepcional-161527




Fuente: Grupotortuga.com