
El Tribunal Supremo de Israel escuchó el lunes las alegaciones presentadas por tres organizaciones defensoras de los derechos humanos contra el cierre de la investigación sobre cuatro muertes. No son tres muertes cualquiera, aunque, al parecer, necesariamente, son cotidianas. Son tres muertes que tienen, otra consustancial paradoja en Israel, una larga vida: ocurrieron hace siete, 7 – el sabbath – , años. Son cuatro niños que siguen jugando donde jugaban en el momento de morir, en la playa de Gaza. Un juez general militar en 2015 y posteriormente la Fiscalía General del Estado en 2019, ratificaron que estas tres muertes son legales. La playa de Gaza es territorio militar. Ismail Baker, de nueve años, y sus primos Aed, de 10, Zacarías, de 10 y Mohamed, de 11, jugaban a las 15.30 el 16 de julio de 2014 junto a un embarcadero próximo al hotel Al Deira, lugar de reunión de la prensa extranjera en Gaza.
Una patrullera naval interpretó que los cuatro niños que correteaban en la arena entre varios contenedores abandonados eran terroristas. Ahora se sabe que un dron del ejército israelí disparó varios misiles alcanzando de pleno al objetivo. Los cuatro niños murieron en el acto.
La metahistoria de los instantes inmediatos está llena de obscenos detalles que estallan como esquirlas. El fotógrafo Samuel Aranda vio cómo impactaban los misiles y llegó de inmediato para captar los estragos de lo ocurrido: un puente derruido junto a la playa, y los cuerpos inertes de dos pequeños palestinos de apenas 10 años, calculó. Más allá estaban los cuerpos de los otros dos. Mandó las fotografías a la agencia France Press para la que trabajaba con dos pies de apenas dos líneas describiendo lo que con sus propios ojos había visto.
Las autoridades israelíes interceptaron el envío y France Press, rehusando insertar los pies de foto del autor, decidió despedirle. Israel comunicaría en las horas siguientes que habían sido bombas colocadas por Hamás en la playa las que causaron la muerte de los niños palestinos.
La familia Baker y dos organizaciones palestinas llevan desde los momentos inmediatos a la muerte de los cuatro niños buscando un imposible resarcimiento. Imposible, en un país donde cuatro niños jugando en una playa pueden ser aniquilados por misiles del ejército. Imposible cuando la misma autoridad militar dirime que su obscena desproporción es el garante del estatus quo.
Cuántos niños como como Ismail Baker y sus primos Aed, Zacarías, y Mohamed juegan en el desastroso panorama de casas derribadas por los bulldozers del ejército israelí. Cuántos a estas horas. Esa es la noticia que no sale en ningún teletipo. De mientras El Tribunal Supremo israelí estudia qué hacer con estas cuatro muertes
Fuente: Revistahincapie.com