January 30, 2021
De parte de El Libertario
1,462 puntos de vista

Revista Libre Pensamiento

 

* Versión resumida del Editorial del # 104 de la revista Libre Pensamiento.

 

La cultura, la educación, las artes… carecen de valor
para el poder y el sistema. No se trata de un lapsus, de un olvido fácilmente
reparable. Sencillamente, por una parte, conciben la educación como
insignificante frente a la economía; por otra, las expresiones culturales y
artísticas son las migajas que se desprecian de su gran banquete y, además,
directamente las ignoran porque la cultura puede despertar el sentido crítico y
la conciencia social de las personas y los pueblos, aunque George Steiner nos
advierte en su libro La
barbarie de la ignorancia
que
«… ni la gran lectura, ni la música, ni el arte han podido impedir la barbarie
total»

 

No vamos a contraargumentar recordando que tanto la
cultura como la educación y las artes representan una porción significativa de
esa economía, que crean riqueza material también. Ni vamos a poner sobre la
mesa que en este sector trabajan miles y miles de personas que también tienen
necesidades básicas.

 

«Llueve sobre mojado», decimos. La auténtica realidad
es, lamentablemente, que para los gobiernos, la cultura no es relevante puesto
que solo logrará que la población vaya madurando, vaya teniendo criterio propio
y un pensamiento libre. Conforme recoge la frase histórica de Sócrates el
conocimiento nos hará libres,
el saber nos conduce hacia la
libertad individual y, por tanto, colectiva y eso es subversivo. Este ha sido el
gran esfuerzo de la humanidad a lo largo de los siglos, el seguir construyendo conocimiento
de forma coo-perativa, compartiendo, colaborando, contribuyendo a nuestra
superación como especie, dotándonos de sabiduría en el sentido señalado por
Ernesto Sábato en Antes
del fin
«como aquello que nos ayuda a
vivir y a morir».

 

Recordar que llevamos décadas asistiendo al desarrollo
de leyes y programas educativos que se redactan desde las directrices de la
economía, supeditando los valores humanistas a la dictadura de la lógica de los
mercados. Se reducen los horarios curriculares de filosofía, artes plásticas,
música, lenguas clásicas… en beneficio de perfiles profesionales que beneficien
los intereses empresariales y/o de la alta burocracia estatal.

 

Entrar en la polémica por la división del saber entre
las ciencias y las letras es aceptar un discurso equívoco. Ambas ramas son
ciencias, tanto las naturales como las sociales, que se necesitan y se
complementan, porque ambas responden a la razón, al método científico, al
esfuerzo del ser humano para progresar y avanzar en su búsqueda de respuestas
trascendentes, en su búsqueda de la verdad, del conocimiento y de la libertad.

 

La ciencia es hoy donde depositamos nuestra salvación
ante el virus COVID19, pero la investigación científica, no solo precisa
desarrollo tecnológico sino que requiere planteamientos filosóficos,
epistemológicos y éticos sobre por dónde avanzar. Frente al utilitarismo, el
economicismo, el pragmatismo y la competitividad del neoliberalismo, procede
ampliar los programas humanistas para dejar de mercantilizar los planes de
estudios.

 

No es aceptable escuchar que la única salida hoy de las
carreras universitarias son las profesiones de la rama de ciencias o de las
nuevas tecnologías y, además, despojadas del mínimo bagaje humanista. No, lo
que precisamos como sociedad son personas formadas, cultas, creadoras,
librepensadoras, divergentes, insumisas, plurales, diversas, que investiguen,
colaboren, compartan… para mejorar la vida y no exclusivamente para mejorar los
beneficios empresariales y el funcionamiento del sistema económico. Asistimos a
un modelo productivista que genera un sistema educativo basado en la
competitividad, exámenes, calificaciones, generando valores de rentabilidad, al
margen de la cultura y el humanismo. Las sociedades tecnológicas son imparables
pero la cultura y la educación humanista son necesarias y previas. Compartimos
con el filósofo Nuccio Ordine cuando, argumentando de manera nítida contra la
deriva utilitarista de la sociedad actual, nos dice que «… sabotear la cultura
y la enseñanza significa sabotear el futuro de la humanidad». La ciencia, la
cultura, las artes, no podemos dejar que sucumban a los cánones del
utilitarismo.

 

Para Eduardo Mendoza en su último libro Las barbas del profeta
«… el abandono de las humanidades en los planes de
estudio causa un mal irreparable a los estudiantes, que ellos y la sociedad
pagarán con creces si no lo están pagando ya». Por su parte, Herbert Read nos
recuerda en Educación por el arte,
cómo Platón defendía en su República que
el arte debería ser la base de la educación. Las humanidades nos ponen en
comunicación con la filosofía, con el arte en su inmensa pluralidad expresiva,
ayudándonos y capacitándonos en nuestro desarrollo y comprensión como especie.

 

El término cultura es un concepto plurifactorial,
complejo de definir, con múltiples acepciones que pueden ir de la cultura
popular hasta la erudita. ¿Cuándo decimos que una persona es culta? Desde luego
cuando a sus conocimientos añade otros valores como la flexibilidad mental, el
antiautoritarismo, la comprensión constructiva de la realidad, la integración
de ideas diversas… Nos quedaremos con la condensada definición que formula T.S.
Eliot en Notas para la definición
de la cultura
«…
la cultura puede ser descrita simplemente como aquello que hace que la vida
merezca la pena ser vivida».

 

El anarquismo, por un lado, ha influido y, por otro, se
ha impregnado de las diferentes manifestaciones culturales siendo obviamente
innumerable el número de artistas, hombres y mujeres, que en la literatura,
poesía, cine, música, teatro, pintura… (Albert Camus, Voltairine de Cleyre,
Jean Vigo, Georges Brassens, Henrik Ibsen, Judith Malina, Allen Ginsberg,
Gustave Courbet, Lucía Sánchez Saornil, etc., etc.), han abrazado la ideología anarquista
porque esa ideología permite la creatividad en su máxima expansión, se basa en
los valores de libertad, igualdad, antiautoritarismo, justicia social, utopía,
humanismo.

 

Este abrazo, no ha significado que las y los artistas
hayan adoctrinado o intentado adoctrinar con su obra, en todo caso, han
aspirado a crear en libertad, a mostrar con sinceridad las respuestas a sus
dudas, proponiendo abrir y contagiar la mente de las personas para compartir
las emociones y sentimientos que nos preocupan como seres humanos. En el texto ¿Qué es el arte?
el anarquista León Tolstoi argumenta que el arte
transmite esencialmente emociones y sentimientos más allá de la transmisión de
pensamientos e ideas y para que esa transmisión y contagio se produzca es
preciso que los sentimientos que expresa la obra artística reúnan las condiciones
de singularidad (novedad y originalidad del sentimiento expresado); claridad
(expresión de sentimientos sin confusión) y sinceridad (emoción del artista por
su propia obra); siendo estos lo requisitos para diferenciar la verdadera obra
de arte de la falsa. La obra de arte falsa es mercantilista, responde a los
valores del sistema, sirve para seguir satisfaciendo a la clase dominante y
perpetuar su sistema de valores.

 

Desde el verdadero arte se nos hace sentir,
emocionarnos, pensar, ver más allá… y ello es absolutamente identificable con
la ideología anarquista. El anarquismo siempre ha estado cerca de los
movimientos artísticos de vanguardia, novedosos, creativos, innovadores, sorprendentes,
divergentes, rupturistas, políticamente incorrectos… siempre apegados a las
emociones reales de la persona. El anarquismo siempre está al margen de lo
oficial, de los valores dominantes, lo mismo que la creación cultural verdadera,
libre, sin ataduras, es quien mejor transmite la disidencia y lo alternativo.

 

El artista, la artista, no se deben a nadie, solo se
deben respeto a sí mismos, a su libertad, a su debate interior. Por ello, al
anarquismo siempre le ha interesado la cultura y que sea la cultura quien
irradie a toda la población las herramientas emocionales y de pensamiento para
aprender a defenderse de las situaciones de explotación, injusticia e
infelicidad. Pierre-Joseph Proudhon lo exponía diciendo que no concebía el
«arte por el arte» sino que éste debía responder al perfeccionamiento ético de
la  sociedad.

 

En el momento actual, la cultura debe servirnos para
liberarnos del adocenamiento, del costumbrismo y homogeneización de las redes
sociales, de la sociedad tecnológica, del consumismo, negacionismo y
analfabetismo intelectual.

 

Reivindiquémosla desde el anarquismo. No permitamos que
la cultura, la educación y las artes sean las migajas de la sobremesa del
poder.

 

[Versión resumida del Editorial de la revista Libre Pensamiento # 104, Madrid, otoño
2020. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/AAFF_LP%20N%C2%BA%20104_Web.pdf.]

 

 




Fuente: Periodicoellibertario.blogspot.com