February 26, 2021
De parte de El Libertario
1,745 puntos de vista

CrimethInc

 

“El número de
activistas no es enorme, pero su impacto ha sido increible… Es necesario
comprender que esta es una amenaza para todas las industrias. Las tácticas
podrían extenderse contra otros sectores de la economía.”

                    Brian
Cass, director general de HLS.

 

“Donde todos los
colectivos de bienestar animal y la mayoría de los de derechos animales
insisten en trabajar dentro de los límites legales de la sociedad, los
liberadores de animales argumentan que el Estado es irremediablemente corrupto
y que los enfoques legales por sí solos nunca conseguirán la justicia para los
animales.”

                    Oficina
de Prensa del FLA

 

Durante la década de 2000-2009, Stop Huntingdon Animal
Cruelty (SHAC) ha llevado a cabo una campaña internacional de acción directa
contra Huntingdon Life Sciences(HLS), la mayor empresa de experimentación
animal de Europa. Al fijar como objetivos a inversores y socios comerciales de
HLS, SHAC llevó en repetidas ocasiones a HLS al borde del desplome, y
necesitaron la asistencia directa del Gobierno británico y una contra campaña
internacional de dura represión legal para mantener la empresa a flote.

A raíz de esta campaña, se habló de aplicar el modelo SHAC
en otros contextos, como la defensa del medio ambiente y la organización contra
la guerra. Pero ¿qué es el modelo SHAC, exactamente? ¿Cuáles son sus puntos
fuertes y sus limitaciones? ¿Es, de hecho, un modelo eficaz? Y, si lo es, ¿para
qué?

 

Primero, un glosario
de términos

 

Visto desde fuera, el entorno de los derechos animales puede
ser confuso, incluso para otros radicales. Por un lado, un intenso enfoque en
este problema particular puede dar lugar a una estrechez de miras, cuando no a
una miopía absoluta. Por otro, hay incontables activistas por la liberación
animal que ven sus esfuerzos como parte de una lucha más amplia contra todas
las formas de opresión. Quienes no están familiarizados con el entorno a menudo
mezclan posiciones de facciones opuestas. A riesgo de simplificar en exceso,
podemos identificar tres escuelas de pensamiento distintas:

 

– Bienestar animal: la idea de que los animales deberían ser
tratados con misericordia y compasión, especialmente cuando son utilizados para
el beneficio humano, como en la producción de comida. Por ejemplo, algunos
defensores del bienestar animal presionan al Gobierno para conseguir leyes de
matanza más humanitarias. Ejemplo: Humane Society of the United States (HSUS).

 

– Derechos de los animales: la idea de que los animales
tienen sus propios intereses y merecen que la legislación los proteja. Quienes
creen en los derechos animales a menudo mantienen dietas veganas y se oponen al
uso de animales para entretenimiento, experimentación, comida o vestimenta. Si
bien pueden participar en protestas o acciones de desobediencia civil, por lo
general también creen en trabajar dentro del sistema, a través de grupos de
presión, el marketing, la divulgación y el uso de los medios de comunicación
corporativos. Ejemplo: People for the Ethical Treatment to Animals (PETA).

 

-Liberación animal: la idea de que los animales no deberían
ser domesticados ni mantenidos en cautividad. Como eso no es posible dentro de
la lógica del actual sistema económico y social, los partidarios de la
liberación animal a menudo tienden al anarquismo y pueden saltarse leyes para
rescatar animales o proteger hábitats. Ejemplo: el Frente de Liberación Animal
(FLA). [1]

 

Muchos colectivos centrados en el bienestar animal y en los
derechos animales han criticado a quienes se involucran en la acción directa,
argumentando que este tipo de acciones daña la imagen de los defensores de
animales y alejan a potenciales simpatizantes. También podemos pensar que estas
críticas están motivadas por el incentivo económico de construir una base de
miembros adinerados y por el miedo a entrar en conflicto con la represión
gubernamental. Además de denunciar la acción directa, prohibir a sus empleados
que interactúen con quienes la respaldan y retirarse de las conferencias que
incluían a ponentes más radicales, organizaciones como HSUS han ido tan lejos
como para elogiar al FBI por aplicar mano dura contra las liberaciones de
animales. En 2008, HSUS ofreció una ostentosa recompensa de 2500 dólares a
cualquiera que facilitara información que permitiese condenar a personas
involucradas en un incendio provocado, que el FBI afirmaba que era obra de
activistas por los derechos animales.

 

La historia de SHAC:
comienzos de ultramar

 

La campaña SHAC tiene su origen en Reino Unido, tras una
serie cierres exitosos de criaderos de animales para laboratorios que
incluyeron tácticas desde piquetes a incursiones del FLA, y enfrentamientos con
la policía. Unas imágenes de video obtenidas de manera encubierta dentro de HLS
en 1997 fueron emitidas en la televisión británica, mostrando al personal
zarandeando, golpeando y gritando a animales cautivos en un laboratorio de HLS.
PETA dejó de organizar protestas contra HLS tras ser amenazada con acciones
legales, y SHAC se formó para hacerse cargo de la campaña en noviembre de 1999.

 

Huntingdon Life Sciences era un objetivo mucho mayor que
cualquier criador individual de animales: la campaña SHAC supuso un salto de
nivel en el activismo por los derechos animales en Reino Unido. La idea era
centrarse especialmente en las finanzas de la empresa, utilizando las tácticas
que habían cerrado pequeños negocios para cerrar una compañía entera. Los
activistas se propusieron aislar a HLS hostigando a cualquiera involucrado con
cualquier empresa que hiciese negocios con ellos. El papel de SHAC como
organización era simplemente distribuir información sobre objetivos potenciales
e informar sobre las acciones según iban ocurriendo.

 

En enero de 2000, los activistas británicos publicaron una
lista de los mayores accionistas de HLS, incluyendo aquellos que tenían
acciones a través de terceros por cuestiones de anonimato (como el Partido
Laborista del Reino Unido). Después de dos semanas de manifestaciones dirigidas
a objetivos concretos, muchos accionistas vendieron sus participaciones:
finalmente, se colocaron 32 millones de participaciones en la Bolsa de Londres
por un centavo cada una y las acciones de HLS cayeron en picado. En el caos
resultante, el Royal Bank of Scotland canceló un préstamo de 11,6 millones de
libras a cambio del pago de solo una libra para distanciarse de la compañía, y
el Gobierno británico intervino para que el Bank of England (que es propiedad
estatal) les abriese una cuenta: ningún otro banco iba a hacer negocios con
ellos. El precio de las acciones de la compañía, con un valor de unas 300
libras en la década de 1990, cayó a 1,75 libras en enero de 2001, y se
estabilizó en 3 peniques a mediados de 2001.

 

El 21 de diciembre de 2000, HLS fue expulsada de la Bolsa de
Nueva York: tres meses después perdió también su lugar en la plataforma
principal de la Bolsa de Londres. HLS solo se salvó de la bancarrota cuando el
mayor accionista que le quedaba, el banco de inversión estadounidense Stephens,
le concedió un préstamo de 15 millones de dólares. Este capítulo de la historia
se cerró con HLS moviendo su centro financiero a los Estados Unidos para
beneficiarse de las leyes estadounidenses, que permitían un mayor anonimato
para los accionistas.

 

En los Estados Unidos

 

Mientras tanto, en Estados Unidos, las campañas contra las
pieles que habían caracterizado gran parte de la organización durante los 90 se
habían estancado. Las tácticas de desobediencia civil desarrolladas en estas
campañas estaban perdiendo efectividad, y muchos activistas estaban buscando
nuevos objetivos y estrategias. Una facción del movimiento por los derechos
animales, ejemplificada por colectivos como Vegan Outreach y DC Compassion Over
Killing, [2] pasó a promover el veganismo. Los activistas más militantes
buscaron otros puntos de partida. Algunos, como Kevin Kjonaas (que llegaría a
ser coordinador de SHAC USA), habían estado en Gran Bretaña y presenciaron la
cima de la campaña británica de SHAC, igual que los activistas
antiglobalización que visitaron Gran Bretaña durante los 90 habían traído
embriagadoras historias sobre las acciones de Reclaim the Streets.

 

La campaña estadounidense de SHAC surgió de conversaciones
entre activistas por los derechos animales en diferentes partes del país. Si
bien la campaña de divulgación vegana buscó atraer al mínimo común denominador
para ganarse a los consumidores, SHAC atrajo a militantes que querían hacer un
uso lo más eficiente posible de sus fuerzas individuales. Había quien razonaba
que era poco probable que toda la base del mercado de productos de origen
animal se pasase al veganismo (especialmente cuando las personas tienden a
ponerse a la defensiva en lo referente a sus elecciones de estilo de vida),
pero prácticamente todo el mundo podría estar de acuerdo en que golpear a
cachorros es inexcusable.

 

SHAC USA arrancó en enero de 2001, justo cuando Stephens
Inc. salvó a HLS de la bancarrota. Stephens tenía su sede en Little Rock, así
que algunos activistas se mudaron allí para organizarse. En abril, 14 animales
cautivos fueron liberados del nuevo laboratorio de HLS en Nueva Jersey. A
finales de octubre, cientos de personas se reunieron en Little Rock para hacer
un fin de semana de manifestaciones en la casa de Warren Stephens y en las
oficinas de Stephens Inc. A la primavera siguiente, Stephens había abandonado
HLS, rompiendo un contrato de cinco años al cabo de solo uno.

 

Sin otras campañas que pudieran rivalizar ni compararse en
cuanto a escala y eficacia, SHAC alzó el vuelo rápidamente en Estados Unidos.
Gracias en parte a las importantes donaciones,[3] la propaganda era pintoresca y
excitante, como los videos promocionales que yuxtaponían imágenes desgarradoras
de crueldad contra los animales junto con inspiradoras imágenes deprotestas y
una banda sonora de música techno que te aceleraba el pulso. La campaña ofrecía
a los participantes un amplio abanico de opciones que incluía desobediencia
civil, irrupciones en oficinas, destrucción de propiedad, llamadas telefónicas,
bromas, mesas informativas y escraches en domicilios. En contraste con el
apogeo de las cumbres antiglobalización, los objetivos estaban al alcance por
todo el país, solo limitados por la imaginación y la investigación de los
activistas. Los objetivos intermedios de forzar a inversores concretos y socios
comerciales a cortarcon HLS a menudo se consiguieron fácilmente, lo que
producía una satisfacción inmediata a los participantes.

 

Mientras que una persona puede sentirse insignificante en
una manifestación contra la guerra de varios miles, si eras una de las doce
personas en el escrache que hizo que un inversor se retirase, podías sentir que
personalmente habías conseguido algo. La campaña SHAC ofrecía el tipo de
conflicto de baja intensidad mantenido en el tiempo a través del cual las
personas pueden radicalizarse y desarrollar un sentido de fuerza colectiva.
Correr en grupos con amigas, escapar de la policía después de las
manifestaciones, escuchar discursos inspiradores juntas, caminar por las
oficinas gritando con los megáfonos, leer en internet las noticias de otras
activistas, el sentimiento de estar en el lado ganador de una lucha de
liberación eficaz… todo ello contribuyó al aparentemente imparable impulso de
la campaña SHAC.

 

Acción

 

“Carr Securities
comenzó a comercializar las acciones de HLS. Al día siguiente, el Manhasset Bay
Yacht Club, al que, según los informes, pertenecen ciertos ejecutivos de Carr,
fue atacado por activistas por los derechos animales. Los extremistas enviaron
un comunicado reivindicando la acción a la web de SHAC y, tres días después del
incidente, Carr terminó su relación comercial con HLS.”

                John
Lewis, subdirector asistente de supervisión del FBI para el llamado
ecoterrorismo.

 

La acción directa contra quienes hacen negocios con HLS ha
tomado muchas formas, en ocasiones, muy intensas, como incendios provocados o
violencia. En febrero de 2001, el director general de HLS, Brian Cass, fue
hospitalizado tras ser atacado con mangos de hacha en su casa. Ese julio,
Pirates for Animal Liberation hundieron el yate de un ejecutivo del Bank of New
York, y el banco pronto cortó los lazos con el laboratorio. Un año después, se
lanzaron bombas de humo en las oficinas de la multinacional Marsh Corp. en
Seattle, causando la evacuación del rascacielos y su desvinculación de HLS. En
otoño de 2003 se colocaron dispositivos incendiarios en las corporaciones Chiron
y Shaklee por sus contratoscon HLS. En 2005, la correduría Canaccord
Capital,con sede en Vancouver, anunció que abandonaba a un cliente, Phytopharm
PLC, en respuesta a los artefactos explosivos que el FLA colocó en un coche
perteneciente a un ejecutivo de Canaccord: Phytopharm había estado haciendo
negocios con HLS. Todo esto tuvo lugar en un contexto de constantes acciones de
menor escala.

 

En diciembre de 2006 se impidió que HLS cotizara en la Bolsa
de Nueva York, un acontecimiento sin precedentes que tuvo como resultado un
anuncio a página completa en el New York Times que retrataba a un supuesto
activista con pasamontañas, aparentemente con chaqueta de cuero, afirmando “Yo
controlo Wall Street”.[4] En 2007, ocho empresas cortaron con HLS, incluyendo sus
dos inversores mayores, Axa y Wachovia, despuésde varios escraches y visitas
del FLA a casas de ejecutivos. En 2008, se colocaron artefactos incendiarios
debajo de camiones de Staples y sus tiendas fueron atacadas. Unas 250 empresas
en total cayeron a lo largo de la campaña, incluyendo Citibank (la mayor
institución financiera del mundo), HSBC (el banco más grande del mundo), Marsh
(el mayor corredor de seguros del mundo) y el Bank of America.

 

Manteniendo su fuerza

 

Es interesante comparar el rumbo que tomó la campaña SHAC
con el del llamado movimiento antiglobalización. Los dos dieron el salto en
Reino Unido antes de pegar fuerte en Estados Unidos. SHAC se fundó en
Inglaterra el mismo mes de las históricas protestas en Seattle contra la OMC,
se puso en marcha en Norteamérica al final de la oleada antiglobalización y
mantuvo su fuerza después de que el movimiento antiglobalización colapsara a
raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

 

¿Cómo pudo la campaña SHAC mantener su fuerza mientras
prácticamente todas las demás campañas basadas en la acción directa fracasaban
o eran recuperadas por liberales? ¿Podemos extraer lecciones sobre cómo
sobrellevar las crisis a partir de su ejemplo?

 

Las activistas de SHAC se diferenciaban de los participantes
de la mayoría de otros movimientos sociales en que ni pensaban que necesitaran
buena cobertura mediática, ni consideraban que la mala prensa fuera algo
perjudicial. Su objetivo no era ganar adeptos para el movimiento por los
derechos animales, sino aterrorizar a las empresas para que no hicieran
negocios con HLS. Cuanto más temibles y locos parecían en los medios, más fácil
era intimidar a potenciales inversores y socios comerciales. Los activistas de
otros círculos temían que el miedo al terrorismo pudiera facilitar al Gobierno
aislarlos presentándolos como extremistas peligrosos: para SHAC, cuanto más
peligrosos y extremos parecieran, mejor.

 

Todo esto acabó volviéndose contra ellos, porque los
coordinadores más influyentes fueron a juicio y fue sencillo para la fiscalía
incriminarles como representantes de una clandestinidad sencillamente
terrorista. En este sentido, los puntos fuertes de la campaña SHAC (la relación
entre organización pública y clandestina, la temible reputación) también
demostraron ser su talón de Aquiles. La lección parece ser que este enfoque
puede ser eficaz a pequeña escala, siempre y cuando las organizadoras no
provoquen un enfrentamiento con rivales mucho más fuertes que ellas.

 

Además del tema de la cobertura mediática, puede ser
instructivo mirar el modo en que los activistas de SHAC enfocaron los
problemas. Los portavoces de SHAC nunca dejaron de enfatizar la necesidad de la
acción directa por la liberación animal, incluso cuando el resto del país
estaba obsesionado con Al Qaeda: la movilización histórica de Little Rock tuvo
lugar solo un mes y medio después de los ataques al World Trade Center y al
Pentágono. Independientemente de lo que había ocurrido en Nueva York o
Afganistán, ellos insistían en que había animales sufriendo en aquel preciso
instante, y que se les podría salvar tomando unas pocas medidas concretas. Si
los organizadores en otros círculos hubieran sido capaces de mantener este tipo
de enfoque y de urgencia, la historia podría haber tomado un rumbo diferente a
principios de esa década.

 

Es posible también que, con otras formas de organización de
capa caída, SHAC captara más participantes de los que habría conseguido si
otras campañas de acción directa hubiesen tenido su mismo éxito. En contraste
con las acciones masivas simbólicas del movimiento contra la guerra, la campaña
SHAC fue un hervidero de experimentación: se ponían a prueba nuevas tácticas
constantemente. Para las entusiastas de la acción directa preocupadas por sacarle
el máximo rendimiento a sus acciones (o simplemente aburridas de ser tratadas
como cifras en una multitud) debió resultar atractivo por comparación.

 

Fuera cual fuera la causa, la campaña SHAC fue capaz de
mantener su fuerza hasta que finalmente la represión federal comenzó a pasar
factura. A diferencia de muchas campañas, que se han desvanecido por el
abandono o han sido absorbidas por terceros, controlar su avance requirió de
toda la fuerza del Estado.

 

Represión

 

Todos los logros de la campaña tuvieron un precio. Cuantos
más negocios rompían relaciones con HLS, más atención de las agencias
encargadas de hacer cumplir la ley y de los ideólogos de derechas atraía la
campaña. Las organizadoras de SHAC en general no eran una gente fácil de
intimidar: era común entre las participantes en la campaña bromear sobre todas
las denuncias y órdenes judiciales que acumulaban y lo poco que importaba si
las denunciaban, porque de todos modos no tenían dinero.

 

Los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido aumentaron la
represión de manera constante a lo largo de los años, poniendo a los activistas
bajo vigilancia, presionándolos con demandas, bloqueando sus esfuerzos para la
recaudación de fondos, intimidando a organizaciones como PETA para que no
interactuasen con ellos, aprobando nuevas leyes contra las protestas en zonas
residenciales y cerrando sus páginas web. Esto culminó en Estados Unidos con el
juicio de los llamados Siete de SHAC: seis organizadores y la propia campaña
SHAC USA.

 

El 26 de mayo de 2004, Lauren Gazzola, Jake Conroy, Josh
Harper, Kevin Kjonaas, Andrew Stepanian y Darius Fullmer fueron acusados de
varios cargos federales por su presunto papel en la campaña. Equipos de agentes
del FBI antidisturbios invadieron sus hogares al amanecer, amenazándolos a ellos
y a sus compañeros no humanos [5] con pistolas y esposando a sus familiares.
Según los informes,la investigación que llevó a sus detenciones fue la más
grande del FBI en 2003: los documentos judiciales confirman que las
conversaciones telefónicas interceptadas en la investigación superan en número
a las comunicaciones interceptadas en la segunda mayor investigación de ese año
en una proporción de 5 a 1.

 

Todos los encausados fueron acusados de violar la Ley de
Protección contra Iniciativas Animalistas, una controvertida ley destinada a
castigar a cualquiera que perturbe a una empresa que se beneficia de la
explotación animal. Algunos también fueron acusados de acoso interestatal y
otros delitos. Nunca se les acusó de participar personalmente en actos intimidatorios:
el Gobierno basó el caso en la idea de que deberían ser considerados
responsables de todas las acciones ilegales realizadas para impulsar la campaña
SHAC, sin tener en cuenta su grado de participación. Fueron declarados
culpables el 2 de marzo de 2006, condenados a penas de prisión entre uno y seis
años, y se les ordenó pagar enormes cantidades de dinero a HLS.

 

El juicio de los Siete de SHAC tenía la clara intención de
sentar un precedente para intimidar a los coordinadores de campañas que incluyen
acciones encubiertas: sus repercusiones se notaron hasta en Inglaterra. En 2005
el Gobierno británico aprobó la Ley sobre Delitos Organizados y Acción Policial
para proteger específicamente a las organizaciones que investigan con animales.
El 1 de mayo de 2007, tras una serie de redadas que involucraron a 700 policías
en Inglaterra, Holanda y Bélgica, 32 personas relacionadas con SHAC fueron
detenidas, incluyendo a Heather Nicholson y a Greg y Natasha Avery, algunas de
las fundadoras de SHAC en Gran Bretaña. En enero de 2009, 7 de ellas fueron
condenadas a penas de prisión de entre 4 y 11 años.

 

El futuro de SHAC

 

A pesar de todos esos reveses, la campaña SHAC continúa
activa hasta hoy,[6] aunque se enfrenta a serios desafíos en Estados Unidos.
Algunas organizaciones regionales siguen activas todavía, y se siguen
realizando acciones independientes, pero no hay un cuerpo organizado a nivel
estatal, ni una newsletterde noticias, ni una web de confianza en la que
publicitar objetivos y crónicas de acciones. Como consecuencia, hay menos
enfoque estratégico, menos alcance y menos trabajo en red, y una falta de
resultados a nivel estatal. Lo bueno es que se ha vuelto más difícil para las
empresas saber a quién denunciar o imponer medidas cautelares, pero ese es un
aspecto positivo bastante limitado.

 

Esta caída se puede atribuir a la represión gubernamental en
general y al juicio de los Siete de SHAC en concreto. El miedo a las
repercusiones legales ha aumentado a la vez que los organizadores clave se han
retirado de la acción. Con las nuevas leyes locales que prohíben los piquetes
en zonas residenciales y la Ley de Iniciativas Animalistas Terroristas de 2006
que ilegaliza los objetivos indirectos interestatales, muchas tácticas que una
vez implicaron poco riesgo ya no son factibles. Ahora que más formas de
organización públicas están siendo castigadas más agresivamente, es posible que
la siguiente generación de activistas por la liberación animal se centre más en
tácticas clandestinas. Una de las características más fuertes de la campaña
SHAC fue la combinación de enfoques públicos y clandestinos, así que estas no
son necesariamente buenas noticias para el movimiento.

 

En realidad es bastante sorprendente que HLS todavía exista:
hacia el año 2000, las organizadoras de SHAC debían contar ya con haber ganado
a esas alturas. Cuando Stephens Inc. desinvirtió, sus préstamos eran lo único
que mantenía a HLS en funcionamiento. Solo una nueva intervención del Gobierno
británico permitió a HLS negociar una refinanciación y continuar. SHAC ganó,
solo que le robaron su victoria. La misma situación se dio cuando SHAC forzó a
Marsh Inc. a romper lazos y HLS se tuvo que enfrentar a la perspectiva de
operar sin el seguro exigido por la ley. De nuevo, el Gobierno británico
intervino, y el Departamento de Comercio e Industria proporcionó a HLS una
cobertura sin precedentes. Sin esta protección desde las más altas esferas del
poder, HLS habría desaparecido hace mucho, pero es precisamente para eso para
lo que existen los gobiernos: para defender a las grandes empresas y preservar
el buen funcionamiento de la economía capitalista. Quizá fue naíf creer que los
Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña permitirían que ni siquiera la más
feroz campaña por la liberación animal llevase a una empresa influyente a la
quiebra.

 

No se puede luchar como si no hubiera mañana
indefinidamente, y los repetidos retornos de entre los muertos de HLS deben
haber sido enloquecedores para los activistas más veteranos de SHAC que lo
apostaron todo una y otra vez en un último empujón. Los participantes no están
de acuerdo en la magnitud del factor del burn
out
, pero sería una tontería descartarlo. Desde el principio, la campaña
SHAC se orientó hacia el activismo a tiempo completo. La mentalidad es la de
que, si los empleados de HLS trabajan a tiempo completo, sus oponentes deben
trabajar al menos igual de duro. Artículos de la newsletter como “Rutina
de entrenamiento para SHACtivistas” muestran un enfoque enérgico que
probablemente se relaciona con una alta tasa de agotamiento. En cualquier caso,
siendo como es tan difícil distinguir los efectos de este desgaste de los del
miedo, muchos activistas abandonaron SHAC sin pasarse a otras campañas.

 

SHAC continuó activa en Europa continental y América Latina,
y es implacable en Gran Bretaña. La campaña SHAC británica puede ofrecer un
mejor modelo sobre cómo afrontar la represión federal: desde este punto de
vista, parece que las activistas británicas estaban preparadas de antemano para
ello, tenían personas listas para asumir el cargo de coordinadoras y estaban
más abiertas a la participación de nuevas personas. Pero Gran Bretaña está más
densamente poblada que gran parte de los Estados Unidos y tiene una historia
más rica en la lucha por los derechos animales, así que es injusto comparar las
dos campañas demasiado de cerca.

 

¿Logrará SHAC finalmente cerrar HLS? Todavía es posible,
aunque parece menos probable que hace unos años. Hay quienes todavía sienten
que lo más importante es cerrar HLS a cualquier precio, para conseguir una
victoria histórica que inspirará a activistas y atemorizará a ejecutivos
durante las próximas décadas. Otras piensan que, cierre o no HLS, SHAC ha
cumplido su propósito, demostrando las fortalezas y debilidades de un nuevo
modelo de organización anticapitalista.

 

Notas:

 

[1] A diferencia de HSUS y PETA, el FLA no es técnicamente
una organización, sino más bien una firma utilizada por células autónomas que
no necesariamente tienen alguna conexión entre sí.

 

{2] Según los informes, los principales coordinadores de
este colectivo se unieron a HSUS. Este es un ejemplo de los sutiles conflictos
y las dinámicas de poder que se desarrollan en el movimiento por los derechos
animales: organizadores de SHAC se quejan de que HSUS absorbe a activistas
comprometidos dándoles empleos remunerados y prohibiéndoles colaborar con
activistas más militantes.

 

[3] A diferencia de muchos movimientos sociales, el
movimiento por los derechos animales cuenta con el apoyo de donantes millonarios,
y podemos suponer que algunos han contribuido con SHAC.

 

[4] Este anuncio es aún más irónico si tenemos en cuenta el
papel que siguen desempeñando los matones encapuchados en países como Colombia
para defender los intereses de las multinacionales que comercian en Wall
Street.

 

[5] “Pets” en el original (N. de la T.)

 

[6] Recordamos que este texto es de 2008 (N. de la T.).

 

[Tomado del libro De activista a terrorista,
accesible en versión integral en http://ochodoscuatroediciones.org/nueva/wp-content/uploads/2021/01/tripas-DAAT-final-1.pdf-]

 




Fuente: Periodicoellibertario.blogspot.com