January 28, 2021
De parte de Nodo50
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El 鈥渄ebate presidencial鈥 que el Consejo Nacional Electoral del Ecuador realiz贸 los d铆as 16 y 17 de enero pasado, con la participaci贸n obligatoria de los 16 candidatos, no respondi贸 a las expectativas que tuvo la ciudadan铆a.

Tampoco pod铆a brindar mayores luces ni orientaciones, si se toma en cuenta que el formato, los temas centrales y las principales preguntas respondieron al criterio de un comit茅 de 鈥渘otables鈥. Y no era posible esperar mucho de una mayor铆a de candidatos cuyo rudimentario conocimiento de las realidades del pa铆s les impulsa a ofrecer soluciones personales e 鈥渋maginativas鈥.

Es necesario ir m谩s all谩 del debate para entender cu谩l es el escenario de las confrontaciones. Porque el centro de ellas se encuentra en el campo econ贸mico y tiene una larga historia.

Si bien en sus dos a帽os finales de gobierno, Osvaldo Hurtado (1981-1984) adopt贸 las primeras medidas 鈥渁perturistas鈥 en econom铆a y firm贸 la primera Carta de Intenci贸n con el FMI, fue con el gobierno de Le贸n Febres Cordero (1984-1988) cuando la oligarqu铆a empresarial pas贸 a controlar directamente el Estado y a edificar un modelo de econom铆a inspirado en el 鈥渘eoliberalismo鈥 que, en aquellos tiempos, fue impulsado agresivamente desde los EEUU por el gobierno de Ronald Reagan (1981-1989). A pesar de la relativa interrupci贸n a sus intereses, que represent贸 el gobierno de Rodrigo Borja (1988-1992), con Sixto Dur谩n Ball茅n (1992-1996) se retom贸 el camino inaugurado por el febrescorderismo, incluso bajo condiciones mundiales favorables, provocadas por el derrumbe del socialismo sovi茅tico, que hizo pensar que el horizonte humano, como lo argument贸 Francis Fukuyama en un famoso libro (1992), era el 鈥渇in de la historia鈥 bajo econom铆as de mercado con democracias de tipo occidental. En Am茅rica Latina, durante los noventas, se extendi贸 el dec谩logo del 鈥淐onsenso de Washington鈥 (1989), que solo supon铆a bondades con mercados desregulados.  

Los gobiernos de Abdal谩 Bucaram (1996-1997) y Fabi谩n Alarc贸n (1997-1998) fueron instrumentos del modelo econ贸mico empresarial, que se continu贸 con Jamil Mahuad (1998-2000), Gustavo Noboa (2000-2003), Lucio Guti茅rrez (2003-2005) y Alfredo Palacio (2005-2007). No importa la ideolog铆a o el partido pol铆tico que auspici贸 o respald贸 a los gobernantes citados, porque su gu铆a econ贸mica fue la misma, lo cual era un fen贸meno latinoamericano imparable, a pesar de que durante dos d茅cadas se demostraba en la regi贸n que el modelo neoliberal, si bien impulsaba alg煤n crecimiento en sus primeros tiempos y cierta modernizaci贸n capitalista, se hab铆a convertido en un proceso que no solo desestabilizaba la misma econom铆a, sino que la somet铆a al capital transnacional, desarticulaba la institucionalidad, fomentaba la corrupci贸n, concentraba el poder y la riqueza en una elite y deterioraba, sistem谩ticamente, las condiciones de vida y de trabajo de la poblaci贸n. En los pa铆ses latinoamericanos las protestas y manifestaciones sociales proliferaron durante las d茅cadas finales del siglo XX, varios gobernantes cayeron por causas de corrupci贸n, la ingobernabilidad era extendida y la pobreza, extrema. Abundan los estudios acad茅micos y tambi茅n los que han realizado instituciones internacionales, incluido el propio FMI, que nunca pudo ocultar las cifras del desastre neoliberal. Ecuador no qued贸 atr谩s, con el ascenso de la voracidad rentista de las elites, que acompa帽贸 a la crisis pol铆tica: 7 gobiernos en una d茅cada, con 3 presidentes electos, pero derrocados.  

La hegemon铆a neoliberal-empresarial no pudo evitar que, como contraparte, surgiera otro proceso hist贸rico: la acumulaci贸n de fuerzas sociales cuestionadoras de su modelo de econom铆a y sociedad, que se expres贸 en el apoyo y ascenso de distintos gobiernos que formaron parte del primer ciclo progresista en Am茅rica Latina, durante los primeros tres lustros del siglo XXI. Esos gobiernos dieron continuidad a los 鈥減opulismos鈥 cl谩sicos de la regi贸n e impulsaron una serie de principios (activo rol del Estado, servicios p煤blicos, impuestos directos, redistribuci贸n de la riqueza) comparables con el tipo de econom铆a social de mercado que implant贸 Europa despu茅s de la II Guerra Mundial, o que adoptaron los EEUU con el 鈥淣ew Deal鈥 de Franklin D. Roosevelt (que liquid贸 R. Reagan, de acuerdo con los an谩lisis que ha realizado Joseph Stiglitz) o que ha seguido el 鈥渟ocialismo鈥 de Canad谩.

El gobierno de Rafael Correa (2007-2017) represent贸 a la nueva tendencia. Y tambi茅n sent贸 las bases para construir una econom铆a social, que ha sido, desde 1925, con la Revoluci贸n Juliana, una aspiraci贸n ecuatoriana que en el pasado no logr贸 afirmarse, aunque hubo algunos avances con el desarrollo de los derechos sociales en las progresistas constituciones de 1929, 1945 y 1979; con el desarrollismo de las d茅cadas de 1960 y 1970 que otorgaron un papel rector al Estado en la econom铆a, las inversiones, bienes y servicios p煤blicos, as铆 como su control monopolista sobre recursos estrat茅gicos; por la implantaci贸n y desarrollo del sistema de impuestos directos y especialmente sobre las rentas desde 1928 e, indudablemente, por la imposici贸n de los intereses nacionales sobre los intereses privados de la burgues铆a interna.

Las pasiones y odios despertados por el anti-corre铆smo (que en las extremas derechas se ha vuelto irracional), impiden la objetividad; pero lo cierto es que la econom铆a social que se avanz贸 durante el gobierno de Correa demostr贸 las virtualidades de este modelo, que no solo ha merecido estudios nacionales e internacionales, sino la evaluaci贸n positiva de los informes de los principales organismos mundiales a los que se puede consultar: CEPAL, a la cabeza, pero tambi茅n PNUD, OIT, BM y hasta FMI. Desde luego, el 鈥渃orre铆smo鈥 demostr贸 sus alcances y sus l铆mites.

Pero si se comprenden bien los procesos hist贸ricos de largo plazo, deber铆a observarse que si, por un lado, las elites de la derecha econ贸mica representan una fuerza social que quiere controlar el Estado para subordinarlo a sus intereses mediante la implantaci贸n del modelo empresarial-neoliberal, que ha sido la tendencia hegem贸nica durante las d茅cadas finales del siglo XX y que se restaur贸 con el gobierno de Len铆n Moreno (2017-2021); tambi茅n, de otro lado, hay un complejo y hasta contradictorio bloque de fuerzas sociales (sectores populares, trabajadores, ind铆genas, campesinos, movimientos sociales, peque帽os y medianos empresarios, capas medias), que no desean ese camino y que prefieren un modelo de econom铆a social (nada que ver con Venezuela o Cuba, estranguladas por un bloqueo inconcebible, frecuentemente ausente en los an谩lisis), que garantice, por lo menos, buenas capacidades estatales para proveer bienes, servicios (educaci贸n, salud, medicina, seguridad social) e inversiones p煤blicas, que potencie derechos individuales, laborales, sociales y ambientales, refuerce los impuestos directos para la redistribuci贸n de la riqueza, sujete y controle las arbitrariedades del sector privado.

Por cierto, los estudios de la CEPAL abogan hoy, en medio de la pandemia y del balance de las econom铆as latinoamericanas, por la reconstituci贸n de las capacidades estatales para redistribuir el excedente social (https://bit.ly/3iD29PZ). Y estudios acad茅micos tan s贸lidos, como los de los profesores norteamericanos Daron Acemoglu y James A. Robinson (2019), demuestran que la ausencia de fuertes e institucionalizados Estados en Am茅rica Latina, impide la prosperidad econ贸mica y la libertad individual, conforme lo ha destacado un importante art铆culo de Mateo Villalba (https://bit.ly/3c2kGUJ).

Las 16 candidaturas del presente se ubican, hist贸ricamente (espero que sea comprensible esta categor铆a de la ciencia social), en torno a esas dos fuerzas, que han polarizado la vida nacional en el siglo XXI. El banquero Guillermo Lasso es el candidato que representa los ideales de quienes desean dar continuidad al modelo empresarial-neoliberal de econom铆a. La ultraderecha econ贸mica incluso quiere ir m谩s lejos y restaurar un dominio olig谩rquico similar al de la 鈥溍﹑oca plutocr谩tica鈥 (1912-1925), cuando el Estado era un eslab贸n de la bancocracia, no hab铆a Banco Central, Contralor铆a, impuestos directos, seguridad social, ni leyes laborales, pues incluso la jornada de 8 horas diarias, establecida en 1916, fue burlada. Andr茅s Ar谩uz, por su lado, expresa el inter茅s de amplios sectores, identificados con el progresismo de nueva izquierda, que se inclinan a favor de un modelo de econom铆a social. Sin embargo, tambi茅n es necesario considerar que hay otros candidatos que intentan representar a las fuerzas en conflicto. Por eso, en el lenguaje com煤n, se argumenta que la 鈥渄erecha鈥 va dividida y, hasta pocas semanas atr谩s, se pens贸 que, si se aceptaba la candidatura de 脕lvaro Noboa, saldr铆a afectado Lasso, aunque Noboa no representa un modelo distinto, que tambi茅n podr铆a representarlo Isidro Romero. Y, de igual modo, se sostiene que la 鈥渋zquierda鈥 va dividida, porque Yaku P茅rez est谩 respaldado por las izquierdas tradicionales, dirigentes de varios movimientos sociales, los marxistas pro-bancarios y los radicales anticorre铆stas del sector.

El 鈥渄ebate presidencial鈥 no altera el panorama hist贸rico del Ecuador. Solo los resultados electorales del 7 de febrero definir谩n cu谩les son las fuerzas sociales que logran imponerse en la conciencia ciudadana. Eso es lo que est谩 en juego en el pa铆s. Y el triunfo de cualquier candidato tampoco anular谩 el movimiento de los bloques sociales que marcan las tendencias del siglo XXI. En el largo plazo, sus abismales diferencias de intereses y de concepciones continuar谩n pesando sobre la vida econ贸mica y su conducci贸n pol铆tica.

Blog del autor: Historia y Presente
www.historiaypresente.com




Fuente: Rebelion.org