Una vez más nos volvemos a encontrar un caso de violencia machista en el que se pone el foco en la re-victimización de la persona agredida. La única herramienta que nos ofrece el sistema judicial para solventar los problemas que denunciamos desde el transfeminismo, tales como (violencias, agresiones y todo tipo de discriminaciones) es ACUDIR A LA VÍA PENAL. Esto supone un proceso en el que en ningún momento se tienen en cuenta los cuidados y reparación de la persona agredida, y que lejos de ello, pone en duda una y otra vez la veracidad su testimonio. Como tal, supone un proceso doloroso y traumático para la mayoría de las mujeres, donde somos humilladas, cuestionadas y re-victimizadas. En ningún momento se trabaja la raíz del problema ni sus causas, ni como sujetos agredidos se nos pone en el centro.
Es importante tener en cuenta que aunque al sistema judicial penal se le introduzca perspectiva de género, vamos a caer en asumir unas leyes que han sido creadas desde el actual sistema racista, clasista y patriarcal. Deberíamos de tener claro que este sistema nunca nos va a CUIDAR, NI A REPARAR, NI A HACERNOS SENTIR MÁS SEGURAS. Todo lo contrario: nos infantiliza, nos victimiza y nos cuestiona. Es el Estado el que toma la responsabilidad de castigarnos como la solución a los diferentes conflictos que surgen entre las personas y nos despoja de la posibilidad de gestionar los conflictos entre nosotras y como nosotras querríamos.
Las soluciones que se proponen desde el Estado pasan siempre por el castigo en sus diferentes formas y cuyo máximo exponente es LA CÁRCEL. Se trata de un sistema violento que sólo genera más violencia, ya que posee una estructura basada en la opresión, la dominación y la jerarquización de la institución penitenciaria sobre las persona presas, sobre sus mentes y cuerpos, con unos efectos devastadores para ellas, y muchas veces irreversibles. El sistema penitenciario reproduce y legitima las desigualdades estructurales sobre las que se asienta. El principal efecto negativo del punitivismo es que nunca parte de un análisis de las causas de los problemas sociales, al considerar que los delitos son exclusivamente responsabilidad de las personas que los cometen. Como solución estas personas son apartadas de la sociedad, pensando que así el problema desaparece, aunque sabemos que se trata de un “parche temporal”.
La Institución Penitenciaria no tiene por objeto el tratamiento de los agresores para que aquellas conductas de dominación, violencia y agresión no se vuelvan a cometer, sino que inculcan el miedo a ser castigado de nuevo y volver a la cárcel; y ésta, por su esencia y sus dinámicas (ya mencionadas algunas de ellas) está bien lejos de ser un lugar idóneo para este aprendizaje. Este trabajo, independiente del sistema penal y penitenciario y sí de carácter social, debería ir enfocado en crear conciencia de que esas actitudes son impermisibles porque no respetan la integridad, física y psicológica, de las personas y provocan un enorme daño.
Fuente: Campazgz.wordpress.com