July 5, 2022
De parte de Periódico El Roble
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No hay discusión respecto a cuál es uno de los problemas más urgentes del país: la inflación que no cesa y que en el último año crece mes a mes. Hoy las proyecciones rondan el 75% para 2022, lo que sería redondear el año con más inflación desde 1991. Pero el aumento descontrolado de los precios es sólo una arista del problema. Sabemos que la clase trabajadora, está viviendo al día. Hay quienes comen salteado, no les alcanza para los remedios o la ropa para su familia, se endeudan para comprar lo esencial.

En este marco de crisis social en aumento, se agudiza también la crisis política del gobierno. El contexto indudablemente lo golpea, pero también se desangra por su propia interna. Este fin de semana con la renuncia ¿inesperada? del ministro de economía Martín Guzmán se pronuncia la pérdida del ya poco capital político de Alberto Fernández. Queda por ver si, tras estas modificaciones en el gabinete, el camino es el del fortalecimiento del ala kirchnerista pensando en armados de cara al 2023 o si intentan algún manotazo de ahogado que aplaque la grieta interna del Frente de Todos. En cualquier caso, las consecuencias recaen sobre el pueblo trabajador que padece la incertidumbre alcista de los precios y la consecuente pérdida del salario real.

En este sentido, las paritarias (en el sector registrado) no terminan de cerrar el ciclo de negociaciones en este 2022 porque frente a la poca previsibilidad sobre el futuro inmediato son muchos los gremios que han logrado aperturas antes de la fecha prevista como camioneros, seguridad, sanidad, mecánicos, entre otros. En algunos casos se pactan aumentos todos los meses y una fecha para una nueva reapertura como en estatales y docentes. En otros, la burocracia sindical festeja haber conseguido porcentajes que le empatarían a la inflación pero disimula salarios bajos de por sí. Es importante destacar en este sentido que, salvo excepciones, los salarios quedan por debajo de la inflación porque los incrementos son posteriores y porque ya acumulamos cerca de seis años en el que muchos gremios ni siquiera le empataron a la suba de precios.

Las patronales, quienes tampoco pueden prever sus futuras ganancias, están pidiendo un mayor ajuste -en el mismo sentido que el FMI- para poder bajar la inflación, lo cual nos llevaría a un contexto con peores condiciones de vida. Con el argumento de que subir salarios es aumentar la presión alcista de los precios pretenden echarle la culpa al sector ocupado. Desde ya que sus ganancias nunca son puestas en discusión.

Ahora bien, podemos escuchar las distintas teorías respecto a la inflación, desde los liberales que sostienen que la inflación se da porque el Estado emite dinero, hasta los progresistas que sostienen que se trata de factores multicausales (que nunca explican) e insisten con los “formadores de precios”. Desde un análisis realista, el problema no depende solo de la voluntad de unos pocos actores -empresarios, políticos-, sino de un entramado de intereses que tiene, de un lado, la necesidad de mantener la paz social, la arrolladora lógica de la ganancia capitalista que echa mano a la remarcación en la cadena de precios como forma de blindarse en un escenario inestable y, del otro, la tensión que genera la crisis social entre los sectores ocupados y desocupados que ven cómo van perdiendo condiciones de vida. El peronismo en el gobierno funciona como garante del orden para que puedan desenvolverse los negocios patronales a costo,  paradójicamente, de no poder domar la inflación. El déficit fiscal es emparchado con emisión de pesos para cubrir sus propios gastos, que en gran medida tienen por objetivo mantener la situación social contenida. La inflación es una problemática histórica y estructural del capitalismo local.

En definitiva, como siempre decimos, quienes peor la están pasando son aquellos sectores que no tienen un trabajo registrado y viven de changas, de varios empleos, quienes van rotando de un laburo temporal a otro mientras reciben planes sociales para tener una mínima base de supervivencia. Contrario a lo que hacen algunos canales de televisión, tenemos que repetir que la mitad de quienes trabajan no tienen los derechos fundamentales, ni aguinaldo, ni vacaciones, ni obra social y ganan en promedio 60 mil pesos. Que el 60 % de lxs niñxs son pobres. Que la jubilación mínima no llega a los 40 mil pesos. Que según el Indec, una familia de 4 miembros necesitó en Mayo $99.000 para no ser pobre. Pero que sumando dos salarios mínimos apenas llegamos a los $91.000.

En este contexto el Frente De Todos está en plena crisis interna, pero pese a eso acuerdan en mantener el ajuste macrista lo cual nos demuestran, una vez más, el carácter de clase del Estado. Por momentos pareciera que las aguas se calman un poco y hay medidas que tienden a solucionar las internas como sucedió con el último de Kulfas por Scioli en el ministerio de Desarrollo productivo. Desde Juntos  por el Cambio (radicalismo, PRO y otros grupos menores) aún no definen candidaturas, pero van perfilando una opción cada vez más corrida a la derecha, ayudada en parte por el ultra liberal y conservador Milei -que a su vez es inflado por los medios-. 

Tenemos en claro que las soluciones o propuestas de un cambio verdadero para nuestro pueblo no vendrán de la mano de ninguno de estos políticos ni coaliciones. Por eso, tenemos que ser conscientes de que las tareas que tenemos por delante tienen que incluir el cuestionamiento de la lógica misma del capitalismo, de sus objetivos y de las consecuencias cada vez más críticas para la vida humana. Tenemos que señalar la importante batalla que los obreros del neumático están dando frente a los gigantes de Fate, Pirelli y Firestone, pues con una dirección gremial que correctamente propicia la manifestación de la bronca que cualquier laburante tiene en este contexto, mucho más si tiene que trabajar fines de semana y feriados en turnos rotativos. Apoyamos esta pelea en solidaridad con los compañeros, pero también porque hace semanas vienen echando mano a los métodos históricos de nuestra clase: la asamblea, el paro, la movilización y el corte de ruta para hacer oír sus reclamos. Demuestran que aun en momentos de cierta quietud,  quizás con la honrosa excepción de los movimientos sociales, Argentina es un país con un alto grado de movilización y de organización obrera, barrial, feminista, ambiental, estudiantil. ¿Cómo hacemos para juntar todas estas experiencias de lucha y organización? ¿Cómo hacemos para que sean parte de una opción de poder que sobrepase lo parlamentario? En momentos críticos como el actual, cuando se cumplen 20 años del asesinato de Dario y Maxi en aquel Puente Pueyrredon escenario de grandes luchas de nuestro pueblo, dejamos planteados estos interrogantes que pueden ayudarnos a pensar cómo recuperamos esa confianza en las propias fuerzas y plantarnos por nuestros intereses como trabajadorxs.

Equipo de El Roble.




Fuente: Periodicoelroble.wordpress.com