November 22, 2020
De parte de Tejiendo Historia
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El ‘Katiuska’ tenía una autonomía de 1.450 kilómetros. El trayecto de Mahón a Roma y vuelta era de 1.436.

De todos los planes de la República por ganar la guerra, posiblemente el más disparatado fue el de bombardear Roma y el Vaticano. Un plan que apenas aparece en los libros de Historia. La idea era despegar desde Menorca una escuadrilla de Tupolev SB-2 –llamados Katiuskas–, volar hasta Roma, soltar la carga y volver. Todo para dar un buen susto al Papa y a la Italia fascista.

El teniente coronel Leocadio Mendiola, uno de los pilotos más laureados de la República, confesó poco antes de morir que la propuesta fue suya: “Aquella idea partió de mí y se la hice saber a Hidalgo de Cisneros. No pensé en bombardear los lugares sagrados, sino en lanzar una pancarta que dijera que como los obispos bendecían a los aviones italianos que venían a matar españoles, nosotros podríamos corresponder a tan indigno proceder. El Katiuska tenía autonomía suficiente para volar hasta Roma y regresar a Menorca. Me denegaron totalmente el proyecto. Decían los políticos que la República no podía incrementar la espiral de guerra”. Por esa razón le rechazaron también la idea de bombardear la fábrica de aviones de Turín.

El tanquista republicano Álvaro Cortés Roa dice en sus memorias que también hubo un plan para bombardear de verdad Roma. Afirma que estaba preparada una escuadrilla de Katiuskas “con las bombas colocadas en sus lugares” y “todo lo necesario para ir, bombardear y volver a la base”. Sin embargo, “una contraorden llegó justo a tiempo para evitar que la escuadrilla emprendiera el vuelo”. Aquello creó un gran debate en el Ejército Popular, con unos a favor y otros en contra. Sólo se podía hacer desde Menorca, así que Baleares quedaría en medio del follón.

El bombardero ruso Tupolev SB-2, alias ‘Katiuska’.

La República estaba desesperada por la ayuda inglesa y francesa. Algunos proponían atacar a Alemania o Italia para que declarasen oficialmente la guerra y así remover el avispero europeo. El estallido de la II Guerra Mundial podía salvar a la República Española. El coronel Vicente Rojo propuso hundir barcos alemanes en el Canal de la Mancha pero Negrín y Azaña se negaron.

Rojo tenía sus razones. La marina nazi había bombardeado Almería como respuesta a un ataque en Ibiza al acorazado Deutschland y los italianos de Mallorca devastaban Barcelona sin rendir cuentas a nadie, salvo a Mussolini. Incluso llegaron a atacar la capital catalana despegando directamente desde Roma, como explica Gaspar Salom Ferragut en su libro Mallorca, el teatre decisiu (Purpurina, Manacor, 2019). Aquello eran agresiones extranjeras en toda regla pero las democracias europeas no reaccionaron. El ministro de Defensa, Indalecio Prieto (PSOE), llegó a ofrecer los puertos de Mahón y Cartagena al Reino Unido a cambio de su apoyo. Tampoco hubo respuesta. Este abandono condicionó el resultado de la guerra.

(Columna Tejiendo historia, publicada en Ultima Hora el viernes 25 de septiembre de 2020. Sale cada 15 días en papel).




Fuente: Manuelaguilerapovedano.wordpress.com