April 8, 2021
De parte de Arrezafe
233 puntos de vista

Fragmentos
tomados del libro ‘Estudiando la contrainsurgencia de Estados
Unidos
Manuales, mentalidades y uso de la Antropología’, de
Gilberto López y Rivas

El
libro (pdf) puede descargarse aquí.

“NADA VA A CAMBIAR”


En
su Discurso en la Academia Militar de West Point, en mayo de 2014, el
presidente Obama afirmó:

Estados
Unidos es y seguirá siendo la única nación indispensable. Eso fue
cierto en el siglo pasado y será cierto en el siglo por venir.
Estados Unidos debe liderar siempre en el escenario internacional. Si
no lo hacemos, nadie lo hará. La fuerza militar a la que ustedes se
han incorporado es, y siempre será, el soporte fundamental de ese
liderazgo. Creo en el excepcionalísmo estadounidense con cada fibra
de mí ser. Estados Unidos usará fuerza militar, unilateralmente si
es necesario, cuando nuestros intereses esenciales así lo requieran,
cuando nuestra patria sea amenazada, cuando nuestro modo de vida esté
en riesgo, cuando la seguridad de nuestros aliados esté en peligro…
La opinión internacional es importante, pero América (sic) nunca
debe pedir permiso para proteger a nuestro pueblo, nuestra patria y
nuestro modo de vida.[1]

Esta
creencia se fundamenta con argumentos incluso teológicos, merced al
“auto convencimiento” de que ese país está designado por la
providencia para combatir “el mal”.

Citando
al columnista del The New York Times, Thomas Friedman[2],
Adriansens destaca: “La mano oculta del mercado nunca funcionará
sin el puño oculto.”

En
palabras del analista:

Estados
Unidos ha creado un imperio global en el que da dos opciones a los
países: o aceptan o se les destruye… Esta es la razón por la que
Irak no sólo tuvo que ser invadido militarmente, sino también
destruido por completo, porque se alzaba de forma completamente
contraria al modelo neoliberal del Banco Mundial y el FMI… Irak era
un acérrimo Estado antiliberal: se negaba rotundamente a ser un
Estado cliente de Estado Unidos y había cerrado a los inversores
corporativos, estadounidenses o de otros lugares, su participación
en cualquiera de los mercados tras las sanciones (que le habían sido
impuestas): agricultura, sanidad, educación, industrias, etc. […]
restringir (y ya no digamos excluir) de sus mercados a las
corporaciones estadounidenses hubiera sido razón suficiente para que
Estados Unidos emprendiera acciones decisivas.

Acertadamente,
este autor aduce que otra de las razones para invadir Irak es la
naturaleza guerrerista del capitalismo:

Para
el complejo de la industria militar, para la economía de los Bush,
Cheney, Rice, Rumsfeld, etc., para la economía de las sociedades del
petróleo y de los fabricantes de armas, para la economía de los
estadounidenses ricos que poseen acciones en estos emporios y
corporaciones, esta guerra, como las guerras en general, no es sino
algo verdaderamente maravilloso porque se embolsarán los beneficios
que tan profusamente generan las guerras; (mientras) la muerte y la
destrucción la padecerán otros”.

Estados
Unidos surgió como nación a partir de una guerra anticolonial
contra el dominio de la Corona Británica. A partir de este
acontecimiento de singular importancia histórica, todas las guerras
en las que ha participado este país, hasta la segunda guerra
mundial, y después de ella, no han tenido la menor legitimidad: la
guerra de exterminio y reducción de los pueblos indios que ocupaban
el inmenso territorio despojado y expropiado a sus dueños
originales; la guerra de 1812 contra Inglaterra, que fue un intento
fracasado de anexión del territorio de Canadá a la Unión
Americana; la guerra de conquista territorial (1845-1848) contra la
joven república de México que logró la anexión de más de la
mitad de su territorio buscada afanosamente por los “padres
fundadores”; la guerra civil que determinó el rumbo
industrial-capitalista de la explotación de las clases y pueblos
oprimidos al interior de la nación; la guerra neocolonial contra
España en 1898 en la que consiguió apoderarse de algunas de sus
posesiones territoriales; de la cual derivó también la sangrienta
guerra de ocupación contrainsurgente estadounidense en Filipinas de
1889-1913; la guerra imperialista (1914-1918) en que Estados Unidos
incursiona por primera vez en Europa en la etapa final del conflicto;
las numerosas intervenciones bélicas abiertas y encubiertas en
América Latina como poder imperialista (en donde Sandino consiguió
la primera derrota militar de Estados Unidos en la región utilizando
la guerra de guerrillas); la guerra de Corea y Vietnam para contener
la revolución socialista en esos países, por recordar algunos de
los eventos más importantes.

Incluso,
la participación de Estados Unidos en la segunda guerra mundial, se
llevó a cabo con la perspectiva de minar al máximo a la Unión
Soviética, contener el avance de los comunistas en Europa, y
establecer finalmente sus dominios imperiales en el ámbito mundial
después de la derrota del eje Alemania-Japón-Italia.

Es
necesario señalar la responsabilidad manifiesta de Estados Unidos,
Inglaterra y Francia en el estallido de esta guerra, al estimular y
permitir el rearme de Alemania, al solapar el crecimiento
vertiginoso de sus fuerzas armadas y al invocar neutralidad frente a
las agresiones fascistas en Etiopia en 1935, a España en 1936, a
Austria y Checoslovaquia en 1938 y a Polonia en 1939. El
antisovietismo y el anticomunismo estuvieron presentes a lo largo de
la contienda bélica y fueron un factor subyacente en la singular
conducción de la guerra por parte de los aliados occidentales de la
Coalición antihitleriana. El retraso en la apertura del Segundo
Frente hasta el año 1944, cuando ya el curso de la guerra se había
definido en el frente soviético, y la sistemática política de las
“acciones pequeñas”, tenían por objeto lograr el desgaste, e
incluso, la eventual derrota de la URSS. Durante el inicio y el
desarrollo de la guerra, las clases trabajadoras integran la
resistencia antifascista, esto es, la participación activa de los
pueblos en la resistencia nacional y el peso de la Unión Soviética
en la contienda, van cambiando la naturaleza misma de la guerra: de
imperialista se transforma en una guerra popular, antifascista,
cobrando de este modo el carácter de una guerra justa y necesaria
hasta la derrota del eje nazi-fascista.

El
“patriotismo estadounidense” se ha nutrido de una historia de
genocidios, etnocidios, despojos y conquistas territoriales; se
fundamenta en las nociones etnocéntricas y racistas de “pueblo
escogido” por “la providencia” para expandir su dominio sobre
el continente, en su primera etapa, y después en el mundo entero,
bajo el concepto de ser la “única nación indispensable”; en el
“destino manifiesto” que dio forma ideológica al expansionismo
territorial; en el intervencionismo permanente y sistemático sobre
América Latina; en la conquista de territorios más allá de sus
fronteras continentales por la acción directa de sus Marines.
Su patriotismo implica la idea del “policía mundial” que vigila
el cumplimiento de su ley y protege sus intereses y seguridad
“nacionales” por encima de cualquier otro; se alimenta de los
mitos de “salvadores del mundo” propalados por la propaganda
cinematográfica; los incansables Rambos matando comunistas, y
ahora “terroristas”, en nombre de la justicia, la democracia y la
libertad.

Otorgar
el Premio Nobel de la paz a un comandante en jefe de matones y
psicópatas es grotesco e inconcebible y no tiene justificación
alguna. Obama incrementó el número de tropas en Afganistán, amplió
su intervención en Pakistán, amenazó a Irán y sofisticó la
guerra de ocupación en Iraq, con la profundización de la ayuda de
antropólogos mercenarios que indican las rutas culturales para
romper las redes de la resistencia y comprar a iraquíes que maten a
iraquíes; apoyó el golpe militar en Honduras con malicia e
hipocresía; sostuvo el bloqueo contra el pueblo y el gobierno de
Cuba; continuó con la ocupación de Colombia a través de bases
militares que amenazan a Venezuela y a Bolivia; todo ello,
justificado por el derecho a llevar a todos los confines del mundo
“la guerra justa y necesaria” para las corporaciones capitalistas
de Estados Unidos.

[1]
– Obama, B. (2014, mayo, 28). Remarks by the President at the United
States Military Academy Commencement Ceremony, Academia militar de
West Point, EEUU.

[2]
– Friedman, Thomas L. (1999) A manifesto for the fast world. The New
York Times. Recuperado de
https://www.nytimes.com/1999/03/28/magazine/a-manifesto-for-the-fast-world.html?searchResultPosition=5




Fuente: Arrezafe.blogspot.com