April 1, 2021
De parte de Oveja Negra
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Hace unos días tuve la oportunidad de hablar un rato con un chico al que no conocía de nada. Seguramente, por este mismo hecho de que no nos conociéramos fue más fácil que nos dejáramos hablar sin muchas de estas restricciones que suelen surgir cuando hablan dos personas que se conocen perfectamente. Todavía no estábamos reducidos el uno para el otro a un conjunto de ideas fijas de lo que cada uno de nosotros es. Decía el muchacho, un poco a lo cursi, que él solo sabía hablar de corazón, mostrar lo que guarda dentro de él y que, como solía hablar así, de corazón, de forma sencilla, como un tipo de pueblo llano, pues que él no podía contradecir mucho a todos estos políticos, cuyas caras han inundado las calles de los pueblos y las ciudades peruanas en estos últimos meses, y rebatir lo que ellos dicen. Parece ser que suponía que estos políticos, por su preparación y posición social, podían razonar y argumentar mucho mejor que él…

¿Oh, pueblo, tanto te han hecho creer en tu propia inepcia que hasta no te ves capaz de sentir y percibir toda esta red de mentiras de la que son presos esos pobres hombres y mujeres que se han lanzado a trepar por la pirámide del Poder? ¿Acaso te has olvidado que para trepar por esa pirámide se ha de pagar necesariamente con un grado cada vez mayor de idiotez y estupidez? ¿Acaso el peligro que representan para la gente esas caras de los políticos está en su capacidad de razonar y pensar? Yo creo que no. Más bien, todo lo contrario.

Y es que bien nos han metido en nuestras cabezas y corazones que estos que trepan por allá arriba, políticos, empresarios, académicos y expertos de turno, saben de la vida lo que los demás, los que estamos abajo, no sabemos. Que ellos allí arriba sí que saben utilizar la razón, mientras que a la gente sencilla no le queda más que revolcarse en sus falsificadoras pasiones sentimentales. Tal vez sea muy cierto que aquí, entre la gente sencilla, no sepamos mucho de la vida, pero el verdadero problema no es ese, sino que es que ni siquiera tenemos la oportunidad de vivirla. Un gran hombre dijo una vez: ¿qué significarían para nosotros las ideas si tuviéramos la vida? (Gustav Landauer, La revolución). No significarían nada. Si tuviéramos la vida, las ideas sobre ella se habrían vuelto, al instante, abiertamente superfluas e innecesarias. Que no nos asuste, entonces, nuestra incapacidad de apresar la vida en los conceptos y saberes positivos, es, más bien, una fuente de alegría que la vida no se deje atrapar por nuestro método científico y, por ello, siempre pueda escurrirse del dominio que se teje sobre ella; si pudiéramos vivirla, sentirla y experimentarla, ni falta nos haría estar conceptualizándola y encerrándola en un sistema bien definido, pues para la vida todo sistema bien cerrado es una cárcel y una forma de muerte. De todo ello ya se encargan esos defensores de las mentiras establecidas, cuyas caras aparecen todo el tiempo por la televisión y en los periódicos, esos mismos que pretenden vendernos una idea de vida que no es más que un cadáver que ellos llevan consigo por todas partes para promocionarlo.

¿Pero y ellos? ¿Qué sabrán ellos de vida? Nada, no saben más que las mentiras que ellos mismos se creen y a nosotros nos obligan a creer. Si nos fijamos bien, veremos que ellos no son capaces de pensar, de desarrollar un pensamiento, pues ya la propia posición que ocupan les incapacita para ello. Y es que para trepar por la escalera de los cargos del Poder hay que tener muchas ideas adecuadas, todas ellas mentirosas, claro, pero poco atisbo del pensamiento vivo, de la palabra viva. Ellos están al servicio de la muerte (que siempre se presenta como vida) y con su fe en las mentiras acerca de la vida acaban reduciéndola a una cárcel. Su facultad de pensar está atrofiada: no dicen más que eslóganes, más que mentiras adornadas con palabras científicas y cultas que ni ellos mismos entienden claramente. Y su función, esa de la que ellos mismos no son conscientes, es convertirnos a nosotros también en incapaces de pensar y reducirnos a una especie de reproductores automáticos de ideas recibidas.

No podrían debatir contigo, muchacho, ni con nadie, si por alguna casualidad tuvieran que hablar con alguien que todavía fuera capaz de pensar: cada vez que abriesen la boca solo estarían vendiéndonos las mentiras en las que creen y, con ello, todas las supuestas bondades que preparan sus partidos para la buena marcha de la nación; cada vez que abriesen la boca sería para escucharse ellos mismos, porque lo mismo que no son capaces ya de pensar, tampoco son capaces de dejarse llevar por el pensamiento vivo que sale por la boca de otro. ¿No ves acaso que siempre hablan para ellos, para escucharse a sí mismos? ¿Y que lo hacen preferiblemente en lugares donde solo se dicen eslóganes, como redes sociales o propaganda televisiva, donde están rodeados de la atención de las masas estatales, que, como bien se sabe, son constituidas, cada uno individualmente, por las mismas mentiras que el sistema entero? Es decir, en lugares donde no se dice propiamente nada más que palabras muertas, inertes, prostituidas. ¿No ves todavía que ellos están al servicio de las mentiras que sostienen este Mundo y que solo repitiéndolas sin cesar es como consiguen acallar sus propias dudas que de vez en cuando les asaltan desprevenidos? No saben nada de la vida, solo saben estropearla con sus mentiras y conseguir que tú también vayas por el mismo camino que ellos, sin apenas vivir, malgastando tus fuerzas y tus manantiales de vida en Trabajo y Ocio, a través de los cuales el Capital y el Estado te van condenando, sin que te des mucha cuenta, a no poder vivir más que muy de vez en cuando y siempre a pesar de su aplastante dominio. Desgraciadamente, muchas veces consiguen convencerte de que trabajar y dedicarte al ocio de masas es vivir…

Es muy dudoso que los políticos de turno puedan razonar más o mejor que tú, amigo mío. Lo que sí pueden hacer es meterte en la cabeza muchas ideas que te encerrarán en una cárcel de la que será muy difícil salir, pues lo que tienen, seguramente, más que tú son justamente esas ideas recibidas que sostienen este Mundo y ellos han interiorizado como si fueran propias, como si nacieran de sus mismas entrañas. El peligro que ellos representan está en su capacidad de seguir convirtiéndote en un ciudadano dócil más, en un átomo de la masa, intercambiable y bien adaptado a lo que requiere el orden establecido en cada momento. Y para eso, evidentemente, no usan el pensamiento, no pueden hacerlo, sino que buscan impedir en todo momento el pensamiento vivo entre la gente, imponiendo sobre ella las mentiras que alimentan el corazón mismo del sistema reinante. Si consiguen que estas mentiras sean interiorizadas por la gente, ya han triunfado en su propósito oculto, ya han reducido al pueblo a una masa idiotizada y dócil de súbditos del Estado y del Capital, ya han impuesto su fe mortal.

Así que, a pesar de todo ello, sigue hablando de corazón (que no tiene tampoco mucho motivo para estar reñido con razón), si es que todavía conservas ese milagroso don, pues aunque no sea nada seguro ni mucho menos, siempre cabrá la posibilidad que de este corazón tuyo salga de vez en cuando la siempre anhelada y deseada denuncia de las mentiras que te venden cada día. Son ellos quienes temen que dejes de escuchar sus mentiras, que ya no puedan seguir formándote como Dios manda, con sus medios de información y sus escuelas y universidades, y que de tu corazón, con el que dices que hablas, salga verdadero veneno para la fe que ellos proclaman.




Fuente: Ovejanegrarevista.wordpress.com