Desde
hace más de una semana, todos los días al final de la mañana nos
deleitan en los medios de comunicación con una rueda de prensa en la
que progresivamente han ido adquiriendo más protagonismo las
consignas destinadas a incrementar la militarización y el control
social y perdiendo dicho protagonismo la información sanitaria.
El
despliegue de las unidades militares empezó inmediatamente después
de la declaración del estado de alarma y la puesta en escena un día
después: desde ese día en la rueda de prensa hay más uniformados
que civiles. Y uno de los civiles, el único sanitario del grupo,
prácticamente realiza labores de moderador y presentador al
principio del acto.
Cinco
días después del primer despliegue de la UME, el Jemad, general del
aire Miguel Ángel Villarroya, informó a toda la población de que
“en esta guerra irregular y rara que nos ha tocado luchar, todos
somos soldados” y ayer, volvió a decirnos que somos 47 millones de
soldados en esa misma guerra, mientras los otros dos uniformados nos
asustan con el número de detenidos e identificados por no cumplir
las normas en las anteriores veinticuatro horas y después nos dicen
que “todo transcurre dentro de la normalidad”, como si vivir en
estado de alarma fuera lo normal.
Llevamos años denunciando y resistiéndonos el militarismo que
sustenta la necropolítica propia del capitalismo neoliberal y
sabemos que los escenarios de crisis -sea esta del tipo que sea:
sanitaria, ambiental, social…- se utilizan siempre para convencer a
la población de que debe renunciar a una “cierta cantidad” de su
libertad y otros derechos humanos en aras de la seguridad.
Pero lo mismo que no nos han engañado otras veces, no nos convencen
esta: esto no es una guerra y no somos soldados. No, señores
generales del ejército y la Guardia Civil, señor director de la
Policía Nacional y señores y señoras ministras del gobierno que
está por encima de ellos, no se equivoquen, no somos soldados, no
nos guía la obediencia ciega del soldado cuando decidimos quedarnos
en nuestras casas, nos guían la solidaridad y el apoyo mutuo que son
las herramientas que pueden hacernos superar esta crisis sanitaria;
nos guía la certeza de que solo poner la vida y el cuidado en el
centro puede hacernos salir de esta pandemia, por eso nos ocupamos de
saber qué necesitan nuestras vecinas de mayor edad que viven solas,
por eso hay colas para donar sangre, por eso aplaudimos a quienes de
verdad se lo merecen estos días: el personal sanitario que incluso a
riesgo de su propia salud se ocupa de cuidarnos como individuos y
como sociedad.
No, no vamos a obedecer ciegamente sus consignas lo mismo que no
olvidamos que, mientras sus presupuestos para militarismo y control
social no han dejado de aumentar año tras año, los sucesivos
gobiernos desmantelaban progresivamente la sanidad pública con la
excusa de que no había fondos para mantenerla. Hoy se hace evidente
qué nos protege de lo que realmente nos amenaza.
Einstein escribió: “que alguien sea capaz de desfilar muy campante al son de una marcha basta para que merezca todo mi desprecio; pues ha recibido cerebro por error: le basta con la médula espinal”. Pues les informamos de que nosotras tenemos cerebro y lo utilizamos, no nos limitaremos a obedecer ciegamente sus órdenes. No somos soldado, no queremos serlo y no vamos a serlo: Insumisas fuimos, insumisas somos e insumisas seremos.
Fuente: Antimilitaristasmadrid.org