October 13, 2020
De parte de Federacion Anarquista De Rosario
306 puntos de vista

Desde
el
comienzo
del
aislamiento
obligatorio
a
causa
de
la
pandemia
del
coronavirus, 
se
denunció
la
avanzada
represiva
a
lo
largo
y
ancho
del
país. 
Se
calcula
que
son
más
de
cincuenta
mil
los
detenidos
y
judicializados
por
causas
vinculadas
a
la
cuarentena.
Y
aunque
la
represión
no
es
ninguna
novedad
en
la
realidad
de
las
y
los
de
abajo,
ya
advertíamos
cuando
comenzó
esta
crisis
socio-sanitaria
que
cuando
el
virus
llegara
a
las
barriadas
pobres
la
situación
cambiaría.
De
esta
manera,
era
cuestión
de
esperar
a
que
los
discursos
orientados
a
la
unidad
y
orgullo
nacional
dieran
paso
a
distintas
expresiones
discriminatorias,
centralistas
e
individualistas.
Ya
no
se
escucha
solo
a
los
empresarios
pedir
que
se
levante
la
cuarentena
-para
no
disminuir
el
volumen
de
sus
ganancias-
sino
que
cada
vez
más
sectores
de
los
barrios
clase
alta
exigen
su
“derecho”
de
salir
a
la
calle
a
consumir
libremente,
situación
que
está
distante
de
las
urgencias
y
necesidades
comunitaria
para
sobrevivir
de
las
y
los
de
abajo.

En
este
marco
hay
que
resaltar
el
rol
de
las
fuerzas
represivas,
siendo
que
el
Estado
no
diferencia
entre
cuidar
y
vigilar,
se
ha
buscado
involucrarlo
progresivamente
en
tareas
consideradas
de
“asistencia”.
No
solamente
policía,
gendarmería
y
prefectura,
sino
también
el
Ejército
y
la
Marina
llevan
“ayuda
humanitaria”
a
los
barrios
y
villas,
en
“articulación”
con
un
sector
de
las
organizaciones
sociales.
Este
hecho
hace
recordar
el
famoso
Operativo
Dorrego
de
1973,
donde
el
peronismo
sacó
al
Ejército
a
las
calles
para
tareas
de
contención
social
junto
a
la
JP
(el
mismo
Ejército
que
venía
de
la
dictadura
de
Lanusse
y
que
dos
años
después
arremetería
con
brutalidad
contra
los
sectores
populares
en
Tucumán
y
Villa
Constitución,
en
vísperas
a
la
última
dictadura
militar).

Ahora
bien,
estas
fuerzas
no
solo
están
repartiendo
alimentos,
como
se
da
en
el
caso
de
Rosario,
o
instalando
hospitales
de
campaña.
Sino
que
van
sumando
tareas
de
control
poblacional
que
llegan
a
un
hito
con
el
“cerramiento”
de
barrios.
Es
por
eso
que
este
nuevo
intento
de
humanizar
al
Ejército
Argentino,
genera
una
gran
preocupación
porque
se
inscribe
en
una
lógica
de
control
social
y
militarización
de
las
zonas
consideradas
“peligrosas”.
Descreemos
-no
solo
desde
un
fundamento
ideológico
sino
también
en
base
a
la
experiencia
histórica-
del
sentido
humanitario
del
involucramiento
de
las
fuerzas
represivas
en
tareas
sanitarias.
En
este
punto,
también
hay
que
aclarar
que
no
estamos
en
presencia
de
una
novedad
introducida
por
el
fenómeno
de
la
pandemia
del
coronavirus;
la
configuración
de
zonas
militarizadas
donde
se
encuentra
la
población
que
el
sistema
considera
sobrante,
viene
siendo
una
de
las
características
de
esta
etapa
neoliberal.
En
este
contexto
los
excluidos
son
además
potenciales
infectados,
toda
una
lógica
perversa
edulcorada
con
una
retórica
de
progresismo
–devaluado-.

El
este
sentido,
un
hecho
muy
significativo
es
la
militarización
y
cercamiento
del
barrio
Villa
Azul,
en
el
conurbano
bonaerense,
por
parte
de
los
militares,
luego
de
detectarse
más
de
150
casos
de
coronavirus.
Así
también
la
presencia
de
la
Armada
en
la
Villa
31
de
CABA,
con
la
supervisión
del
Gobierno
local
y
nacional.
El
Estado,
deja
de
manifiesto
su
rol
como
artífice
y
reproductor
de
las
desigualdades
sociales.
Es
así
que,
para
las
barriadas
atravesadas
por
carencias
infraestructurales,
como
la
falta
de
agua
y
servicios
básicos,
y
donde
sus
habitantes
pelean
en
el
cotidiano
por
la
supervivencia,
la
respuesta
es
la
militarización.
En
cambio,
para
quienes
se
encontraban
de
viaje
en
el
exterior,
la
respuesta
fue
con
hoteles
y
“vuelos
de
repatriación”.
En
lugar
de
personal
sanitario
que
haga
testeos,
brinde
asistencia
y
recursos
para
frenar
el
brote
de
Covid19,
se
estableció
un
verdadero
“gueto”,
custodiado
día
y
noche
por
gendarmes,
policías
y
militares
prohibiendo
la
salida
de
la
población. 
Aún
más
grave
es
que
lejos
de
plantearse
como
una
estrategia
única,
desde
la
gobernación
de
la
provincia
de
Bs
As
se
advierte
que
podría
replicarse
en
el
resto
de
los
barrios
pobres
de
la
provincia
en
caso
de
que
haya
brotes.
Claramente
para
el
denominado
“progresismo”
el
modelo
para
la
gobernanza
de
la
pobreza
es
el
control
social.

La
falta
de
trabajo
y
de
ingresos
no
tardó
en
sentirse,
pero
hoy
está
llegando
a
niveles
desesperantes
y
esto
se
da
de
la
mano
de
mayor
presencia
de
organizaciones
populares
en
la
calle.
También
la
represión
ha
aumentado
en
estas
últimas
semanas.
Diversos
hechos
de
suma
gravedad
son
un
botón
de
muestra
de
una
política
represiva
que
trasciende
a
los
gobiernos
y
une
los
lados
de
la
grieta.
El
más
impactante
quizás
es
el
de
la
desaparición
seguida
de
muerte
en
Tucumán
de
un
trabajador
rural
en
manos
de
la
policía
provincial.
Este
hecho,
de
haberse
dado
en
otro
contexto,
seguramente
hubiera
estado
acompañado
con
movilizaciones
a
lo
largo
y
ancho
del
país.
Lamentablemente
en
la
coyuntura
actual,
pasó
sin
mayor
trascendencia. 
Las
organizaciones
de
DDHH,
entre
otras,
alertaron
la
gravedad
de
lo
ocurrido,
en
un
contexto
donde
las
nominales
garantías
democráticas
y
el
estado
de
derecho,
están
constantemente
tensionados
por
la
situación
de
excepcionalidad
del
aislamiento
social
preventivo
y
obligatorio.

Estamos
ante
una
situación
sumamente
peligrosa.
Por
un
lado,
pareciera
que
las
fuerzas
de
seguridad
asumen
nuevamente
un
rol
de
activa
intervención
social
como
ya
ha
pasado
en
otros
momentos
de
nuestra
historia
reciente.
Por
otro
lado,
la
salud
empieza
a
ser
una
nueva
variable
en
función
de
la
cual
se
profundiza
la
segregación
territorial
según
las
clases
sociales, 
donde
para
las
y
los
de
abajo
la
comunidad
cercana
pasa
de
ser
nuestro
refugio
a
ser
un
lugar
de
confinamiento.

Como
anarquistas
especifistas
planteamos
la
necesidad
de
seguir
fomentando
los
valores
antagónicos
a
los
de
este
sistema
de
dominación.
Reforzar
los
lazos
comunitarios,
la
organización
popular,
que
se
basa
en
el
cuidado
a
partir
de
la
solidaridad
y
el
apoyo
mutuo.
Esta
pandemia
muestra
la
cara
más
despiadada
de
un
sistema
fundado
en
la
desigualdad
y
la
depredación,
por
ende
serán
las
organizaciones
de
la
clase
las
que,
como
hasta
hoy,
no
solo
lograrán
garantizar
la
supervivencia
de
la
población
sino
también
podrán
ir
construyendo
otros
horizontes
de
socialismo
y
libertad.

Federación
Anarquista
de
Rosario




Fuente: Federacionanarquistaderosario.blogspot.com