February 22, 2021
De parte de Arrezafe
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EL
MILICIANO
– 21/02/2021

Nunca
hay que olvidar que las fuerzas del orden son, ante todo, fuerzas.
Cuando se ponen a repartir, les da lo mismo que delante haya un niño,
una niña o un anciano con unas muletas. Si naciste para martillo,
del cielo te caen los clavos. Me imagino que si te dan un casco y una
porra y te sueltan de una furgoneta como a un toro según sale del
chiquero, lo normal es pensar que estás en medio de una película de
gladiadores. Desde mis tiempos en la universidad a mis pinitos como
periodista me ha tocado testimoniar a la carrera la labor de unas
cuantas hordas de antidisturbios y lo cierto es que en todas las
ocasiones tuve la experiencia extrasensorial de estar participando en
un circo romano. En el papel de cristiano, para ser exactos.

De
la primera han pasado casi cuatro décadas y todavía recuerdo el
miedo que sentí al cruzar junto a una falange policial que se
preparaba para hacer frente a una manifestación de estudiantes en la
Gran Vía. Uno de ellos, que medía dos metros cúbicos, se bajó la
visera, empezó a dar golpecitos en su mano con la porra y dijo a sus
compañeros entre dientes: “Joder, qué ganas tengo hoy de pegar
hostias”. Por eso me resisto a ver la miniserie de
Antidisturbios, a pesar de todos los elogios y protestas, porque me
temo que me va a ocurrir lo mismo que con El reino, que supuestamente
habla de la corrupción del PP, la comparas con la realidad del caso
Gürtel y en vez de una de Antonio de la Torre parece una de Paco
Martínez Soria.

El
pasado viernes, en Linares, un hombre y su hija de catorce años
salían de un bar cuando la pequeña dio un codazo sin querer a un
policía que estaba bebiendo junto a un compañero en la terraza.
Tras los insultos, gritos y empujones, la cosa se desmadró y culminó
con ambos energúmenos pateando y reventando a golpes al padre y a la
hija, quienes terminaron en el hospital, ella con una fisura en un
brazo y un ojo hinchado, y él con la nariz fracturada, hematomas en
la cara y una lesión en la córnea que puede costarle la pérdida de
un ojo. Lo verdaderamente imperdonable, sin embargo, es que hubo
varias grabaciones de la paliza que empezaron a circular a toda leche
y las protestas callejeras consiguientes desembocaron en otra
fastuosa muestra de virtuosismo policial en homenaje al par de
bestias a los que acababan de retirar la placa y la pistola.

Como
no hay dos sin tres y la violencia engendra violencia, los vídeos de
las cargas policiales podían haberse usado de publicidad para
trasladar los sanfermines a Linares. Hasta dispararon munición de
verdad y hubo heridas de perdigones, para que no se pensaran que la
salvajada del viernes había sido una excepción y confirmar la
regla. Luego explicaron que lo de los perdigones fue un error, más o
menos el mismo que cometieron al apuntarse a una academia de policía
en lugar de apuntarse a un cursillo de banderilleros, matachines o
cobradores de la Camorra. Nunca se les ve entusiasmarse a hostias en
las manifestaciones de fachas, niños pijos y cayetanos, antes bien,
se acarician recíprocamente, casi en plan mascota, y esto por el
mismo motivo que los policías estadounidenses se dedican
exclusivamente a linchar negros. Conviene no olvidar nunca que son
las fuerzas del orden y que el orden, ya se sabe, consiste en lamer
la bota del de arriba y machacar la nuca del de abajo.




Fuente: Arrezafe.blogspot.com