November 22, 2020
De parte de Tejiendo Historia
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Buenaventura Durruti, en el frente de Aragón en agosto de 1936.

El 20 de noviembre es la efeméride del fascismo en España por las muertes este día del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, y del dictador Francisco Franco. El primero murió ejecutado por el bando republicano en la cárcel de Alicante en 1936 acusado de conspirar contra la República; el segundo en un hospital de Madrid en 1975 tras gobernar el país durante 40 años. El hecho de que coincidieran –o se hicieran coincidir– ha convertido esta fecha en un día de enfrentamiento entre nostálgicos de la dictadura y antifascistas. Cada año hay manifestaciones y se saldan viejas cuentas.

El 20N, sin embargo, se llevó otra vida importante en la Historia de España: la del anarquista Buenaventura Durruti. Este leonés nacido en 1896 es la figura que mejor representa el ardor libertario que germinó en el país a principios del siglo XX. Expulsado de la UGT por su papel en una huelga, se pasó al sindicato anarquista CNT y vivió en permanente clandestinidad. Participó en el asesinato del arzobispo de Zaragoza en 1923, preparó un atentado contra Alfonso XIII y desplegó su activismo contra los patrones en países de Europa y América. El 19 de julio de 1936 lideró a los anarquistas de Barcelona en su victoria contra los golpistas y partió a la conquista de Zaragoza con 3.000 hombres y mujeres bajo el nombre de Columna Durruti.

La muerte le llegó en la defensa de Madrid. El 19 de noviembre de 1936 se acercó a la primera línea del Hospital Clínico a detener una desbandada de sus hombres. Nunca se ha sabido qué pasó realmente. Sólo sabemos que una bala le atravesó el pecho al entrar en su coche. Algunos creen que le disparó uno de sus hombres; otros que fue una bala perdida del enemigo. La tercera versión es que se le disparó su propio subfusil. Tuve la ocasión de investigar a fondo el suceso en mi tesis doctoral y todo encaja con la última hipótesis. Creo firmemente que fue un terrible accidente. Murió al día siguiente en el Hotel Ritz de Madrid. Su entierro en Barcelona congregó a medio millón de personas.

Su figura se mueve entre la realidad y la leyenda. Se han escrito varias biografías y personajes de película. El sacerdote que sirvió en su columna, Jesús Arnal, lo describió así en sus memorias tituladas Por qué fui secretario de Durruti: “Durante mi permanencia a su lado no vi en él más que a un hombre normal, sin vicios ni grandes pasiones humanas: no era bebedor ni mujeriego; jamás le vi rencoroso ni vengativo, ni tampoco sanguinario, como muchos han pretendido. Más bien me pareció un buen compañero para todos los que le rodeaban”.

(Columna Tejiendo historia, publicada en el diario Ultima Hora (Mallorca) el viernes 20 de noviembre de 2020. Sale cada 15 días en papel)




Fuente: Manuelaguilerapovedano.wordpress.com