Voy con el pensamiento al 2011. Retomo un libro special* para volver a oír las voces de aquellas revoluciones, desde plaza Tahrir en Egipto hasta Damasco. “La República de Tahrir ha dado vida a una utopía: idealista, bellísima, unida, festiva, coloreada, insolente, determinada, organizada, creativa, caritativa, comprensiva” decía una protagonista, Amira Salah-Ahmed. Vuelvo a leer sus eslóganes: “construiremos un país maravilloso, que puede llevar dentro de sí nuestros sueños”, “hemos salido a las calles por la libertad, no estamos dispuestos a volver a casa sin ella”, “las mujeres libres son el corazón latente de la revolución”, “el kurdo es hermano del árabe y el árabe hermano del kurdo, el cristiano es hermano del musulmán y el musulmán es hermano del cristiano”, “nuestra revolución lleva consigo valores humanos y no es vengativa”, “a pesar de que tú hayas levantado la mano para matarme, yo no estoy dispuesto a actuar de la misma manera”.
Recuerdo las palabras árabes que han usado y que han dado nuevo significado: karame, es decir, dignidad que brota de lo íntimo de cada uno en alternativa a la sumisión a dictaduras sanguinarias y a condiciones de vida indignas; salamiyeh, paz y pacificación entre los oprimidos por fin protagonistas de un anhelo de liberación y que por esto pueden estar juntos en amistad, superando laceraciones y divisiones.
Una carga humana y vital benéfica por fuera de lógicas políticas, una aspiración inicial a valores positivos por parte de la gente común, incluso con las debilidades y contradicciones inevitables.
Eran cualidades insoportables para todos los poderes opresivos, pero también eran incomprensibles para mucha parte de la izquierda dominada, incluso combatidas por los sectores más atrasados.
Nos hemos posicionado activamente -a menudo a contracorriente- con estas revoluciones que han durado poco más de un año antes de ser aplastadas, compartiendo las alegrías de los protagonistas, sufriendo por las derrotas, interrogándonos sobre sus límites.
Hemos extraído lecciones, hemos entendido mejor lo que es lícito esperarse de una revolución y lo que no lo es, tratando de teorizar lo mejor de esas experiencias, el principio de revolución humana que han representado, en primer lugar, en Siria y en Egipto. Nuestro humanismo socialista, nuestra vida y nuestro compromiso se han enriquecido de las revoluciones de 2011. Por esto viven en nosotros y sabemos que estamos en buena compañía.
*Mamadou Ly con Dario Renzi, De Egipto a Siria. El principio de una revolución humana y sus antecedentes, Ruta Ediciones 2019.
Traducción: Mireya Almuzara
Fuente: Socialismolibertario.org