November 28, 2020
De parte de Amor Y Rabia
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El documental ‘Planet of the Humans’, producido por Michael Moore, sufrió una campaña coordinada de censura liderada por activistas climáticos profesionales respaldados por los mismos multimillonarios ‘verdes’, inversores de Wall Street, conocedores de la industria y fundaciones familiares que denunciaba el documental.

“Debemos hacernos con el control de nuestro movimiento ambiental y nuestro futuro y quitárselo a los multimillonarios y su guerra permanente contra el planeta Tierra. No son nuestros amigos”

-Jeff Gibbs, director de “Planet of the Humans”

Es difícil pensar en una película estadounidense que provocó una reacción más violenta en 2020 que “El planeta de los humanos”. Centrado en el tema de la extinción planetaria y las propuestas fantásticas para evitarlo, el documental se lanzó de forma gratuita en YouTube el 21 de abril. La fecha fue significativa no solo porque era la víspera del 50 aniversario del Día de la Tierra, sino porque una pandemia global estaba desgarrando el tejido social de Estados Unidos y exponiendo el costo humano para el país del modelo económico globalizado obsesionado con el crecimiento.

Sin embargo, incluso antes de que se estrenara “Planet of the Humans”, los productores de la película fueron sometidos a presiones para retractarse. Tras el estreno de la película, un quién es quién de los autodenominados activistas en favor de la justicia climática se dedicó a llenar Internet acusándoles de tener un discurso racista y “eco-fascista” que deliberadamente promovía los intereses de la industria del petróleo y el gas. Cuando “Planet of the Humans” fue brevemente retirado de YouTube debido a una cuestionable denuncia basada en derechos de autor por parte de un defensor del clima enfadado, la organización de libertad de expresión Pen America emitió un destacado comunicado en el que calificaba de campaña de censura coordinada las exigencias de que los autores del documental se retractasen.

¿Qué había hecho este documental para provocar tal oposición por parte de los rostros y voces más conocidos del activismo profesional en defensa de la justicia climática? Primero, investigó las deficiencias de las fuentes de energía renovable como la energía solar y eólica, que se han comercializado como una panacea ecológica. “Planet of the Humans” describe dichas tecnologías como cualquier cosa menos ecológica, examinando el daño ambiental ya causado por los parques solares y eólicos, que requieren una gran extracción y fundición para su producción, destruyen franjas de tierra virgen y, a veces, exigen gas natural para poder funcionar.

Si bien los principales grupos ambientales han presionado para que un New Green Deal impulse una revolución industrial basada en las energías renovables, y ahora confían en que una presidencia demócrata lleve a cabo sus propuestas, “Planet of the Humans” presentó una crítica radical que cuestionó sus planes en su totalidad.

Como explicó el director del documental, Jeff Gibbs, “Cuando nos enfocamos en el cambio climático solo como lo que destruye el planeta y exigimos soluciones, las fuerzas del capitalismo quieren seguir vendiéndonos la desastrosa ilusión de que podemos salvarnos de la extinción mediante la minería, fundición e industrialización. Y nuevamente, tras las bambalinas, gran parte de lo que estamos haciendo para ‘salvar’ el planeta es quemar la ‘biología’ del planeta para transformarla en energía verde”.

“Planet of the Humans” cruzó otra línea verde brillante al apuntar a los autorpoclamados activistas por la justicia climática, mostrándolos como oportunistas que habían sido voluntariamente cooptados por capitalistas depredadores. Los cineastas destacan el papel de fundaciones familiares como el Rockefeller Brothers Fund en cultivar una clase de activistas profesionales que tienden a asociar militantes anticapitalistas y grupos contra la guerra con Wall Street y el Partido Demócrata que llevan a cabo lavados de cara verdes.

Bill McKibben, el fundador de 350.org (organización ecologista internacional dedicada a intentar crear un movimiento de base internacional contra el ‘cambio climático’, AyR) y gurú del activismo por la justicia climática, puede verse a lo largo de todo el documental “Planet of the Humans” junto a ejecutivos de Wall Street e impulsando campañas de desinversión de combustibles fósiles que permiten a poderosas instituciones reorganizar sus inversiones en plásticos y minería mientras limpia su imagen. McKibben incluso ha pedido a los ecologistas que cooperen con el Pentágono, uno de los peores contaminadores del mundo y el mayor exportador de violencia, porque “cuando habla con franqueza, [tiene] el potencial de llegar a los estadounidenses que no escuchan a los científicos”.

Quizás la crítica más provocadora incluida en “El planeta de los humanos” es mostrar a luchadores contra el cambio climático a tiempo completo como McKibben como lobbyistas de facto al servicio de multimillonarios de tecnología verde e inversores de Wall Street decididos a hacerse con la oportunidad de conseguir ganancias de 50 billones de dólares mediante una transición completa a la tecnología renovable. ¿Por qué figuras como el director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, Michael Bloomberg, Richard Branson de Virgin y el fundador de Tesla, Elon Musk, han invertido sus fortunas en la defensa del clima? El documental se burló de aquellos que aceptan  al pie de la letra los gestos de preocupación ecológica de estos oligarcas.

Durante años, la crítica izquierdista del activismo climático profesional ha sido relegada en gran medida a blogs como Wrong Kind of Green, que mantiene un archivo invaluable de trabajo crítico sobre la como las principales organizaciones ecologistas han sido cooptadas por parte de los multimillonarios. Destacados ecologitas podrían haber reschazado el escrutinio desde los rincones radicales de Internet como ruido de fondo; pero no pudieron ignorar “Planet of the Humans”.

Eso se debió a que el documentalista Michael Moore, ganador de un Oscar, puso su nombre en la película como productor ejecutivo, junto con su productor de toda la vida, Gibbs, y el investigador académico Ozzie Zehner. “Michael Moore ha validado esta película”, me dijo Josh Fox, el cineasta que dirigió la campaña contra “El planeta de los humanos”. “Si el nombre de Michael Moore no estuviese en esa película, sería como mil otras películas de mierda”.

Al acumular millones de visitas tras tan solo un mes en YouTube, “Planet of the Humans” amenazó con provocar un debate sin precedentes sobre la corrupción de la política ecologista en beneficio del 1% más rico de la sociedad. Pero gracias a la campaña de Fox y sus aliados, gran parte del debate terminó centrado en la película en sí y en la credibilidad de sus productores.

“Tenía la sensación de que la película iba a provocar alguna reacción, pero no estaba preparado para esa respuesta que terminó siendo un grupo de personas que son como una cámara de eco, todas relacionadas con las mismas organizaciones de financiación”, dijo Zehner. “Es un círculo bastante estrecho y fue una reacción realmente fuerte y virulenta”.

La línea de ataque que logró más apoyo en los círculos progresistas describía como maltusiana e incluso racista un parte complicada del documental que trataba de los peligros del crecimiento de la población y el consumo excesivo. Zehner me dijo que consideraba oportunistas los ataques, pero “desde el punto de vista de las relaciones públicas, fueron efectivos. Lo que intentábamos hacer era resaltar los peligros de un modelo económico basado en el consumo”.

La reacción violenta a “Planet of the Humans” también se relacionó con su descripción de las energías renovables como fuentes de energía con graves defectos que también son ambientalmente corrosivas. Muchos de esos ataques calificaron la descripción en la película de la energía solares y eólica como desactualizadas y llenas de información errónea.

Curiosamente, los activistas profesionales que coordinaron la campaña para enterrar el documental “Planeta de los humanos” pasaron por alto un tercio completo del documental que se centró en la corrupción y la cooptación de la política ambiental por fundaciones “verdes” e inversores “verdes”.

Como revelará esta investigación, esos activistas en defensa de la justicia climática estaban unidos por el apoyo de las mismas fundaciones familiares, los mismos inversionistas multimillonarios e los intereses de la industria que son denunciados en el documental.

Cineasta Josh Fox

“Censura, simple y llanamente”

El cabecilla de la campaña para suprimir “Planet of the Humans” fue Josh Fox, director de cine ganador de un Oscar por la película “Gasland”, que mostró las prácticas destructivas inherentes a la fracturación hidráulica o fracking. Fox lanzó la campaña con una campaña de firmas pidiendo que los productores del documental se retractaran. Luego, en un ataque incendiario publicado en The Nation, calificó a Michael Moore de “nuevo fanático del petróleo y el gas”, racista y “eco-fascista” por producir la película.

Según ha explicado el camarógrafo Matt Orfalea, la cruzada de Fox comenzó la noche en que se estrenó la película de Moore, con el envío masivo de un desquiciado correo electrónico destinado a editores en línea que calificaba el documental como “un gigantesco montón de mierda”. Fox ordenaba: “debe de ser eliminado de inmediato de su web”.

Horas más tarde, Fox envió otro fuerte correo electrónico destinado a un grupo de profesionales de relaciones públicas. “Varios sitios web de renombre albergan esta abominación y necesito su apoyo para lograr que la eliminen”, escribió. Al día siguiente, Fox usó Twitter para asegurar a su aliado, el fundador de 350.org, Bill McKibben, que “Estamos en eso”.

A continuación, Fox organizó una campaña de firmas exigiendo que la película “fuera retractada por sus creadores y distribuidores y se disculpasen por su contenido engañoso”. Entre los firmantes de la carta se encontraba la académica y defensora de las energías renovables Leah C. Stokes, quien proclamó su deseo en un artículo de Vox de que “esta película sea enterrada y pocos la vean o se acuerden de ella”.

El 24 de abril, Josh Fox afirmó que había presionado con éxito a una biblioteca de videos en línea, Films For Action, para que eliminara “Planet of the Humans” de su sitio web. Suvictoria resultó ser prematura, ya que Films For Action volvió a publicar la película y condenó públicamente la campaña de Fox para empujarla al olvido.

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El impulso implacable de Fox y otros finalmente provocó un sorprendente comunicado de PEN America, grupo de defensa de la libertad de expresión. “Los llamamientos a retirar una película debido a no estar de acuerdo con su contenido son simple y llanamente llamadas a la censura”, declaró PEN America.

“Escucha, nadie hizo un llamamiento para censurar esta película”, me insistió Fox. “Les pedimos a los cineastas como parte de su comunidad que se retractaran, porque atacaba injustamente a personas que sabemos que son buenos y honestos distribuidores y su premisa era incorrecta y falsa”.

Fox comparó “Planet of the Humans” con el monólogo del presentador de radio Mike Daisey al visitar la fábrica de Foxconn en China donde se fabrican los iPhones, del cual NPR se retractó más tarde tras salir a la luz importantes manipulaciones. “Para mí está claro que los realizadores… pusieron información incorrecta en la película que sabían que era incorrecta. Esa cosa estaba desactualizada”, dijo Fox sobre el documental producido por Moore. “Y muchas, muchas personas de nuestra comunidad se acercaron a ellos, antes del lanzamiento del documental, personas que yo no conocía, y les dijeron: ‘Esta información es incorrecta. ¿Qué estás haciendo?'”.

Fox estaba particularmente indignado con Michael Moore por unir su reputación a la película. Describió al famoso director como uno de “los malos”; “Un multimillonario megalómano que anhela atención como nadie que haya conocido”; “El elefante de 800 libras en la habitación” (en referencia al dicho anglosajón del ‘elefante en la habitación’, algo a la vista de todo el mundo de lo que nadie se atreve a hablar, AyR); creador de una película “racista” y “eco-fascista”, y “un ladrón de circo multimillonario” culpable de “negligencia periodística”.

“El verdadero matón es Michael Moore”, asegura Fox. “No soy yo”.

Aunque Fox y sus aliados no lograron eliminar de internet “El planeta de los humanos”, el documental fue retirado momentáneamente de YouTube debido a una denuncia basada en derechos de autor de un fotógrafo británico llamado Toby Smith. En un tweet que luego eliminó, Smith dijo que su oposición a la película era “personal”, y la calificó como un documental de mierda sin fundamento construido sobre tonterías e infracciones de derechos de autor sin fin”.

A medida que aumentaban los ataques al “Planeta de los humanos”, el director Jeff Gibbs intentó defender su película. Después de que un artículo en The Guardian calificase a la película como “peligrosa”, Gibbs envió un correo electrónico a los editores de opinión del periódico solicitando un derecho de respuesta. Me dijo que nunca le respondieron. Sin embargo, pocas horas después de que la denuncia basada en derechos de autor por motivos políticos de Toby Smith llevase a YouTube a eliminar el documental de Gibbs, The Guardian se acercó a él para hacer comentarios. “¿Cómo se dieron cuenta de eso tan rápido?” se preguntó.

Algunos periodistas de izquierda también intentaron rechazar los ataques. Pero en casi todos los casos, fueron atacados por editores de revistas ostensiblemente progresistas. Christopher Ketcham, autor de “This Land: How Cowboys, Capitalism, and Corruption are Ruining the American West”, fue uno de los que no pudieron encontrar un lugar en el que defender el documental.

“Me he encontrado con muy pocos editores lo suficientemente radicales como para tener la conversación extremadamente difícil sobre la reducción de escala, la simplificación y el giro (en el mundo desarrollado) hacia la disminución de riqueza que necesariamente implicaría un sistema de energía 100% renovable”, me dijo reflexionando Ketcham. “Verá, creen que podrían mantener sus derechos subsidiados por carbono, sus juguetes, sus viajes de placer, sin cambios de comportamiento o límites necesarios, y todo será ecológico y ‘sostenible'”.

Naomi Klein, quizás la escritora de izquierda más prominente sobre temas relacionados con el clima en Occidente, no intervino para defender el “Planeta de los humanos”. En lucgar de ello, esta columnista de Intercept, activista social y poseedora de la cátedra Gloria Steinem para Medios, Cultura y Estudios Feministas de la Universidad de Rutgers fue una de las primeras participantes en la campaña para eliminar el documentl.

Según McKibben, “Naomi [Klein] de hecho se llevó a un lado a Moore en una sala verde de MSNBC” antes del lanzamiento del documental para presionarlo contra la publicación de la película. Más tarde, Klein firmó la carta abierta de Josh Fox exigiendo que se retractara la película.

En Twitter, Klein condenó “Planet of the Humans” como “verdaderamente desmoralizador” y promovió un “gran blog / verificación de hechos” de la película creado por Ketan Joshi, antiguo encargado de comunicaciones de la empresa australiana de parques eólicos Infigen Energy.

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Explotando un futuro verde y ocultando su precio

Como la mayoría de los oponentes de “Planet of the Humans”, Ketan Joshi pintó el documental como “un viejo toro tonto en la tienda de porcelana china que es el entorno de la lucha por el clima que hemos logrado en 2020 con esfuerzo”. Y junto con otros críticos, acusó a los coproductores de la película, Gibbs y Zehner, de tergiversar salvajemente la eficiencia de las energías renovables.

Para ilustrar esto, hizo referencia a una escena que representa el Cedar Street Solar Array en Lansing, Michigan, con paneles solares flexibles que funcionan con un 8% de eficiencia, supuestamente lo suficiente para generar electricidad para solo 10 hogares. Debido a que esa escena era parte de una secuencia histórica filmada en 2008, Joshi la descartó como un ejemplo de la “vejez extrema” de la película.

Sin embargo, este febrero, la publicación de comercio solar PV Magazine descubrió que la línea más nueva de tejas solares flexibles de Tesla tenía una tasa de eficiencia del 8,1%, casi exactamente las mismas que se muestran en “El planeta de los humanos”.

Si bien es cierto que los paneles solares monocristalinos cuentan con una tasa de eficiencia más alta (entre el 15% y el 18% en forma comercialmente disponible), también estaban en el mercado en 2008. Estos paneles son significativamente más caros que los menos eficientes paneles flexibles. Y sus niveles de eficiencia no tienen en cuenta la intermitencia inherente a la energía solar, que no funciona bien en condiciones nubladas u oscuras.

Sin embargo, según Josh Fox, el oponente más vehemente del “Planeta de los humanos”, la capacidad de la energía solar y otras formas de energía supuestamente limpias para salvar el planeta estaba tan bien demostrada que está fuera de debate.

“La premisa de la película es que la energía renovable no funciona y depende de los combustibles fósiles. Y eso es evidentemente ridículo”, me dijo Fox. “Y la razón por la que me metí en esto es porque tenía jóvenes ambientalistas, jóvenes que son firmes defensores, llamándome en medio de la noche, asustados, [diciéndome] ‘¡No puedo creerlo!’ Y los miré y dije: ‘Bueno, hay una razón por la que no puedes creerlo; porque no es verdad ‘ ”.

Pero, ¿es realmente falsa la representación de las fuentes de energía renovables en “Planet of the Humans”? El economista ecológico William Rees ha afirmado que “a pesar del rápido crecimiento de la generación eólica y solar, la transición a la energía verde en realidad no tiene lugar”. Eso podría deberse a que está persiguiendo el crecimiento energético en lugar de limitarlo. Rees señaló que el aumento de la demanda mundial de electricidad el año pasado “superó la producción total de la acumulación total de 30 años de instalaciones de energía solar en el mundo”.

¿No hay entonces motivos razonables para preocuparse por la viabilidad de una transición total a las energías renovables, especialmente en una economía hipercapitalista y obsesionada con el crecimiento como la de Estados Unidos?

Un estudio científico de septiembre de 2018 arrojó algunas conclusiones que contradecían las afirmaciones seguras de los defensores de las energías renovables. Un equipo de investigación midió las plantas termosolares actualmente en funcionamiento en todo el mundo y descubrió que dependen del “uso intensivo de materiales”, que es una forma de hablar de minerales muy extraídos.

Minerales necesarios para producir energía renovable (Fuente: Agencia Internacional de Energía / IEA)

Además, los investigadores encontraron que la producción de estas plantas se vio empañada por una “intermitencia estacional significativa” debido a los patrones climáticos cambiantes y al simple hecho de que el sol no siempre brilla. 

El impacto negativo sobre el medio ambiente y las comunidades marginadas de los gigantescos parques eólicos, un tema destacado en “Planet of the Humans”, es también una preocupación seria, especialmente en el Sur Global (término surgido en los círculos progresistas anglosajones para evitar usar el más común de Tercer Mundo, AyR). El antropólogo y autor de “Renewing Destruction: Wind Energy Development, Conflict and Resistance in a Latin American Context”, Alexander Dunlap, publicó un estudio revisado por pares en 2017 de parques eólicos en la región indígena de Tehuantepec en Oaxaca, México, que se vende como uno de los sitios de generación eólica más ideales del mundo. Dunlap descubrió que los proyectos supuestamente renovables “reforzaron en gran medida la desigualdad de ingresos, fomentaron el afianzamiento de la pobreza y aumentaron la vulnerabilidad alimentaria y la dependencia de los trabajadores de la construcción de más parques eólicos, lo que de manera acumulativa ha llevado a un aumento de la emigración relacionada con el trabajo y la degradación ambiental”.

Cuando las turbinas eólicas llegan al final de su ciclo de vida, sus palas de fibra de vidrio, que pueden ser tan largas como un campo de fútbol, ​​son imposibles de reciclar. Como resultado, se están acumulando en vertederos rurales de Estados Unidos. Mientras tanto, la revista ecologista Grist advirtió este agosto de un “exceso de desechos electrónicos solares” que producirá “megatoneladas de basura tóxica” cuando los paneles solares comiencen a perder eficiencia y mueran.

En respuesta a mis preguntas sobre la llamada energía renovable, Fox me remitió a un aliado cercano, Anthony Ingraffea, quien firmó su carta pidiendo que se retirara el “Planeta de los humanos”. Ingeniero civil y cofundador de Physicians, Scientists and Engineers for Healthy Energy, que aboga por las energías renovables, Ingraffea es un antiguo conocedor de la industria del petróleo y el gas que se convirtió en un enérgico oponente del fracking. En los últimos seis años, ha producido evaluaciones científicas para los gobiernos del estado de Nueva York y California sobre una transición a fuentes de energía principalmente renovables.

Ingraffea criticó “Planet of the Humans” como “muy fuera de lugar” y se burló de la investigación de Ozzie Zehner, el coproductor, como “una teoría de la conspiración de mierda”. Contrastó sus credenciales con las de Zehner, y se jactó de que, mientras él ha sido citado 15.000 veces en revistas académicas revisadas por pares durante su carrera como ingeniero, Zehner había obtenido apenas 300.

Cuando pasé al tema de los daños sociales y ambientales causados ​​por las llamadas energías renovables, Ingraffea argumentó que la quema, el almacenamiento y el transporte de combustibles fósiles superan cualquiera de esos costos. Según Ingraffea, cuando el estado de Nueva York haga una transición decisiva a las energías renovables, solo alrededor del 2% de la tierra del estado estaría ocupada por parques solares y eólicos, lo que se traduce en aproximadamente 1,100 millas cuadradas.

Señaló la Climate Leadership and Community Protection Act como una encarnación de la previsión de los defensores de una transición casi total a la energía renovable. El proyecto de ley, que exige que para el año 2030 el 70% de la energía generada con financiación del estatado sea de “sistemas de energía renovable”, también exige que “el 35% de las inversiones de fondos de energía limpia y eficiencia energética [se] invierta en comunidades desfavorecidas”.

“Eso es hablar sabiamente”, dijo Ingraffea sobre la legislación. “Eso te dice que sí, somos conscientes del problema del que dijiste que deberíamos ser conscientes. Sí, no todos somos tontos. No estamos todos locos. No todos somos ideológicos. No comos todos frikis técnicos que simplemente se enamoran y quieren tener sexo con paneles solares”.

Sin embargo, las comunidades (o las ONGs que han designado para representarlas) que supuestamente serán compensadas a través del proyecto de ley del estado de Nueva York no están ubicadas en las regiones que se verán más afectadas por la extracción necesaria para fabricar las llamadas renovables. Ya devastadas por golpes de estado y explotación neocolonial, franjas del Sur Global desde Bolivia hasta el Congo, hogar de enormes reservas de cobalto extraído a mano en “condiciones de esclavitud” para baterías de automóviles eléctricos y iPhones, se están desestabilizando aún más por la fiebre de los minerales.

Incluso los ecologistas mainstream reconocen que la creciente dependencia de la energía renovable “significa mucha minería sucia” para extraer los minerales necesarios para las baterías eléctricas y las células solares. Esta perspectiva ha provocado entusiasmo dentro de la industria minera, y Frik Els, editor de Mining.com, calificó a las voceras del Green New Deal, la representante Alexandria Ocasio-Cortez y Greta Thunberg, como “las inesperadas heroínas de la minería”.

“Apostar por la economía verde y la descarbonización requiere ponerse del lado de los verdes (ecologistas) en contra de los combustibles fósiles”, informó Els a otros expertos de la industria minera. “Significa vender la minería global como la solución al cambio climático porque la minería de metales es el único camino hacia la energía verde y el transporte verde”.

Sin embargo, la inevitable avalancha de minerales necesarios para impulsar la revolución verde no ha encantado a las personas que viven en el Sur Global.

Evo Morales, el ex presidente indígena de Bolivia, fue expulsado del poder en 2019 por una junta militar respaldada por Estados Unidos y oligarcas locales, en lo que se calificó como el golpe del litio. Con los recursos de litio sin explotar más grandes del mundo, se estima que Bolivia posee hasta la mitad de las reservas mundiales. Durante el gobierno de Morales, el país garantizó que solo las empresas estatales podrían extraer el mineral.

El derrocado líder socialista argumentó que las corporaciones multinacionales apoyaron a sus oponentes internos de derecha para hacerse con el litio de Bolivia, un elemento esencial en las baterías eléctricas que proporcionan la piedra angular de una economía digital dependiente de los teléfonos inteligentes, las computadoras portátiles y vehículos eléctricos. “Como un país pequeño de 10 millones de habitantes, estábamos a punto de fijar el precio del litio”, dijo Morales. “Saben que tenemos las mayores reservas de litio del mundo [en un espacio de] 16.000 kilómetros cuadrados”.

Minerales necesarios para producir coches eléctricos (Fuente: Agencia Internacional de Energía / IEA)

Justo antes del golpe militar en Bolivia, un informe ( PDF ) de la World Economic Forum’s Global Battery Alliance informó que la demanda mundial de baterías eléctricas se multiplicará por 14 antes de 2030. Casi la mitad del litio actual se extrae para producir baterías eléctricas, y la demanda del mineral solo aumentará a medida que las redes eléctricas incorporen altos niveles de tecnología a las baterías y aumente la demanda de vehículos eléctricos.

Las baterías eléctricas también dependen en gran medida del cobalto, la mayor parte del cual se extrae del Congo y, a menudo, en condiciones ilegales y peligrosas mediante trabajo infantil. En diciembre de 2019, más de una docena de demandantes congoleños acusaron a Apple, la empresa matriz de Google, Alphabet, a Microsoft, Dell y Tesla de “beneficiarse a sabiendas y ayudar e incitar al uso cruel y brutal de niños pequeños en la República Democrática del Congo (‘DRC’) para extraer cobalto”.

En julio, el director ejecutivo de Tesla y el capo de las baterías eléctricas, Elon Musk, pareció atribuirse parcialmente la responsabilidad del golpe militar de 2019 que derrocó a Evo Morales en Bolivia, afirmando que los grandes multimillonarios de la tecnología como él pueden “llevar a cabo golpes contra quienes queramos”.

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Se supone que la recompensa por toda la minería sucia y mortal necesaria para fabricar los paneles solares, las turbinas eólicas y las baterías eléctricas necesarias para impulsar la nueva revolución industrial es un planeta que ya no se enfrenta a una “emergencia climática”, y no importa el daño a la Tierra y sus habitantes no humanos. Pero con la demanda de electricidad en constante crecimiento, ¿es posible siquiera impulsar una economía como la de EEUU con fuentes de energía totalmente renovables (excluyendo la nuclear)?

Se suponía que una proyección científica de uno de los aliados más cercanos de Josh Fox y Anthony Ingraffea habría respondido a esa pregunta y eliminado todas las dudas. En cambio, acabó convirtiéndose en causa de acritud y vergüenza para su autor.

El objetivo de transición para 2050: ¿ciencia real o una turbia bola de cristal?

En su artículo sobre “El planeta de los humanos” en The Nation, Fox nombró “la proliferación de planes de energía 100% renovable presentados por el profesor Mark Jacobson de la Universidad de Stanford” como una de las pruebas más importantes que refutan la sombría narrativa de la película.

Según National Geographic, el estudio de Jacobson fue “la piedra angular” de la propuesta del Green New Deal presentada por el senador demócrata Ed Markey y la representante Alexandria Ocasio-Cortez. También fue fundamental para el plan energético promovido por las campaña presidencial del senador Bernie Sanders, quien fue coautor de un artículo de opinión con Jacobson que pedía una transición completa a la energía “limpia” para 2050.

Jacobson, como Ingraffea, es un ingeniero ambiental y socio político de Fox. El profesor de Stanford ayudó a Fox a fundar la organización de defensa ambiental Solutions Project, junto con el actor Mark Ruffalo y el banquero y ex ejecutivo de Tesla Marco Krapels en 2011. (Más sobre este grupo más adelante).

Además de su relación de trabajo con Jacobson, Fox no reconoció que la proyección de todas las energías renovables del profesor fue fuertemente cuestionada por 21 científicos líderes en energía en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Los científicos concluyeron que el artículo de Jacobson estaba plagado de “herramientas de modelado no válidas, contenía errores de modelado y hacía suposiciones inverosímiles y con un respaldo inadecuado”.

Una encuesta sobre el debate realizada por Scientific American se burló de la notable suposición de Jacobson de que “las represas hidroeléctricas de EEUU podrían agregar turbinas y transformadores para producir 1.300 gigavatios de electricidad de forma instantánea… o el equivalente a unas 1.000 grandes centrales nucleares o de carbón funcionando a plena potencia”.

Jacobson tomó represalias contra sus críticos presentando una demanda por difamación de 10 millones de dólares, que se vio obligado a retirar en 2018. El comentarista legal Kenneth White describió la demanda como “claramente irritante y con la intención de silenciar la disidencia sobre un supuesto artículo científico revisado por pares”.

En abril de este año, un juez de la Corte Superior de DC invocó la legislación anti-SLAPP (Strategic Lawsuit Against Public Participation) que según se informó ordenaba a Jacobson pagar los honorarios legales de las personas que había denunciado.

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El coproductor de “Planet of the Humans”, Ozzie Zehner, vio e colapso de la denuncia de Mark Jacobson como un síntoma de un problema más amplio dentro del activismo climático convencional. “Cuando los ecologistas influyentes (Big Greens) hablan de ‘hechos’, a menudo no se refieren a lo que la mayoría de la gente entiende que son hechos”, explicó. “Suelen hablar de modelos, que intentan predecir el futuro basándose en estimaciones de condiciones físicas, proyecciones y suposiciones. Los industriales verdes afirman que pueden modelar con precisión un futuro de energía renovable y sus efectos en la biosfera global. Pero nuestra mejor ciencia ni siquiera puede modelar una pecera”.

Ingraffea insistió en que la lucha legal de Jacobson apenas había comenzado, y dijo que los críticos del profesor estaban “parcialmente motivados porque Mark [Jacobson] se había labrado un nombre muy famoso en un campo con muchas otras personas trabajando, y no están obteniendo toda la fama”.

Jacobson se hizo eco de este argumento para defenderse: “No les gusta que estamos recibiendo mucha atención, por lo que están tratando de depreciar nuestro trabajo”.

“Denle un respiro”, pidió Ingraffea. “Sabes, si está equivocado, por supuesto que está equivocado. Nadie va a tener razón. Nadie podría tener razón hoy sobre lo que sucederá dentro de 25 años. Todos tenemos derecho a nuestras proyecciones. Todos tenemos derecho a nuestras bolas de cristal”.

Sin embargo, Ingraffea y sus aliados no ofrecieron esa misma cortesía a los creadores de “Planet of the Humans”. “No pudimos identificar ningún error fáctico en la película, y estamos abiertos a la idea de que podríamos estar equivocados en algunas cosas”, dijo Zehner. “Pero nos gustaría tener ese debate y en lugar de qué se nos intente acallar”.

Entre la ola de ataques al “Planeta de los humanos”, un número desproporcionado fue producido por expertos de la industria de las energías renovables, de un “estratega de innovación” de la empresa Green Power Energy que fue criticado en la película por eliminar la naturaleza de la cima de una montaña de Vermont para construir un parque eólico (“Para mí, esta película fue un ataque personal”, afirmó), a  Now You Know, un podcast de dos mega fans de Elon Musk que se refieren al multimillonario como “Elon” y han declarado con orgullo que “han invertido a largo plazo en  acciones de Tesla”.

En casi todos los ataques faltaba la mordaz crítica del documental a la corrupción de la política medioambiental por parte de multimillonarios y fundaciones familiares de las élites.

“La discusión que nuestros críticos en realidad no querían llevar a cabo era sobre el último tercio de la película”, comentó Zehner, “que trataba sobre la influencia de los multimillonarios y el dinero en el movimiento ambiental, y la farsa de la desinversión”.

El juego de los trileros de la desinversión en combustibles fósiles

La táctica de la desinversión de combustibles fósiles está en el centro del plan del llamado movimiento por la justicia climática para derrotar a la industria de los combustibles fósiles. Lanzada por 350.org de Bill McKibben y una coalición de activistas profesionales poco después de la reelección del presidente Barack Obama en 2012, la campaña ha dado como resultado que instituciones como la Universidad de Oxford y Goldman Sachs supuestamente desinvirtieran sus participaciones en compañías de petróleo y gas. Activistas como McKibben alentaron simultáneamente a sus electores a invertir en fondos cuyas carteras estaban supuestamente libres de compañías de combustibles fósiles.

“Planet of the Humans” arrastró sobre las brasas a esta táctica al demostrar cómo los fondos de inversión respaldados por 350.org se han involucrado en un juego de trileros en el que los activos de combustibles fósiles simplemente se reemplazan con inversiones en plásticos, minería, compañías de infraestructura de petróleo y gas, y biomasa.

“El gran problema con la desinversión es que absuelve a la riqueza extrema de su poder destructivo”, explicó Zehner. “Está diciendo que se puede perdonar a las fundaciones familiares y el dinero se puede invertir en infraestructura de minería, gas y petróleo, energía solar, eólica y biomasa. Se deshacen de las empresas de carbón de marca mientras invierten en empresas de infraestructura que apoyan la minería del carbón”

En una de las escenas más controvertidas de “El planeta de los humanos”, se puede ver a Bill McKibben inaugurando una planta de energía de biomasa de leña en el Middlebury College, donde ha sido académico residente. El líder ambiental elogió la iniciativa como “un acto de valentía”.

Debido a que el acto tuvo lugar en 2009, McKibben y sus aliados atacaron la escena como una representación injusta de su posición actual. En una respuesta oficial de 350.org a “Planet of the Humans”, McKibben afirmó que sus puntos de vista sobre la biomasa han evolucionado, lo que lo llevó a dejar de apoyar esa fuente de energía en 2016.

Sin embargo, menos de una semana después de que The Nation publicara el ataque incendiario de Josh Fox contra Michael Moore y “Planet of the Humans”, el editor en jefe de Nation, DD Guttenplan, organizó un evento con McKibben que fue patrocinado por un fondo con importantes inversiones en empresas de biomasa dedicadas a convertir madera en energía.

Llamado Domini Impact Investments, el fondo afirma tener inversiones en “68 empresas… que tanto impactan a los bosques como dependen de ellos, ya sea para la generación de productos derivados de los bosques o servicios ecosistémicos”. Uno de esos holdings de Domini es una empresa de generación de energía a partir de madera llamada Ameresco, que construye “grandes plantas de generación de energía de biomasa a escala de servicios públicos”, según su sitio web.

Domini Impact también presenta sus propiedades de “madera” sostenible, incluida Klabin SA, una empresa con operaciones de tala que abarcan 590.580 acres en Brasil. Klabin SA fabrica productos de pulpa y papel, y opera una planta de biomasa de licor negro en sitio de 270MW . Este mes de mayo, pocos días después de que Domini patrocinara la charla de McKibben, la empresa compró una segunda planta de biomasa.

(Fabio Schvartzman, ex director ejecutivo de Klabin SA, fue acusado de 270 cargos de homicidio en Brasil este enero, tras supuestamente ocultar que conocía el inminente derrumbe de una presa para proteger el precio de las acciones de su empresa actual, Vale. El colapso de la presa de Mariana en 2019 ha sido descrito como el peor desastre ambiental de Brasil).

Al presentar el evento patrocinado por Domini con McKibben, Guttenplan de The Nation declaró: “Al invertir en Domini Funds, puede ayudar a construir un futuro mejor para el planeta y su gente, y ser parte de un movimiento que trabaja para abordar una amplia gama de cuestiones sociales y ambientales, incluidos los derechos humanos, la mitigación del cambio climático y la gestión forestal”.

Ni McKibben ni Guttenplan respondieron a las solicitudes de comentarios por correo electrónico de The Grayzone.

Domini Funds no fue el único fondo de inversión con el que McKibben se ha asociado para promover la desinversión de combustibles fósiles, y que se ha involucrado en el juego de trileros expuesto en “Planet of the Humans”.

En lo que fue quizás la escena más devastadora de la película, el narrador Jeff Gibbs detalló cómo McKibben ha aconsejado a los miembros de 350.org que dirijan su dinero al Green Century Fund, una cartera de inversiones que se jacta de ser “propiedad total de organizaciones ambientales y de salud pública sin fines de lucro” y que carece de reservas de combustibles fósiles.

Sin embargo, como reveló “Planet of the Humans”, la cartera de Green Century Funds ha incluido grandes inversiones en compañías mineras, compañías de infraestructura de petróleo y gas, incluye un explotador de arenas bituminosas, el gigante de los biocombustibles Archer Daniels Midland, McDonald’s, Coca Cola (el principal generador de contaminación plástica del mundo), gigantes madereros y grandes bancos, desde Bank of America hasta HSBC.

Cuando se le preguntó sobre esta sección de la película, Josh Fox la descartó diciendo que no está actualizada. Afirmó que “toda la idea de lo que constituye un fondo desinvertido ha cambiado realmente de manera radical en los últimos ocho años, comenzando al principio con inversiones en petróleo, carbón y gas, para luego abarcar cosas como plásticos y la industria cárnica y derivados y todos los demás opciones”.

Sin embargo, una investigación de las presentaciones de la Securities and Exchange Commission de 2019 realizada por Green Century Funds mostró que el fondo tenía miles de acciones en el gigante de la carne McDonald’s y en Royal Caribbean Cruises, entre otros megacontaminadores. El barco Harmony of the Seas de esta última compañía es el crucero más tóxico para el medio ambiente del planeta Tierra, y depende de tres enormes motores diesel para quemar 66.000 galones de combustible al día. Al final de un viaje a través del Atlántico, el barco ha gastado la misma cantidad de gasolina que más de 5 millones de automóviles que viajan la misma distancia.

La presentación de Green Century ante la SEC se jactó de haber obtenido un compromiso de Royal Caribbean de “hacer más públicas sus estrategias de reducción y gestión del desperdicio de alimentos”. También afirmó haber “ayudado a convencer a McDonald’s, el mayor comprador de carne de res del mundo, de restringir el uso de antibióticos en sus cadenas de suministro de carne de res y pollo”.

Fue un caso clásico de greenwashing (lavado de cara verde, AyR), en el que los gigantes corporativos limpiaron su reputación entre los progresistas al adoptar reformas cosméticas que hicieron poco por desafiar sus actividades.

Cuando le informé a Fox sobre las inversiones en curso de Green Century en industrias con alto contenido de carbono, dijo: “Bueno, estoy totalmente a favor de una investigación de esas cosas basándose en motivos reales”.

Al mismo tiempo, Fox señaló otra queja sobre “El planeta de los humanos”: “La película ataca a Bill McKibben de formas que eran injustas y falsas”.

Sin embargo, ¿fue ese el caso? Uno de los puntos más provocativos sobre McKibben y sus aliados en “Planet of the Humans” – que funcionan como agentes de relaciones públicas de facto para los multimillonarios “verdes” que buscan sacar provecho de la fiebre de las energías renovables – nunca fue cuestionado de manera coherente. Pero como revela esta investigación, los guerreros climáticos criticados en la película están patrocinados por muchos de esos mismos multimillonarios, así como por la red de fundaciones familiares que ayudan a establecer la agenda de grupos como 350.org.

El Rockefeller Brothers Fund incuba 350.org

Quizás en la escena más incómoda de “El planeta de los humanos”, Bill McKibben se mostró visiblemente retorciéndose cuando un entrevistador le preguntó sobre el apoyo de fundaciones de familias para 350.org.

“No somos exactamente ecologistas influyentes (Big Greens), insistió McKibben durante una entrevista en 2011 con la periodista climática Karyn Strickler. “Soy un voluntario, tenemos siete personas que trabajan a tiempo completo en esta campaña de 350.org”.

Con una sonrisa reveladora en su rostro, Strickler le preguntó a McKibben cómo se sostenía financieramente su grupo.

“El poco dinero del que disponemos procede de algunas fundaciones de Europa y Estados Unidos”, insistió McKibben.

Mencionó “una fundación con sede en Suecia, creo que se llama la Fundación Rasmussen y creo que ha sido el mayor financiador”

Después de algunas insinuaciones de Strickler, un McKibben visiblemente incómodo divulgó que “Rockefeller Brothers Fund nos dio algo de dinero justo cuando estábamos empezando. Eso también ha sido útil”.

Sin embargo, el Rockefeller Brothers Fund y Rasmussen no estaban observando el nacimiento de 350.org desde la barrera. De hecho, los Rockefeller Brothers fueron fundamentales para la creación de 350.org y para establecer la agenda de la organización. Comenzó cuando la fundación incubó un grupo llamado 1Sky con una subvención de 1 millón de dólares. McKibben se unió inmediatamente como miembro de la junta.

Según ha documentado la ambientalista radical Cory Morningstar, el lanzamiento de 1Sky fue anunciado en una reunión de 2007 de la Clinton Global Initiative por el ex presidente Bill Clinton, quien estaba en el escenario junto al presidente del Rockefeller Brothers Fund, Stephen Heintz. Cuatro años después, Rockefeller Brothers anunció “el emocionante matrimonio de 1Sky y 350.org, dos beneficiarios del programa de Desarrollo Sostenible del Rockefeller Brothers Fund”.

No estaba claro por qué McKibben se sentía tan incómodo al hablar de su relación con Rockefeller. Quizás le preocupaba que la organización que una vez describió como un “pequeño equipo desaliñado” fuera vista como un nodo central en el complejo industrial sin fines de lucro impulsado por donantes (El llamado non-profit industrial complex ha sido definido como “un sistema de relaciones entre el Estado (o gobiernos locales y federales), las clases propietarias, fundaciones privadas y organizaciones de servicios sociales y justicia social sin fines de lucro / ONGs que dan lugar a la vigilancia, control, descarrilamiento y gestión diaria de los movimientos políticos” por parte del poder, AyR).

Cualesquiera que fueran sus motivos, desde la irritante entrevista con Strickler, el Rockefeller Brothers Fund ha subvencionado con más de 1 millón de dólares a la organización 350.org de McKibben.

Junto a una red de fundaciones y multimillonarios “verdes”, el Rockefeller Brothers Fund y su dotación de 1.200 millones de dólares sirve como motor principal de la red de los autodenominados activistas por la “justicia climática” que intentaron aplastar el documental “Planeta de los humanos”.

Estos intereses se han unido en torno a la Environmental Grantmakers Association (EGA), cuya sede se encuentra en las oficinas del Rockefeller Family Fund en la ciudad de Nueva York.

La EGA permite a fundaciones de élite y donantes multimillonarios cultivar un cuadro de “hacedores” profesionales durante entrenamientos (“retreats”) en lugares pintorescos. Un estudiante que asistió por primera vez dijo que la experiencia del entrenamiento fue diseñada con “la intención de fortalecer las relaciones entre los donantes y construir relaciones dentro del movimiento ambiental”. Tan pronto como llegó, la “emparejaron con ‘amigos’ mentores, gente que había estado en entrenamientos de EGA anteriores para mostrarnos cómo funciona”.

Estos encuentros tienen lugar en Napa Valley, California, o en el resort Mohonk Mountain House en el Hudson Valley de Nueva York.

Un informe de la Threshold Foundation describió el tema del retiro de otoño de EGA 2015 en Mohonk: ” ‘¡Financia a los luchadores!’ Esa es la llamada de reunión de las estrellas. No las estrellas celestiales, sino de artistas conocidos como Mark Ruffalo y Naomi Klein”.

De acuerdo con su relación con la red de cuadros y equipos ambientales de la EGA como 350.org, el Rockefeller Brothers Fund adoptó su campaña de desinversión de combustibles fósiles, deshaciéndose de sus posesiones de petróleo y carbón mientras aumentaba los activos en otras industrias que difícilmente pueden describirse como ecológicas. Una mirada a los resultados del movimiento de la fundación ofrece otro estudio de caso inquietante en el juego de trileros de la desinversión.

Los hermanos Rockefeller se vuelven “ecológicos” e invierten en Halliburton

En 2014, consultar con 350.org, el Rockefeller Brothers Fund anunció que estaba vendiendo sus participaciones en combustibles fósiles: “Nos sentíamos extremadamente incómodos con la ambivalencia moral de tener programas de financiación que giran en torno a la catástrofe climática mientras seguíamos invirtiendo en los combustibles fósiles que nos acercaban a esa catástrofe”, dijo el presidente del Rockefeller Brothers Fund, Stephen Heintz.

En una sesión paralela de diciembre de 2015 a la conferencia climática de la ONU en París, la directora ejecutiva de 350.org, May Boeve, se unió a Heintz para celebrar la decisión de la fundación de desinvertir: “Un número creciente de inversores que representan una cantidad creciente de capital ya no quieren estar asociados con esta industria”, afirmó Boeve.

Boeve (350.org) y Heintz (Rockefeller Brothers Fund) en la cumbre climática de la ONU de 2015

Un vistazo a la presentación financiera pública más reciente del Rockefeller Brothers Fund, de 2018 (PDF), ofrece una visión clara del juego de trileros que supone la desinversión.

Según la presentación, mientras los hermanos Rockefeller se liberaron de los combustibles fósiles, la fundación siguió invirtiendo en compañías como el gigante de servicios petroleros Halliburton, la sociedad multinacional de transporte de petróleo dirigida por Koch, Inter Pipeline Ltd, y Caterpillar, cuyas excavadoras son familiares en escenas de deforestación y demolición de viviendas palestinas. (Varias ONG que abogan por la desinversión de empresas involucradas en la ocupación israelí de Palestina, como la +972 Magazine y la US Campaign for Palestinian Rights también han recibido apoyo del Rockefeller Brothers Fund).

La fundación completó su cartera con acciones de titanes de la industria financiera como Citigroup y Wells Fargo, así como de Newcrest Mining, Barrick Gold, Wheaton Precious Metals Corporation y Agnico Eagle Mines.

El Rockefeller Brothers Fund enumeró al menos 20 millones de dólares de inversiones en Vision Ridge Partners, que a su vez se invirtió en una empresa de biomasa llamada Vanguard Renewables bajo el disfraz de “energía renovable”. En diciembre de 2019, Vanguard Renewables estableció una asociación con Dominion Energy (gigante energético cuyo Atlantic Coast Pipeline fue derrotado el pasado junio gracias a la movilización de ecologistas de base) para convertir el metano de las granjas en gas natural.

Desde que Rockefeller Brothers Fund respondió a la llamada de 350.org de desinvertir en combustibles fósiles en 2014, la riqueza de la fundación ha aumentado sustancialmente. Como informó el Washington Post, “los activos del fondo Rockefeller Brothers crecieron a una tasa promedio anual de 7.76% durante el período de cinco años que terminó el 31 de diciembre de 2019”.

El resultado de la decisión ampliamente elogiada de los Rockefeller estableció un claro precedente para otras instituciones de élite: al permitir que organizaciones como 350.org las llevaran de la mano, podrían lavar su imagen en verde, deshacerse de las existencias en una industria de combustibles fósiles que según analistas financieros adolece de un “bajo rendimiento crónico”, y proteger sus inversiones en industrias en crecimiento como la minería, los servicios petroleros y la biomasa.

McKibben, por su parte, ha comercializado la desinversión de combustibles fósiles como una estrategia de beneficio mutuo para la clase capitalista: “Las instituciones que se desprendieron de combustibles fósiles realmente lo hicieron bien desde un punto de vista financiero, porque la industria de los combustibles fósiles ha sido la parte que ha tenido los peores resultados financieros de nuestra economía… Incluso si no te importaba destruir el planeta, querrías salir de ella porque simplemente pierde dinero”.

Blood and Gore defienden “la codicia a largo plazo”

En otro movimiento aparentemente destinado a limpiar su imagen ecológica al mismo tiempo que proteger sus activos, el Rockefeller Brothers Fund invirtió más de 100 millones de dólares en los fondos Generation Climate Solutions Fund II y Generation IM Global Equity Fund de Generation Investment Management.

Estas entidades son administradas conjuntamente por Al Gore, el exvicepresidente de Estados Unidos que negoció una notoria laguna jurídica en las compensaciones de carbono en el Protocolo de Kioto de 1997 a la que se responsabiliza de liberar de 600 millones de toneladas de emisiones de carbono en exceso. Gore lanzó el fondo junto con David Blood, ex director ejecutivo de gestión de activos de Goldman Sachs, para promover un capitalismo respetuoso con el clima.

En un perfil de 2015 del fondo Generation Investment Management de Blood y Gore, James Fallows de The Atlantic describió su estrategia de inversión como “una demostración de una nueva versión del capitalismo, una que cambiará los incentivos de las operaciones financieras y comerciales” hacia una economía “verde” y rentable, mientras que potencialmente salva al sistema capitalista de sí mismo.

Blood fue contundente cuando se le preguntó sobre su agenda: “Estamos defendiendo la codicia a largo plazo”.

El banquero Blood y el gurú verde McKibben compartieron escenario juntos en la conferencia de 2013 de Ceres, una organización sin fines de lucro que trabaja para consolidar la relación de beneficio mutuo entre Big Green y Wall Street.

Bill McKibben (a la derecha) y el ex ejecutivo de Goldman Sachs, David Blood, en la conferencia Ceres 2013

El acto contó con un grupo de jefes ejecutivos de compañías como Pacific Gas & Electric (PG&E) y GM. Los patrocinadores incluyeron a Bank of America, PG&E, Bloomberg, Citi, Ford, GM, Prudential, Wells Fargo, TimeWarner y un grupo de compañías Fortune 500.

Durante su conversación, el inversionista Blood se comprometió a movilizar “algo del orden de entre 40 y 50 billones de dólares de capital” en energías renovables, subrayando el enorme centro de ganancias que representa una transición a la energía “verde”.

“Depende completamente de qué tipo de voluntad política podamos reunir”, proclamó McKibben, comprometiéndose a trabajar para alcanzar el objetivo de Blood.

La inquietante visión de McKibben discutiendo posibilidades de ganancias multimillonarias con un ex banquero de Goldman Sachs se destacó de manera destacada en “Planet of the Humans” y sin duda ayudó a inspirar la feroz reacción contra el documental de la red fundadora de 350.org.

Sin embargo, McKibben no estaba solo entre los guerreros de la justicia climática en su coqueteo con la clase de los multimillonarios.

Un “grupo heterogéneo” apoyado por la fundación

Antes de que Josh Fox lanzara su bombardeo mediático contra “Planet of the Humans”, dirigió un vehículo documental de larga duración para 350.org, titulado “Divest” (desinvertir). Para la película de 2016, Fox siguió a McKibben y a aliados como Naomi Klein mientras se embarcaban en un viaje por carretera a través del país para promover la desinversión en combustibles fósiles.

Los vínculos de Fox con los activistas profesionales se extienden a la red de financiación centrada en la Environmental Grantmakers Association (Asociación de Donantes Ambientales). Entre 2012 y 2017, la compañía cinematográfica de Fox International WOW reportó subvenciones por un total de 2.5 millones de dólares. Gran parte de esa financiación fue cortesía del Cultural Innovation Fund de los hermanos Rockefeller y del fondo MAP de Rockefeller, así como de las Fundaciones Ford y Park. 

Financiación de la fundación para la productora de Josh Fox International WOW (FUENTE)

En 2012, el año en que Fox y sus aliados lanzaron su campaña para promover la desinversión de combustibles fósiles, también cofundó un grupo de defensa ambiental llamado Solutions Project. Concibió la organización junto con el célebre actor Mark Ruffalo, el ex ejecutivo de Tesla Marco Krapels y Mark Jacobson, de la Universidad de Stanford, el profesor detrás de la dudosa proyección de un 2050 totalmente renovable.

Los cuatro fundadores recaudaron capital inicial de la Leonardo DiCaprio Foundation del actor de cine del mismo nombre, y de la 11th Hour Foundation del director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, y su esposa, Wendy, según Fox. Fox dijo que después de una lucha de poder y un intento de expulsarlo para recaudar varios millones del Sierra Club, él, Krapels y Jacobson finalmente abandonaron la organización.

Desde entonces, Krapels ha lanzado una empresa de baterías eléctricas en Brasil, otro país que tiene una enorme reserva de litio y otros minerales necesarios para sus productos. Brasil ha experimentado una fiebre del oro en la minería de litio en los últimos años gracias a la gran demanda de baterías de iones de litio.

El ex socio de Krapels en el desastroso proyecto Solar City de Tesla, Elon Musk, anunció planes este año para construir una fábrica de automóviles eléctricos en Brasil. Según los informes, Musk incluso ha buscado una reunión con el presidente de extrema derecha del país, Jair Bolsonaro, para promover sus intereses comerciales.

(FUENTE)

Hoy, el Solutions Project ha sido “cooptado al 100% y vendido”, reconoció Fox. De hecho, los miembros de la junta del grupo incluyen actualmente a Brandon Hurlbut, un ex funcionario del Departamento de Energía de Obama que fundó Boundary Stone Partners, empresa de lobby que representa a la industria nuclear. También en la junta está Billy Parish, fundador de Mosaic, empresa financiera que declara su “misión de revolucionar dos de las industrias más grandes del mundo: energía y finanzas…” según el sitio web de Mosaic. “Nos enfocamos en la integración de hacer el bien (para el planeta) y hacerlo bien (financieramente)”.

Según su sitio web, la Fundación Elon Musk se encuentra entre los financiadores del Solutions Project. La organización describe a Musk como “el tipo que está tratando de salvar a la humanidad de cuatro o cinco formas diferentes”, comparándolo con un superhéroe de Marvel Comics.

En realidad, Musk es un feroz destructor de sindicatos que recientemente despidió a trabajadores por quedarse en casa cuando la pandemia Covid-19 golpeó, pero no antes de engañarlos haciéndoles creer que tenían permiso para ponerse en cuarentena de manera segura.

Otros partidarios del Solutions Project incluyen el Skoll Global Threats Fund, dirigido por el multimillonario de eBay Jeffrey Skoll. Skoll financió la película de Al Gore sobre el cambio climático, “An Inconvenient Truth”(una verdad inconveniente), que entró en producción poco después de que Gore lanzara su fondo Generation Investment Management, una verdad inconveniente señalada en el duócumental “Planet of the Humans”.

La fundación del 11th Hour Project del CEO de Google, Schmidt, y su esposa, sigue apoyando el Solutions Project después de que gastase el dinero inicial para su lanzamiento. Cuando se le preguntó en 2014 sobre la desigualdad y el desplazamiento que las empresas tecnológicas emergentes traen al Área de la Bahía, donde se encuentra Google, Schmidt respondió: “Celebremos el capitalismo. 19 mil millones de dólares para 50 personas? Bien por ellos”.

Cuando pregunté a Fox sobre la cooptación de la política de la justicia climática por parte de oligarcas tecnológicos como Skoll, Schmidt y Musk, se puso a la defensiva. “Tienes que ver estas cosas en un continuo de tiempo en el que intentamos despegar en grande, algo más grande de lo que nadie ha intentado enfrentar en el mundo”, afirmó, refiriéndose a la lucha de él y sus aliados contra la industria de los combustibles fósiles. “Son más grandes que la Alemania nazi, más grandes que Estados Unidos. Más grande que todos ellos combinados. Somos un grupo heterogéneo de personas extraordinariamente comprometidas que están dispuestas a arriesgar nuestras vidas para detener la industria de los combustibles fósiles”.

“Sí, eso es realmente loable”, continuó Fox, refiriéndose a sus propios esfuerzos, “y que un ladrón de circo multimillonario, como Bill McKibben llama a Michael Moore, lo ataque utilizando ciencia defectuosa, técnicas deshonestas, tergiversando la cronología, y otras mil cosas que son negligencia periodística y que fueron denunciadas por un número extraordinario de personas; esa es la verdadera historia aquí. El verdadero matón es Michael Moore aquí. No soy yo”.

El productor

Este año, Josh Fox lanzó un programa y una película para un solo hombre llamado “The Truth Has Changed”. Según el material promocional, Fox narró su experiencia como “testigo ocular de la historia” que “fue objeto de una campaña de desprestigio de 100 millones de dólares de la industria del petróleo y el gas”.

“Josh Fox fue la prueba beta para los tipos de propaganda y difama a la pandilla que creó Cambridge Analytica que ahora es conocida en todo el mundo”, dijo el sitio web de la película. “Y Josh está contando su historia de una manera inflexible como nunca antes”.

Se suponía que la actuación tuvo una larga duración este enero en uno de los lugares más reconocidos para el teatro político en el país, The Public Theatre en la ciudad de Nueva York. Pero el espectáculo se canceló abruptamente después de que el público acusó a Fox de violar el código de conducta del teatro a través de “una serie de abusos verbales al personal”.

Fox, que es judío, tomó represalias acusando a los directores del teatro de antisemitismo. Según el New York Times, Fox “dijo que le habían dicho que era demasiado apasionado, demasiado ruidoso y demasiado emocional”.

“Para mí, eso es claramente cultural”, dijo Fox al periódico. “Ese es una imagen clásica del antisemitismo”.

Detrás del drama sobre la cancelación del monólogo, había un tema más destacable. El productor ejecutivo de “The Truth Has Changed” de Fox era Tom Dinwoodie, rico empresario e ingeniero de “tecnologías limpias” que posee decenas de patentes sobre tecnología solar y, por lo tanto, estaba dispuesto a cosechar una gran ganancia inesperada de la revolución de las energías renovables que Fox y sus aliados estaban haciendo campaña.

Dinwoodie, quien firmó la carta de Fox pidiendo la retractación de “Planet of the Humans”, fue uno de los principales donantes del Rocky Mountain Institute, un llamado “do-tank” donde se desempeña como administrador principal. En 2014, Dinwoodie ayudó a supervisar la fusión de su grupo de expertos con el Carbon War Room del multimillonario director ejecutivo de Virgin, Richard Branson, que se fundó con “la misión de estimular las intervenciones de mercado dirigidas por empresas que promuevan una economía baja en carbono”.

“Cada vez más, las soluciones para el cambio climático son aquellas medidas de política que impulsan el crecimiento económico”, declara un portavoz en un video que anuncia la asociación estratégica entre la organización sin fines de lucro de Branson y el “do-tank” de las Montañas Rocosas de Dinwoodie.

En el mismo video, el multimillonario ex candidato presidencial del Partido Demócrata y donante del Rocky Mountain Institute, Tom Steyer, enfatizó el motivo de lucro detrás de la transición a las energías renovables: “Cambiar la forma en que generamos y usamos energía es la industria más grande en la historia del mundo. No hay tiempo que perder”.

Ese 9 de julio, el día después de que el Grupo de Trabajo Unido Biden-Sanders publicara sus recomendaciones de políticas, el Rocky Mountain Institute lanzó el Center for Climate Aligned Finance en asociación con cuatro de los bancos más grandes del mundo: Wells Fargo, Goldman Sachs, Bank of America y JPMorgan Chase.

La iniciativa, según Rocky Mountain, servirá como “sala de máquinas para que el sector financiero se asocie con clientes corporativos para identificar soluciones prácticas a través de alianzas profundas con la industria, la sociedad civil y los legisladores para facilitar una transición en la economía global a cero. emisiones a mediados de siglo”.

La asociación representó una ventaja obvia para los magnates ecológicos como Dinwoodie, que se benefician de las energías renovables. Y para los grandes bancos que continuaron encabezando la lista de los inversores más habituales del mundo en la industria de los combustibles fósiles, fue otra oportunidad para lavar en verde su imagen pública.

Dados los intereses económicos representados por Dinwoodie y su “do-tank”, era fácil entender por qué firmó la carta de Fox pidiendo que se retractara el “Planeta de los humanos”. El documental no solo había criticado a su socio político, Richard Branson, como un oligarca experto en relaciones públicas que explotaba la política ambiental; también denunciaba la ética de ecologistas influyentes (Big Green) que reconfortaron a sus patrocinadores de la clase dominante con la promesa de que podrían hacer el bien sin dejar de hacerlo bien.

Cuando le pregunté a Fox por qué pensaba que los grandes magnates de la tecnología y sus fundaciones familiares estaban invirtiendo sus fortunas en el activismo climático, respondió: “Probablemente salvando el planeta”.

La conexión danesa

Mientras que los ricos empresarios ecológicos como Dinwoodie y Elon Musk promovieron sus intereses comerciales respaldando la promoción ecológica, la V. Kann Rasmussen Foundation y su estrecha afiliada KR (Kann-Rasmussen) Foundation han dirigido estratégicamente sus recursos para apoyar a un quién es quién de los guerreros climáticos profesionales: incluidos varios que desempeñaron un papel en la campaña para eliminar el “Planeta de los humanos”.

Brian Valbjørn Sørensen, director ejecutivo de la KR Foundation, fue un ex asesor especial del gobierno danés de centro-izquierda que perdió el poder en 2015. La presidenta de KR, Connie Hedegaard, fue la exministra de clima y energía del gobierno danés de centro-derecha de Anders Fogg Rasmussen, quien se fue secretario general de la alianza militar OTAN. Como primer jefe climático de la Unión Europea, Hedegaard afirmó que la energía renovable podría fortalecer el poder blando de la OTAN contra Rusia al reducir las importaciones de gas natural del estado designado como enemigo.

El apoyo de KR a grupos como 350.org aparece en “Planeta de los humanos” durante la escena que provocó vergüenza, en la que la periodista Karyn Strickler interrogó a Bill McKibben sobre sus patrocinadores organizacionales. Según la KR Foundation, donó 2 millones de dólares a 350.org en 2019.

Toby Smith, fotógrafo que denunció basándose en derechos de autor a “Planeta de los humanos” por motivos explícitamente “personales”, resultó ser el director de difusión en medios de una organización sin fines de lucro financiada por KR llamada Climate Outreach. Como declaró la KR Foundation de la familia Rasmussen en una presentación financiera reciente, empezó a dar subvenciones a Climate Outreach por un valor total de casi 2 millones de dólares en 2019. 

Cuando el columnista británico George Monbiot publicó una vitriólica denuncia de “Planeta de los humanos” en The Guardian, se olvidó de mencionar que había sido miembro de la junta de Climate Outreach, respaldada por Rasmussen.

La Fundación V. Kann Rasmussen también ha apoyado al equipo ecologista de Naomi Klein, The Leap, según el sitio web de la fundación.

Klein, que durante mucho tiempo ha sido crítica con las fundaciones familiares de la élite y de la clase multimillonaria, fue una de las figuras más destacadas que se unieron a la campaña para censurar el “Planeta de los humanos”. Como reconoció su aliado McKibben, Klein presionó sin éxito a Michael Moore para que retractara “Planet of the Humans” antes de que se emitiese públicamente.

Klein ha celebrado el gobierno danés donde los líderes de la KR Foundation han trabajado para promover “algunas de las políticas ambientales más visionarias del mundo”. Al mismo tiempo, ha denunciado el “socialismo industrial autocrático” de la Unión Soviética y el “petro-populismo” del gobierno socialista de Venezuela, donde Dinamarca ha reconocido al líder golpista Juan Guaidó, respaldado por Estados Unidos.

(FUENTE)

Las recientes andanadas de Klein contra Venezuela contrastaban fuertemente con su firma de una carta abierta en 2004 que proclamaba: “Si fuéramos venezolanos… votaríamos por [Hugo] Chávez”; y una columna periodística de 2007 en la que escribió que gracias al gobierno de Chávez, “los ciudadanos habían renovado su fe en el poder de la democracia para mejorar sus vidas”.

Naomi Klein y Angel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) el 4 de noviembre de 2015. Gurría fue ministro de Finanzas en la administración del ex presidente neoliberal de México, Ernesto Zedillo. Gurria ganó el premio “Globalista del año” de la OCDE por su papel en la negociación del tratado de libre comercio del TLCAN y por “promover el transnacionalismo”.

De crítica de los ecologistas influyentes (Big Green) a oponente de “Planet of the Humans”

La oposición de Naomi Klein al “Planeta de los humanos” fue sorprendente dadas las opiniones que ha expresado en el pasado sobre la política ambiental dominante. Por ejemplo, en 2013 lamentó el “profundo negacionismo en el movimiento ambiental entre los grandes grupos verdes [sobre cómo combatir el cambio climático]. Y para ser muy honesta con usted”, continuó, “creo que ha sido más dañino que el negacionismo de la derecha en términos de cuánto terreno hemos perdido”.

En su aclamado libro de 2008 “La Doctrina del Shock”, Klein documenta el papel de la Fundación Ford como figura de la CIA que ayudó a establecer el Center for Latin American Studies en la Universidad de Chicago.

El departamento académico financiado por Ford dio lugar a los infames “Chicago Boys”, un grupo de economistas neoliberales liderados por Milton Friedman que concibieron la “doctrina del choque” capitalista del desastre que inspiró el título del libro de Klein. Aplicaron su programa a Chile como asesores económicos del general Augusto Pinochet tras su golpe militar respaldado por la CIA para destruir el gobierno izquierdista del presidente chileno Salvador Allende.

Klein también examinó el apoyo de la Fundación Ford a la “mafia de Berkeley” en la Universidad de California que asesoró a la junta hiperrepresiva del general Suharto, que derrocó al gobierno socialista de Indonesia en 1965.

“La Mafia de Berkeley había estudiado en los Estados Unidos como parte de un programa que comenzó en 1956, financiado por la Fundación Ford…”, escribió Klein. “Los estudiantes financiados por Ford se convirtieron en líderes de los grupos del campus que participaron en el derrocamiento de Sukarno, y la mafia de Berkeley trabajó en estrecha colaboración con los militares en el período previo al golpe…”.

Henry Kissinger, el gurú de la política exterior de Nixon a quien Klein identificó como el autor intelectual de la guerra sucia en Chile, se había desempeñado anteriormente como director del Proyecto de Estrategias Especiales del Rockefeller Brothers Fund, que ayudó a concebir estrategias de seguridad nacional de Estados Unidos para contrarrestar la propagación del comunismo.

En la actualidad, la Fundación Ford y el Rockefeller Brothers Fund apoyan una variedad de causas liberales, desde iniciativas de diversidad y justicia racial hasta la red de ONG que se organizan para la desinversión de combustibles fósiles. Al mismo tiempo, la Fundación Ford respalda a organizaciones que impulsan el cambio de régimen en América Latina, asociándose con el gobierno de Estados Unidos para financiar Freedom House, una ONG con sede en Washington que apoyó el fallido golpe de Estado para derrocar al gobierno izquierdista electo de Nicaragua en 2018. Por su parte, el Rockefeller Brothers Fund ha apoyado The Syria Campaign, un grupo de relaciones públicas que exigió una intervención militar de Estados Unidos para destituir al gobierno de Siria reconocido por la ONU.

En 2011, cuando Klein fue nombrada miembro de la junta directiva de 350.org, unió fuerzas con una organización ambiental ayudada a nacer por el Rockefeller Brothers Fund y apoyada por la Fundación Ford. “Como dice el fundador de 350.org, Bill McKibben: a menos que vayamos tras la ‘contaminación del dinero’, ninguna campaña contra la contaminación real tiene posibilidades”, escribió Klein en ese momento.

El libro y el documental de 2015 de Klein sobre el cambio climático, “Esto lo cambia todo”, se lanzó inicialmente como un proyecto llamado “The Message”. Fue apoyado con cientos de miles de dólares en subvenciones por un quién es quién de las principales fundaciones familiares que ayudan a sostener el aparato político de McKibben.

En una de varias subvenciones para el proyecto de libro y película, el Rockefeller Brothers Fund contribuyó con 50.000 dólares a “The Message” mediante de una transferencia a través de una organización sin fines de lucro llamada Sustainable Markets Foundation. [ PDF ]

Susan Rockefeller fue coproductora ejecutiva de la versión documental de “Esto lo cambia todo”. Su esposo, David Rockefeller Jr., es hijo del magnate David Rockefeller, un luchador de la Guerra fría  vinculado al gobierno de EEUU que cofundó el Rockefeller Brothers Fund y ayudó a respaldar el golpe organizado por EEUU que puso a Pinochet y los Chicago Boys en el poder en Chile. Rockefeller Jr. , un importante partidario de las causas conservacionistas, es ex presidente del Rockefeller Brothers Fund y miembro de la junta de Rockefeller Financial Services.

En 2014, la Fundación Ford aportó 250.000 dólares al proyecto de Klein. [ PDF ]

“The Message” de Klein también se benefició con 140.000 dólares de apoyo de la Schmidt Family Foundation  del CEO de Google, Eric Schmidt, y su esposa, Wendy. La Schmidt Family Foundation  es un colaborador continuo de 350.org de McKibben, con $ 200,000 en 2018 [ PDF ].

En abril de 2019, Klein lanzó “A Message From The Future” (un mensaje del futuro), una colaboración en video con la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez y la artista y experta Molly Crabapple, que promovió el Green New Deal como un camino hacia una utopía económica impulsada por energías renovables.

Crabapple, vehemente partidaria de la campaña de Washington por el cambio de régimen en Siria, es Eric and Wendy Schmidt Fellow en la New America Foundation, un grupo de expertos vinculado al Partido Demócrata financiado sustancialmente por Schmidt de Google, la Fundación Ford y el Departamento de Estado de EEUU.

En una columna reciente en The Intercept, Klein apuntó a Schmidt y lo describió como uno de los multimillonarios que explotaban “una doctrina coherente del shock pandémico” para comenzar a “construir una distopía de alta tecnología”. Señaló que Schmidt está estrechamente alineado con el estado de seguridad nacional como presidente de la Defense Innovation Board, que asesora al Pentágono sobre la aplicación militar de la inteligencia artificial.

Schmidt también es un defensor de una red de energía “inteligente”, que según él “modernizará la red eléctrica para que se parezca más a Internet”. Tal modelo no solo beneficiaría a empresas de tecnología como Google, que ganan dinero comprando y vendiendo datos, sino también al estado de seguridad nacional de EEUU, cuyas asociaciones con grandes empresas de tecnología aumentan la capacidad de su aparato de vigilancia.

La versión del Senado del Green New Deal exige la construcción de redes eléctricas “inteligentes” casi exactamente como las que imaginó Schmidt. Klein y otros destacados defensores del Green New Deal han olvidado mencionar que este componente aparentemente benigno del plan bien intencionado podría representar un paso gigante en el camino hacia la “distopía de alta tecnología” de los barones de Silicon Valley y sus socios estatales de seguridad nacional.

En mayo de 2018, Klein se convirtió en la Gloria Steinem Endowed Chair in Media, Culture and Feminist Studies en la Universidad de Rutgers. El puesto se creó “tras una campaña de tres años y tres millones de dólares… que incluyó una docena de fundaciones”. Entre los “contribuyentes iniciales y revolucionarios”, según Rutgers, estaba la Fundación Ford.

Gloria Steinem (izquierda) y Naomi Klein en la ceremonia de inauguración de la cátedra de Steinem en Rutgers 2018 (Gloria Steinem fue agente de la CIA y trabajó en una de sus fundaciones, desde la que participó en iniciar la “segunda ola” que puso en marcha el renacimiento del movimiento feminista en los años 60 y 70, AyR)

También se recibieron contribuciones para la donación de magnates como Sheryl Sandberg, la multimillonaria directora de operaciones de Facebook y defensora del feminismo corporativo “Lean In”; y Harvey Weinstein, el magnate de Hollywood que fue sentenciado este marzo a 23 años de prisión por agresión sexual criminal en primer grado. Según Rutgers, Weinstein suministró “un regalo de 100,000 dólares en honor a su difunta madre, quien compartió las esperanzas de Gloria Steinem por la igualdad femenina”.

Tenía la esperanza de tener una conversación con Klein, una ex colega del Nation Institute, sobre su oposición reflexiva a un documental que incluía muchos argumentos que aparecieron en sus escritos anteriores. ¿No fue el enfoque exclusivo en las emisiones de carbono por parte de los guerreros climáticos profesionales un enfoque ciego que ignoraba el daño ambiental inherente a la producción de tecnología renovable aún no probada? ¿No tenían los magnates de las “tecnologías limpias” un interés personal en promover una transición global hacia los productos renovables que fabricaban sus empresas? Y cuando había articulado claramente los problemas con la defensa de los ecologistas influyentes (Big Green) respaldada por multimillonarios, ¿por qué Klein se había unido a una red política que parecía personificarlo?

Mis correos electrónicos fueron recibidos con una respuesta automática informándome que Klein estaba “fuera de la red” y redirigiéndome a su asistente personal.

Según Fox, los guerreros climáticos de alto perfil como McKibben y Klein no tenían interés en hablarme sobre su oposición a la película porque “eso ocurrió hace como cuatro meses, hombre, todo el mundo ha seguido adelante”.

Viendo lo verde en Biden

En agosto, los miembros de la red profesional de defensa del clima que vieron sus intereses amenazados por “Planet of the Humans” se estaban preparando para una producción en pantalla mucho más elaborada que prometía nuevas oportunidades.

En las semanas previas a la Convención Nacional Demócrata, las organizaciones de justicia climática como el Sunrise Movement 501 c-4 , que surgió a la sombra de la carrera presidencial del senador Bernie Sanders y condenó al ex vicepresidente Joseph Biden como una herramienta del sistema, cambiaron repentinamente su melodía.

Lleno de dark money (dinero oscuro) proveniente de multimillonarios alineados con el Partido Demócrata, el cofundador del Sunrise Movement, Varshini Prakash, declaró el 14 de julio, el día en que Biden lanzó su plan de energía limpia, que: “No es ningún secreto que hemos sido críticos con los planes y compromisos del vicepresidente Biden en el pasado. Hoy, ha respondido a muchas de esas críticas: aumentando drásticamente la escala y la urgencia de las inversiones… Nuestro movimiento, junto con las comunidades de justicia ambiental y los trabajadores de primera línea, ha enseñado a Joe Biden a hablar sobre ello”.

Si bien se marca a sí mismo como un movimiento de base que ha organizado acciones contra el sistema que pone a figuras centristas como la senadora demócrata Dianne Feinstein en el centro, el Sunrise Movement nació gracias a una subvención del Sierra Club, el gigante de loas organizaciones Big Green respaldado por Mike Bloomberg. Hoy, las oficinas de las dos organizaciones están ubicadas a un piso de distancia en el mismo edificio en el centro de Washington DC.

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Antes del DNC, la campaña de Biden presentó un compromiso de plan de 2 billones de dólares para invertir fuertemente en tecnología renovable para lograr “un sector de energía libre de contaminación por carbono para 2035”. El plan promete construir  500 millones de paneles solares en los próximos cinco años junto con 60.000 nuevas turbinas eólicas.

Con la demanda de energía solar cayendo en picado debido a la pandemia de coronavirus, la perspectiva de gigantescos subsidios gubernamentales fue música para los oídos de los magnates de las “tecnologías limpias” que patrocinan las organizaciones de defensa del clima alineadas con el Partido Demócrata.

Muchos de estos millonarios y multimillonarios ecologistas se habían dado un festín con el paquete de estímulo de Obama, que fue directamente responsable de impulsar el auge de la industria solar estadounidense. Después de prometer en su investidura invertir 150.000 millones de dólares en “un nuevo sector empresarial de energía verde”, Obama entregó la increíble cantidad de 4.900 millones de dólares en subsidios a Elon Musk de Tesla y una garantía de préstamo de 1.200 millones de dólares para SunPower US de Tom Dinwoodie para construir el California Valley Solar Ranch. En junio de 2019, un “incidente aviar” provocó un incendio en el proyecto SunPower Solar Ranch, que afectó a más de 1200 acres y dejó sin efecto el 84% de la capacidad de generación durante varias semanas.

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“Planeta de los humanos” presentó a los espectadores la inquietante historia de la planta solar de Ivanpah, una iniciativa emblemática del plan de energía verde de Obama que era copropiedad de Google. Dotado con 1.600 millones de dólares en garantías de préstamos y 600 millones de dólares en créditos fiscales federales, Ivanpah se construyó en 5.6 millas cuadradas de tierra pública virgen cerca de la Reserva Nacional Mojave de California. En su primer año, la enorme planta produjo menos de la mitad de su objetivo energético planeado mientras quemó vivas a más de 6.000 aves.

La planta termosolar Ivanpah y sus tres torres de energía se extiende por el desierto de Mojave

Debido a la intermitencia inherente a la energía solar, el gigantesco proyecto de energía ha tenido que quemar enormes cantidades de gas natural para mantener el sistema en marcha cuando el sol no brilla. A pesar de su dependencia de los combustibles fósiles, Ivanpah todavía no está calificado como una planta renovable según las reglas estatales.

“La conclusión es que el público no esperaba que este proyecto consumiera tanto gas natural”, dijo David Lamfrom, gerente del desierto de California para la Asociación de Conservación de Parques Nacionales, al Press-Enterprise local. “No teníamos pleno conocimiento de que esto era a lo que nos estábamos inscribiendo”.

Incluso después de que la administración Obama invirtiera miles de millones de dólares en proyectos solares, la producción de energía solar aumentó entre 2008 y 2016 en solo un 0,88% como total de la producción de energía estadounidense.

Mientras tanto, en todo el país, muchos proyectos eólicos nuevos siguen estancados debido a las preocupaciones de la comunidad sobre la destrucción de tierras. En el estado natal del defensor del Green New Deal, el senador Bernie Sanders, el único proyecto eólico restante se canceló en enero.

Por plantear preguntas sobre la eficacia y el costo ambiental de proyectos renovables como estos, y proponer una solución explícitamente anticapitalista a la destrucción corporativa del planeta, los creadores de “Planeta de los humanos” fueron aplastados por una red de activistas climáticos profesionales, inversores multimillonarios y expertos de la industria.

Ahora, con la campaña de Biden que promete una nueva avalancha de subsidios renovables y exenciones fiscales bajo los auspicios de un plan de energía “limpia”, el público no sabe a qué se apunta. Incluso si la ambiciosa agenda no logra generar ningún bien ambiental sustancial, promete a una clase creciente de inversionistas verdes otra oportunidad para hacerlo bien.




Fuente: Noticiasayr.blogspot.com