El dolor por la muerte de Maradona es coral, tiene muchos matices y se encarna en muchos cuerpos. Maradona es excusa y arma arrojadiza para practicar el desprecio y hacer alarde de superioridad moral entre nosotras.

Grafiti de Diego Maradona en el barrio de La Boca, ciudad de Buenos Aires.- Cadaverexquisito (Wikimedia Commons)
El 25N, d铆a en que se conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal a manos del dictador Trujillo, muri贸 Diego Armando Maradona. Una iron铆a, sin duda. Para las mujeres que han sido violentadas y para las que fueron violentadas por 茅l es, quiz谩s, un acto de justicia. Lo cierto es que de pronto se desat贸 una guerra en redes que saca a la luz las fisuras dentro del feminismo. Es l贸gico porque 芦El Feminismo禄, con may煤sculas, es propiedad privada de unas cuantas. Por otro lado, evidencia la falta de normalizaci贸n respecto a denunciar las violencias machistas sin importar qui茅nes las ejercen. Adem谩s, sirve para patentar la falta de interseccionalidad en nuestras pr谩cticas feministas, lo que no quiere decir que sean 鈥渕atices鈥 sino verdaderos ejes de opresi贸n/privilegios que se intersectan y que deben ser tematizados para, tal vez, poder superar muchas de las dicotom铆as que hacen casi imposible el encuentro entre feministas.
Es cuestionable que la muerte de Maradona sea motivo de luto nacional durante tres d铆as, es tambi茅n cuestionable que haya feministas que p煤blicamente expresen su dolor ante esa muerte, lo que no quiere decir que celebren su vida. Todo esto deber铆a estar ya superado, las denuncias de las violencias machistas deber铆an ser la base de la que todas partimos, un hecho inamovible. Sin embargo, seguimos excusando cuando se trata de personas importantes para nosotras o cercanas. Maradona era un hijo sano del patriarcado: mis贸gino, violento, maltratador, ped贸filo; como casi todos los hombres que desde la izquierda encumbramos. O como casi todos nuestros compa帽eros de militancia. Muchas veces denunciar las violencias machistas trae consigo que nos echen de los espacios activistas mixtos, porque, desafortunadamente son muchas las historias en las que alguna de nosotras ha denunciado violencia, maltrato o violaci贸n y se nos ha pedido (y no siempre amablemente) que abandonemos el espacio. Llegado el momento la consigna de 鈥渉ermana yo s铆 te creo鈥 solo vale si el agresor no es mi hermano, mi novio o mi amigo. Seamos un poco m谩s honestas y mir茅monos un poquito m谩s las pr谩cticas machistas que seguimos reproduciendo, dej茅monos de hipocres铆a y denunciemos tanto a Maradona como a nuestro mejor amigo. No es f谩cil y es muy doloroso, pero solo as铆 podremos tener un poco de coherencia, porque a d铆a de hoy yo no entiendo que haya compa帽eras denunciando a Maradona en las redes como un violentador mientras sostienen y defienden a maltratadores conocidos en sus entornos cercanos. El enemigo es el mismo y no se llama Maradona, se llama patriarcado. Es el patriarcado lo que hace que un chaval, venga de donde venga, haga lo que hizo Maradona: golpear, violentar y abusar. Esa es la masculinidad que han aprendido y no hay perd贸n que valga. Vamos a combatirla antes de acusar y cuestionar p煤blicamente a las compa帽eras feministas que, de alguna forma, se duelen por su muerte. Para poder escuchar hay que permitirles hablar. Preguntemos qu茅 es lo que las hace dolerse por la muerte de un hombre como Diego Armando Maradona.
En este mundo en el que la polarizaci贸n est谩 a la orden del d铆a, en los espacios feministas solo hay dos principios absolutos y siempre contrapuestos: no hay sitio para los matices ni para el di谩logo. No hay espacio para otras opiniones m谩s que las propias. Tenemos muchos ejemplo. Basta con pasarnos por Twitter y ver la virulencia de los ataques. Nos hemos comprado la falsa premisa de las verdades absolutas y la absurda idea de que somos nosotras quienes tenemos esa verdad y, con eso, hemos dinamitado todos los puentes que los feminismos llevaban construyendo desde hace d茅cadas. Es pasmosa la facilidad con la que nos atacamos entre feministas y, como no nos gusta desaprovechar la ocasi贸n, tengo la impresi贸n de que Maradona es excusa y arma arrojadiza para practicar el desprecio y hacer alarde de superioridad moral entre nosotras. Y, como me niego a reproducir estas formas patriarcales de enfrentarnos las unas contra las otras, quiero aprovechar la oportunidad para responder lo que no se ha preguntado: 驴Por qu茅 a muchas nos interpela la muerte de Maradona? No para excusarlo sino para entendernos como feministas un poco m谩s.
Una de mis imprescindibles, feminista como solo lo puede ser una migrante con tres hijos que lucha por su deseo bibollero y sale a las calles d铆a s铆 y d铆a tambi茅n, lloraba a mares hace un par de noches porque con ese hombre mor铆a una parte de su infancia. No lloraba por 茅l, lloraba por ella misma. Lloraba por todas las ni帽as y ni帽os de las barriadas pobres y pauperizadas que, gracias a personajes como Maradona, sue帽an con otra vida posible: 鈥淪i el Diego pudo yo tambi茅n鈥. Porque aunque no nos guste, la historia de la clase obrera, la vida de las y los trabajadores est谩 llena de historias aspiracionales, de sue帽os de movilidad social. El capitalismo es eso, carne de ca帽贸n, ej茅rcito de reserva que aspira alg煤n d铆a a llegar a ser 鈥渃lase media鈥. Poder comprarse un coche, una tele, una casa; mientras en el d铆a a d铆a no hay para comer. Maradona sali贸 del barro, como muchos otros deportistas han salido de las villas, las barriadas, las favelas. Aqu铆 cabr铆a preguntarnos tambi茅n qu茅 queremos decir cuando haciendo alarde de todo nuestro desprecio clasista decimos: 鈥淧ero si era un futbolista, no un m茅dico, 驴c贸mo se puede admirar as铆 a alguien que lo 煤nico que ha hecho es pegar a un bal贸n?鈥. Nos preguntamos esto porque tambi茅n entramos en esa l贸gica perversa que es la meritocracia. No, las y los chavales de la clase obrera no llegan a ser premio Nobel, porque ni siquiera llegan a terminar muchas veces la educaci贸n b谩sica. No todas tenemos las mismas oportunidades, incluso dir铆a que la gran mayor铆a empieza la carrera de la vida varios kil贸metros antes de la l铆nea de salida, empieza en n煤meros negativos. Pero resulta que el f煤tbol, a煤n siendo un deporte por muchos motivos despreciable, es un espacio de ascenso y movilidad social. Maradona es la muestra de ello, el 鈥渃abecita negra鈥 que sale del potrero para cabalgar el mundo. Se dir谩 que s贸lo la clase obrera podr铆a alzar al nivel de Dios a un tipo como Maradona, pero es igual o m谩s cuestionable tener a un explotador como Amancio Ortega como s铆mbolo nacional del 茅xito.
Llorar a Maradona es tambi茅n llorar por la historia del colonialismo, llorar por los argentinos muertos aquel 2 de abril de 1982, cuando la junta militar pretend铆a legitimar su sanguinario gobierno arrebat谩ndole las Malvinas al gobierno ingl茅s: 鈥淵a estamos ganando鈥, dec铆a la campa帽a del gobierno militar. En M茅xico, en 1986, el n煤mero 10 de la selecci贸n argentina, por un momento, le gan贸 la partida al Imperio, y eso, se帽oras, para nuestros cuerpos producto de la colonizaci贸n, es lo m谩s grande. Lo m谩s grande. No s茅 cu谩ntas veces he so帽ado con que M茅xico le gane a USA un partido de f煤tbol, sin yo ser una nacionalista furibunda. Esos dos goles son el s铆mbolo de una justicia social que nunca llega, de una deuda contra铆da hace m谩s de 500 a帽os sin ning煤n pagar茅 a la vista.
El dolor por la muerte de Maradona es coral, tiene muchos matices y se encarna en muchos cuerpos. Cuerpos vulnerados por el patriarcado, cuerpos vulnerados por hombres como el mismo Diego Armando. Cuerpos explotados por el capitalismo, lanzados a la miseria por despojo. Su muerte, quiz谩s m谩s a煤n que su vida, es un fen贸meno en el que entran en juego muchas variables y nuestra tarea como feministas, como feministas que pretendemos ser interseccionales, es salir de las perennes dicotom铆as de la modernidad europea, abandonar la lucha del conmigo o contra m铆. Seguir tendiendo puentes con las otras, escucharlas, intentar entender todos los nudos de las redes de poder y resistencia en las que estamos inmersas. Si mis amigas lloran a Maradona, si se duelen por su muerte, eso no las hace menos feministas; nuestras pr谩cticas pol铆ticas y nuestras vidas est谩n plagadas de contradicciones. Es ese nuestro feminismo. Somos feministas sudakas, barriobajeras, futboleras, arrabaleras, gordas, prietas; con formas sudakas de amar, de relacionarnos, de entender el mundo. Fuimos paridas en territorios ocupados, colonizados a pesar de las llamadas independencias, despreciadas una y mil veces por quienes hoy desprecian nuestras l谩grimas, que son cuestionadas por salir de nuestros pa铆ses.
Como feministas no podemos dejar pasar, ni mucho menos perdonar, las violencias que Maradona ejerci贸 contra las mujeres en vida, pero tampoco somos nadie para juzgar el dolor ni patrullar los sentires de las otras.
Sigue leyendo a Tatiana Romero:
De las muertas de Ju谩rez a las tres muertes de Marisela Escobedo
Del gueto de Venecia al de Madrid Sur. Siempre nos quedar谩 Varsovia
Fuente: Pikaramagazine.com