January 4, 2021
De parte de Portal Libertario OACA
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 Busco aquel extraño, entre las calles de los barrios,
calles solitarias de tormentos y fracasos,
donde el tiempo corre, velozmente a contrapasos
y el alma se margina, con esos aires zarrios.

Busco entre los olvidados y desvalorados,
al que tiende una mano, sin pedir intercambio,
y al que pide un abrazo, dándote solo a cambio,
la bondad, el cariño y la igualdad entre hermanos.

Busco en rincones, de los desolados paramos,
miro en el espejo, el reflejo mío agobiado,
pienso que no existes y ya me siento cansado,
tal vez nunca encontremos, aquello que buscamos.

Augusto Romero

por que el gaucho defiende
a veces lo que es suyo
pero también pudiendo
ayuda a los demás

“de pronto un refusilo que entró por una hendija disipó las tinieblas de aquella soledad sintiendo que decía la voz de mi conciencia que siempre el mejor precio lo tiene la verdad…”

Augusto Romero nació y creció en Jacinto Aráuz. Se reconoce a si mismo como un hombre andariego que, guiándose por sus impulsos de peregrinar, a sus 40 años decidió “hacer unas andanzas por el Uruguay”. Preparó tres caballos que le facilitó un amigo, y cargando con lo necesario, llegó a tierras entrerrianas. Su intención de cruzar al país vecino se vio frustrada por problemas aduaneros y por otros de salud, que lo obligaron a permanecer un tiempo más en Entre Ríos.
-Y el tiempo pasó… – dice Don Augusto mirando al cielo como buscando allí sus recuerdos.
En el ’92, en un campo sobre la ruta al Ñandubaysal, improvisó un rancho con algunas chapas y tarimas que unió con alambres. Ese precario rancho, que con suerte llega al metro y medio de altura es, hasta el día de hoy, su único refugio. Allí se lo puede encontrar, debajo de un espinillo abrazando a una guitarra, guasqueando o escribiendo coplas.”




Fuente: Portaloaca.com