Nadie sabe cómo pasó, pero no volvió,
mas no dudó en teñir tras de sí
hasta el último callejón,
exhibiendo sus heridas en tonos ocres
y su miedo color carbón.
Se marchó, y dejó huérfano a nuestro reloj,
convirtiendo el paso de los años
en minutos crueles que causan dolor,
sólo espero que no sea demasiado tarde
para a girar en otra dirección.
Ahora puedo entender tu gran desilusión
inocente, lo apostate todo al tiempo
mientras te destruíamos con resignación,
siempre es más fácil dignificar a un muerto
que luchar a contracorriente por su honor.
Caímos en la tela que el desarrollo tejió,
que a base de mentiras y materialismo
no duda en desmentir a gritos tu desaparición,
y aún sabiendo que no podemos sentirte
dice que te encuentras tras cada elección.
Hoy me uno al enemigo en tono burlón,
y despierto del eterno letargo
donde la protagonista ha sido la alienación,
para poder romper estos esquemas
y si te traigo de vuelta conmigo, mejor.
Quiero empezar a ver en otra gama de color,
a dejar de lamentar tu ausencia
en los rostros infantiles de esta generación,
a buscarte entre el vuelo de los gorriones
y el aroma de las flores de un balcón.
Ahora la esperanza está en mi interior
y creo haberte visto en mi camino,
porque solo puede ser fruto de tu intención
hacer crecer valientes flores dispuestas
a romper el pavimento sin ningún temor.
Un paso más cerca de encontrarte, libertad,
si me dejo guiar por tus migas de pan.
Irene
Fuente: Portaloaca.com