El 2 de diciembre de 2010, Joseph Blatter, presidente de la FIFA, anunció que el Mundial de Fútbol del año 2022 se organizaría en Qatar, un país sin apenas tradición deportiva y con temperatura prohibitivas durante los meses de verano, pero que tenía a su favor la capacidad de comprar voluntades gracias a una reserva inagotable de petrodólares.
Aquella decisión desencadenó en una investigación judicial liderada por los Estados Unidos, Francia y Suiza que destapó una trama de corrupción y sobornos en el seno del mayor organismo del fútbol internacional. Cinco años después y asolado por los escándalos, Blatter se vio obligado a dimitir, al igual que Michel Platini, presidente de la UEFA, y al que los investigadores señalan como el artífice que decantó la balanza en favor de la teocracia fundamentalista catarí.
Los nuevos dirigentes de la FIFA anunciaron entonces una renovación de las estructuras internas y una investigación independiente para aclarar posibles irregularidades, pero las buenas intenciones no pasaron del papel mojado, y a las evidencias de corrupción económica se han unido una cascada de denuncias relacionadas con la violación de los derechos humanos.
El primero en dar la voz de alarma fue Amnistía Internacional en un informe donde advierte de las condiciones de extrema precariedad que sufren los trabajadores migrantes llegados a Qatar como mano de obra barata para la construcción de los estadios. “Van con la esperanza de dar a sus familias una vida mejor, en lugar de eso, muchas personas regresan a casa sin un céntimo después de pasar meses persiguiendo sus salarios, sin apenas ayuda de los sistemas que que supone que les protegen”, asegura Stephen Cockburn, director adjunto de Asuntos Globales de la organización
Desde marzo de 2018, Amnistía Internacional ha seguido los casos de 2.000 personas empleadas por las corporaciones Hamton International, Hamad bin Khaled bin Hamad y United Cleaning, después de que dejaran de pagarles los sueldos durante varios meses y pusieran fin a sus contratos. Al menos 1.620 presentaron denuncias ante los ‘Comités para la Resolución de Conflictos Laborales’, introducidos en marzo de 2018 como parte de una serie de reformas aprobadas a instancia de la Organización Internacional del Trabajo, pero que se han mostrado incapaces de encontrar soluciones.
Amnistía Internacional ha seguido los casos de 2.000 trabajadores a los que dejaron de pagarles los sueldos durante varios meses
Miles de obreros han regresado a sus países sin cobrar el dinero que se les adeuda, rendidos ante la maraña burocrática que protege al explotador. Es el caso de Bijoy, un ciudadano de la India que tuvo que esperar tres meses para conseguir una cita con uno de estos pseudo comités de intermediación. Para entonces había decidido volver a casa, debido al mal estado de salud que padecía su padre. En lugar de recuperar los más de 13.000 riyales cataríes (3.750 dólares estadounidenses) que le debía Hamton International, Bijoy no tuvo más opción que aceptar tan sólo 1.000 riyales (275 dólares) y su billete de vuelta a India: “Supliqué al hermano del presidente que me diera al menos 4.000 riyales. Me dio 1.000 y el billete de avión. Tuve que olvidarme del dinero e irme. Opté por olvidarlo porque quería ver a mi padre”.
En octubre de 2018, la administración catarí anunció la puesta en marcha del ‘Fondo de Seguro y Apoyo a Trabajadores’ para hacer frente al pago de las indemnizaciones adeudadas, pero tres años después el fondo continúa sin financiación y los trabajadores sin cobrar.
Más de 6.500 operarios procedentes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka han muerto durante las obras de preparación para la Copa del Mundo de 2022
Peor suerte han corrido los más de 6.500 operarios procedentes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri Lanka que han muerto entre los amasijos de hierro de los grandes estadios que albergarán la cita mundialista, según un análisis elaborado por el periódico británico The Guardian en base a fuentes gubernamentales.
Los datos han sido facilitados por los países de procedencia de los fallecidos y revelan que una media de 12 personas han perdido la vida desde aquella noche de diciembre de 2020, cuando Blatter anunció con júbilo la sede que albergaría uno de los mayores eventos deportivos del planeta.
Fuente: Kamchatka.es