October 26, 2020
De parte de El Libertario
381 puntos de vista




Un@
de
la
revista

Planeta
Popular

(Mérida)

 

Comenzamos
a
cultivar
en
el
año
2010
siguiendo
desde
el
inicio
pautas
agroecológicas.
Creemos
firmemente
en
este
tipo
de
agricultura,
diversificada,
sin
venenos
ni
fertilizantes
químicos.
Lo
hacemos
en
busca
de
un
modelo
agrícola
sustentable
ambientalmente,
que
produzca
poco
impacto
sobre
el
ambiente
y
que
genere
productos
sanos
y
sabrosos.
Nos
guía
la
convicción
de
que
un
cambio
profundo
del
sistema
de
producción
de
alimentos
es
una
parte
importante
para
resolver
la
crisis
civilizatoria
que
vivimos.
No
nos
definimos
como
productor@s
orgánic@s
sino
agroecológic@s,
ya
que
este
último
término
incorpora
otras
dimensiones
como
la
producción
a
pequeña
escala,
la
valorización
de
las
semillas
ancestrales,
el
diseño
de
las
zonas
de
producción
como
áreas
con
valor
conservacionista.
El
término
orgánico
es
más
restringido
al
tipo
de
insumos
que
se
utilizan.





Nuestra
Isla

Tenemos
tres
sistemas
de
producción.
Uno
de
hortalizas
en
canteros,
otro
de
cereales
y
seudo-cereales
en
miniparcelas
y
el
tercero
de
conuco
o
bosque
comestible.
En
los
canteros
producimos
principalmente
lechugas
variadas,
escarolas,
rúcula,
cebollín,
vainitas,
remolacha,
perejil,
col
rizada,
berenjenas,
papas,
tomate
verde,
tomate,
maní,
pepino
hueco,
rábanos.
En
las
miniparcelas
producimos
amaranto,
trigo
sarraceno,
quinoa,
chía,
sorgo,
maíz,
varios
tipos
de
caraotas,
apio,
caña
de
azúcar.
En
el
conuco
tenemos
cambures,
café,
naranjas,
limones,
lulos,
chachafrutos,
guayabas,
aguacates.
Las
cantidades
son
variables
y
han
ido
en
aumento.
El
año
pasado
fueron
aproximadamente
6
t.
Este
año
la
meta
es
de
10
t.
Hemos
ido
aumentando
progresivamente
el
área
sembrada.
Esta
producción
se
distribuye
en
forma
más
o
menos
equitativa
entre
los
tres
sistemas
antes
descritos.


La
cantidad
de
trabajo
con
el
pasar
del
tiempo
en
una
finca
agroecológica

Es
de
esperar
que
a
medida
que
se
gana
experiencia
y
se
van
optimizando
los
procesos
todo
se
realizará
más
eficientemente
y
disminuirá
la
cantidad
de
trabajo
requerida.
El
uso
de
herramientas
apropiadas
ayuda
mucho
ese
sentido.
Por
ejemplo,
se
han
desarrollado,
para
deshierbar
manualmente,
una
serie
de
escardillas
muy
interesantes,
algunas
incluso
con
ruedas,
que
aumentan
considerablemente
la
eficiencia
y
reducen
el
tiempo
de
trabajo.
También
hay
pequeñas
máquinas
cosechadoras
que
son
de
gran
ayuda.
El
uso
de
un
buen
motocultor
también
reduce
el
tiempo
de
trabajo.
Sin
embargo,
este
tipo
de
herramientas
son
poco
accesibles
en
nuestra
realidad
venezolana,
aunque
algunas
pudieran
ser
adaptadas
y
fabricadas
aquí
mismo.
Entonces,
creo
que
sin
lugar
a
dudas
a
medida
que
se
adquiere
experiencia
el
trabajo
tiende
a
reducirse,
siempre
y
cuando
no
se
caiga
en
la
tentación
de
aumentar
el
área
cultivada.

También
influye
mucho
sobre
la
cantidad
de
trabajo
cuántos
insumos
se
preparen
en
la
finca
versus
los
que
se
adquieran
ya
preparados.
Por
ejemplo,
si
un@
compra
sustrato
de
vivero
ya
listo
es
mucho
menos
trabajo
que
prepararlo
un@mism@.
Igual
con
el
compost
o
los
diferentes
abonos
orgánicos.
Si
uno
compra
las
plántulas
es
menos
trabajo
que
cultivarlas
un@
mism@
en
vivero.
Igual
con
la
semilla.
Hay
que
analizar
qué
conviene
más
desde
el
punto
de
vista
económico
y
considerar
que
actualmente
muchos
de
estos
insumos
ya
no
se
consiguen
fácilmente.
Por
ejemplo,
nosotr@s
antes
comprábamos
el
sustrato
de
vivero,
luego
ya
no
lo
conseguimos
y
empezamos
a
prepararlo.
Antes
regabamos
con
motobomba
pero
ahora
se
ha
vuelto
muy
difícil
el
combustible
y
entonces
regamos
por
gravedad,
pero
esto
requiere
más
del
triple
del
tiempo.
Es
decir
que
hemos
ido
de
menos
trabajo
a
más
en
el
intento
de
producir
en
la
finca
insumos
que
son
caros
o
no
se
consiguen
más.
Sería
ciertamente
más
eficiente
adquirir
la
mayor
parte
de
los
insumos
a
productores
especializados
y
concentrarse
en
lo
que
de
por

es
ya
un
trabajo
complejo
que
es
cultivar
en
rotación
o
en
asociación
una
diversidad
de
rubros.
Por
otro
lado,
al
adquirir
insumos
en
vez
de
producirlos
se
pierde
autonomía.

Finalmente,
la
cantidad
de
trabajo
también
depende
de
lo
intensivo
que
sea
el
sistema
de
producción.
Por
ejemplo,
la
siembra
de
hortalizas
en
canteros
en
rotación
requiere
de
muchísimo
trabajo,
pero
la
siembra
de
cambures,
café,
cítricos,
aguacates,
en
un
sistema
tipo
conuco,
tiene
muchísimo
menos
trabajo.
Uno
puede
combinar
sistemas
de
producción
más
intensivos
con
otros
menos
intensivos
dependiendo
de
la
disponibilidad
de
mano
de
obra.


Las
semillas

Ese
es
un
tema
clave.
Muchos
productores
orgánicos,
sobre
todo
ubicados
en
otras
realidades
socio-económicas,
adquieren
sus
semillas
de
productores
especializados.
Hay
incluso
productores
locales
agroecológicos
especializados
en
semillas,
por
lo
que
no
es
necesario
o
incluso
es
altamente
desaconsejable
adquirirlas
a
las
grandes
transnacionales
semilleristas.

La
producción
de
semilla
es
un
trabajo
delicado.
Hay
que
seleccionar
los
mejores
individuos,
estar
pendiente
del
momento
idóneo
para
cosecharlos,
tener
cuidado
que
no
se
crucen
con
otras
variedades,
garantizar
que
las
semillas
no
porten
enfermedades,
limpiarlas,
guardarlas
en
condiciones
apropiadas.
Si
se
cultivan
muchos
rubros,
como
es
norma
en
las
fincas
agroecológicas,
estar
pendiente
de
hacer
todo
esto
para
cada
uno
es
muy
trabajoso.

Nosotras
producimos
algunas
de
nuestras
semillas
y
adquirimos
otras.
Producimos
por
ejemplo
las
de
amaranto,
quinoa,
caraota,
trigo
sarraceno,
tacón.
Compramos
las
de
col
rizada,
remolacha
o
lechuga.
Últimamente
hemos
comenzado
a
producir
estas
últimas
pues
traerlas
de
fuera
se
ha
vuelto
complicado.

Otra
opción
es
el
intercambio
de
semillas
entre
productores.
Esta
es
una
actividad
esencial
que
permite
ir
probando
otras
variedades.
Creo
que
más
de
la
mitad
de
los
rubros
que
tenemos
los
hemos
obtenido
por
intercambio.
Pero
esta
es
una
forma
de
ensemillarse,
luego
si
a
uno
le
gusta
la
variedad,
la
sigue
reproduciendo
en
la
finca.
Por
otro
lado,
algunas
especies
no
florean
en
las
condiciones
de
la
finca,
como
la
col
rizada,
por
lo
cual
no
se
puede
producir
sus
semillas
in
situ.
Pero
este
cultivar
si
florea
un
poco
más
arriba,
donde
las
temperaturas
son
más
bajas,
por
lo
cual
bastaría
que
un
productor
amigo
hiciera
el
trabajo.

El
disponer
de
bancos
de
semillas
a
nivel
local,
con
variedades
garantizadas
y
adaptadas
a
nuestras
condiciones,
es
algo
que
sería
de
mucha
ayuda
para
los
productores.
También
podría
visualizarse
que
en
una
asociación
de
productores,
cada
uno
fuera
responsable
de
producir
semillas
de
algunos
rubros
y
así
entre
todos
nos
dividiríamos
el
trabajo
y
tendríamos
nuestra
propia
semilla.


Hablando
de
retos

Podría
decir
que
el
principal
reto
es
manejar
un
sistema
complejo,
con
diferentes
modos
de
producción
y
más
de
30
rubros.
Se
requiere
mucha
organización
y
planificación
para
sembrar
de
forma
escalonada
tantos
cultivos
y
atender
las
necesidades
de
cada
uno.
Hay
que
ocuparse
del
riego,
el
abonado,
el
control
de
plagas
y
enfermedades,
la
fase
de
vivero,
la
siembra,
la
cosecha,
la
postcosecha,
la
distribución
de
los
rubros
a
los
consumidores.
Resolver
todo
el
tiempo
los
problemas
que
van
surgiendo,
optimizar
la
producción.
Es
un
trabajo
que,
aún
a
pequeña
escala,
requiere
una
dedicación
total,
con
poco
tiempo
para
el
descanso.
También
se
requieren
muchos
conocimientos
teóricos
y
prácticos
y
estar
investigando,
experimentando
continuamente.
Todos
los
días
surgen
nuevos
retos
y
hay
que
encontrar
soluciones,
hacer
ajustes,
probar
nuevas
prácticas.
Es
un
trabajo
exigente
pero
apasionante,
uno
no
se
aburre
pero
cada
día
se
acuesta
exhausto.

[Tomado
de
revista

Planeta
Popular

#
2,
Mérida,
octubre
2020.
Número
completo
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en

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Fuente: Periodicoellibertario.blogspot.com