[La secretaria general del sindicato Unite the Union*, Sharon Graham, expone su visión sobre el futuro de la izquierda: desde la reconstrucción del poder en los centros de trabajo hasta el establecimiento de nuevas alianzas internacionales para hacer frente a las empresas multinacionales.]
Hace tan solo un par de meses que fui elegida secretaria general de Unite. En este tiempo he comenzado a introducir los cambios que prometí. Unite participa en más conflictos colectivos que en cualquier periodo de su historia. He estado más con trabajadores y trabajadoras en huelga que con líderes de partidos. He reunido a representantes de varios sectores, como el transporte por carretera, para definir planes prácticos y responder a la patronal. Nuestras abogadas y abogados han comenzado a actuar en litigios en defensa de representantes sindicales de Unite, tanto si podemos ganar como si no. Y ahora contamos con una unidad de conflictos, que nos ayuda a reunir experiencias con el fin de apoyar mejor nuestra acción.
Pero también es cierto que en el corto periodo que llevo en el timón me he ido percatando de la magnitud real de la crisis a que se enfrenta el sindicalismo y la izquierda más amplia. El sindicalismo se halla en un momento crítico: la llama parpadea, pero no podemos escapar de la realidad. Los sindicatos simplemente brillan por su ausencia en muchos sectores de servicios y en algunos casos siguen anclados a estructuras anticuadas que bailan el agua a la patronal. Fuera del lugar de trabajo, muchas compañeras y compañeros permanecen particularmente embelesados con el restablecimiento de un proyecto político que no cuenta con ningún plan realista para revivir.
Para decirlo sin rodeos, es hora de afrontar los hechos. No existe ningún héroe de Westminster que venga a salvarnos. Hemos de hacerlo nosotras, antes de que sea demasiado tarde. Concretamente, hemos de construir poder popular y obrero. Con este fin, es importante que recordemos que la izquierda progresista es más que el parlamento y más que la dirección de un partido. A veces puede parecer que hayamos olvidado este hecho: olvidado que hubo un antes de Corbyn, y que la vía parlamentaria también tiene sus limitaciones; olvidado que aunque el poder público en un país es importante en sí mismo, en un mundo global que afronta una catástrofe climática también es del todo insuficiente.
Los tiempos han cambiado. La izquierda ha de reconocer una vez más que el poder se mueve a través de una miríada de trayectorias dentro de nuestro sistema económico global. Tanto el Estado como el ámbito local son cruciales, pero también lo es la esfera internacional y asimismo el lugar de trabajo. Incluso lo es la clase trabajadora. Nunca olvidemos esto. Hemos de ser suficientemente valientes para dejar las obviedades y pensar, porque las cuestiones centrales siguen ahí. ¿Qué tratamos de conseguir? ¿A qué nos enfrentamos? Y ¿qué necesitamos para cambiar las cosas?
Lo que quiero es ofrecer una oportunidad de reflexionar y comenzar de nuevo, por una vía diferente. Ante todo, quiero que empecemos a definir una nueva estrategia que esté a la altura de los retos a que nos enfrentamos: la catástrofe climática global, la automatización masiva del trabajo, nuevas ofensivas de austeridad y megapatronos envalentonados. ¿Por dónde empezamos?
Como sindicatos, nuestra prioridad debe ser volver a los lugares de trabajo y construir poder. Sin esta piedra angular, el diálogo político dentro de los sindicatos nunca dejará de ser eso: diálogo. Así que veamos en qué situación nos hallamos en el Reino Unido: con una inflación creciente y un mercado de trabajo menguante, nos encontramos en medio de otra crisis. En mi sindicato hemos pasado ahora a la acción en docenas de lugares de trabajo. He participado en piquetes junto con otras personas afiliadas y observo que existe un deseo real de ver cambios. Hemos de seguir construyendo esa confianza y mostrar a la clase trabajadora que como líderes estamos con ella, y no con el patrón ni el político. En algunas zonas, Unite consigue ahora aumentos regulares de los salarios reales, tras años de estancamiento. Todas las personas del sindicato saben en qué nos centramos. Esto es un recurso de por sí.
En [la empresa de autobuses de línea] Stagecoach demostramos que incluso cuando no existe un convenio nacional, es posible coordinar huelgas locales de varios lugares. Esto nos permitió maximizar nuestro poder y conseguir acuerdos mejores de lo que habría sido posible sin esa labor. ¿Es esto perfecto? No. ¿Un paso adelante? Sin duda. En todo el sector público hemos visto votaciones a favor de la acción en la educación superior, y ahora hay movimiento en las instituciones municipales y potencialmente en la sanidad pública.
Que nadie lo dude: dondequiera que representantes de Unite estén en condiciones de emprender la acción, lo harán. Cuando sea precisa la coordinación con otros sindicatos, moveré los hilos y trataré de que así sea. Hay terreno sobre el que podemos construir, no solo este año o el siguiente, sino a largo plazo; no solo oportunamente, sino de forma sistemática. En mi opinión, así es como se presenta el cambio real dentro de los sindicatos: construir poder para actuar, una y otra vez. Esta es una verdadera estrategia combativa. Por eso tenemos que plantear la reforma desde dentro y también emprender las luchas del día.
En muchos de nuestros sindicatos, y sin duda también en Unite, las estructuras se crearon hace un siglo para una economía y una época muy diferentes. En algunos casos, esas estructuras simplemente no pueden funcionar. A menudo ponemos barreras accidentales a la lucha contra malos patronos. Frente a ello, también organizo reuniones conjuntas con representantes sindicales de diversas empresas y distintos sectores. Si tu sindicato representa a plantillas de varios lugares que tienen un convenio local, pero al mismo patrón o la misma cadena de suministro, pueden actuar como una sola.
Esto implica también operar a escala internacional, juntando a representantes de todo el mundo que trabajan para la misma empresa. Al fin y al cabo, ¿quién tiene el poder, el director local en Lincolnshire o el director general en Detroit? Solo juntando a trabajadoras y trabajadores y haciendo frente a la patronal en pie de igualdad tendremos realmente alguna posibilidad de ganar. Y eso no podemos hacerlo sin un sindicalismo internacional, sin una lucha internacional.
Durante el proceso electoral hablé a menudo de la necesidad de que nuestro sindicato vuelva al lugar de trabajo. Para quienes no pueden ver el bosque a causa de los árboles, esto significaba el final de la política. Quiero dejar claro que esto no es cierto. Pero lo cierto es que la política no solo reside en Westminster y en las intrigas internas de un partido en un único país. La izquierda no puede ser un proyecto singular. Tiene que seguir todas las trayectorias. También podría haber utilizado la expresión “volver a la gente”.
Porque mientras a mi modo de ver el lugar de trabajo siempre será lo primero, hemos de implantarnos en comunidades si aspiramos a un cambio sostenible. Si queremos que la gente vea a la izquierda como la respuesta, entonces debemos comenzar a organizar a las personas, pacientemente y no mediante gestos simbólicos, sino gracias a la actividad cotidiana. ¿Qué entiendo por esto? Bueno, pienso en el almacén Unity de Hull, creado por el consejo sindical de la localidad y que está implantado en la comunidad suministrando alimentos a quienes los necesitan. Se basa en el principio de solidaridad, no de caridad. Es un ejemplo de sindicatos que llevan a cabo una labor práctica fuera del lugar de trabajo, una labor que la gente puede ver y tocar. Es más que simplemente hacer campaña a favor de una candidatura en periodo electoral. Es la clase de labor que genera confianza.
Asimismo, quisiera ver más cosas que la ayuda mutua. Veo posibilidades para la agitación, para la lucha, para campañas encaminadas a organizar a comunidades, a menudo encabezadas por personas que no se consideran de izquierda. Ahí es donde veo desarrollarse nuestra callada labor, y no tan solo en la política de Westminster; no en vez de la labor en el lugar de trabajo, sino paralelamente a la misma. Finalmente, creo que es hora de construir un movimiento y al mismo tiempo actuar en el momento. Es hora de volver al lugar de trabajo y a la gente, de pensar local y globalmente. Es la hora del cambio.
30/12/2020
Traducción: viento sur
* Unite the Union, comúnmente conocido como Unite, es un sindicato británico e irlandés que se formó el 1 de mayo de 2007 mediante la fusión de Amicus y el Transport and General Workers’ Union (TGWU). Unite es el segundo sindicato más grande del Reino Unido, con más de 1,4 millones de miembros en los sectores de la construcción, la fabricación, el transporte, la logística y otros. La secretaria general de Unite, Sharon Graham, fue elegida el 25 de agosto de 2021 con 46.696 votos (aproximadamente el 3% de la afiliación declarada de Unite), con una participación de 124.127 personas (aproximadamente el 9 % de la afiliación).
Fuente: Vientosur.info