Hay veces que las decisiones se tienen que tomar en las distancias cortas, cuando la sangre bulle y la seguridad del Estado intenta cumplir con su función, aunque siempre la cumplan con los mismos. El mitin convocado por Vox en la plaza Roja de Vallecas, histórico barrio obrero de la capital, ha terminado con cargas y carreras por las calles y jardines adyacentes.
El vecindario allí reunido multiplicaba por cuatro los simpatizantes ultraderechistas, llegando al millar de personas. No han parado de proferir cánticos antifascistas y de intentar responder, férreo cordón policial mediante, ante las constantes provocaciones de los partidarios de Vox.
El acto, permitido por el PSOE mediante la Delegación del Gobierno en Madrid, ha comenzado con identificaciones a aquellas personas sospechosas de no ser partidarias de Vox. Los que llevaban bandera de España, ya sea en la muñeca, mascarilla, funda de móvil, reloj o gorra, sí que podían pasar sin identificación previa.
Santiago Abascal ha reventado su propio acto al encararse con los vecinos congregados, momento en el que se han producido las primeras cargas como desencadenantes de los disturbios posteriores.
Las 18h era la hora señalada. Una convocatoria anónima llamaba a echar a la extrema derecha del barrio. Poco después, a las 19:30, debería haber empezado el mitin en la misma plaza Roja donde dos horas después se darían las últimas detenciones de los jóvenes que querían boicotear el acto de Vox.
Cada minuto que pasaba vecinos de Vallecas se acercaban a dicha plaza mientras algunos operarios montaban un pequeño escenario donde se ubicaría el atril. Cake Minuesa caldeó los ánimos con su presencia y tuvo que ser escoltado y defendido por la Policía Nacional. Una vecina aplaudía desde su ventana, en la que colgaba una pancarta en la que la “O” de Vox estaba dibujada con una mierda, y esa ha sido la única bandera que ha lucido impertérrita durante toda la tarde en el lugar.
Los simpatizantes de Vox lucían sus rojigualdas orgullosos y provocativos ante los antifascistas vallecanos, quienes con gestos les invitaban que se aproximaran. El cordón policial era esa frontera que separaba la chulería del centro de la plaza con la rabia de la periferia. Geografía política, al fin y al cabo.
Unos avanzaban y otros retrocedían al son de cascotes y porrazos hasta que los jóvenes antifascistas se empezaron a dispersar por la plaza
Todo eso pasó a segundo plano cuando el líder de la formación de extrema derecha se aproximó, superando sin ningún tipo de problema el cordón policial, a los allí congregados. Esta vez no bastó con mantenerles firme la mirada a los fascistas para que se fueran. Y el polvorín estalló: los antidisturbios cargaron contra los jóvenes que después responderían con el lanzamiento de piedras, envases y huevos a los agentes.
Poco antes de las 20:00 horas los jardines se convirtieron en el lugar indicado para que los agentes de la Policía Nacional cargaran sin ningún tipo de discreción. Tal es así que varios periodistas hemos resultado heridos mientras trabajábamos cubriendo la movilización. Sirvan estas líneas para mandar ese apoyo honesto que tan solo pueden sentir como tal los comunicadores que cuidan la profesión.
El mitin ya había comenzado, pero el discurso no estaba en el atril. Los antidisturbios se afanaban escudo y porra en mano de las arremetidas de las decenas de jóvenes que seguían respondiendo a aquellas primeras cargas provocadas por Santiago Abascal. La distancia era más corta que nunca. Unos avanzaban y otros retrocedían al son de cascotes y porrazos hasta que los jóvenes antifascistas se empezaron a dispersar por la plaza. Y si en algún momento la sangre bulle es cuando llegan las detenciones.
La primera: una menor que andaba camino del furgón policial gritando que le hacían daño en la muñeca y que era menor. Los últimos: pasadas las 21:30 horas, en las inmediaciones y ya de noche, cuando nadie quedaba por los alrededores. Fermín Grodira, el periodista que ha documentado esta escena, también ha sido objeto de golpes por parte de un agente antidisturbios, el mismo que después se ha negado a facilitarle el número de placa. Entre medias todo el calor de un barrio encendido que momentos antes coreaba “no pasarán”.
Mientras las decenas de jóvenes que han participado en los disturbios corrían plaza abajo, el atril de Vox soportaba las pisadas de aquellos que no planean volver a Vallecas por un tiempo. Comandados por Santiago Abascal, las arengas contra el comunismo y el Gobierno bolivariano de Pedro Sánchez han sido repetidas por Macarena Olona, Javier Ortega Smith y Rocía Monasterio, esta última candidata en las próximas elecciones del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid. Por unos momentos han podido tener la impresión de que la plaza, la calle, era suya, pero realmente estaban de espaldas a la realidad vallecana.
Y ha sido a sus espaldas donde cada uno ha jugado sus cartas. Vox, que ya había enseñado las suyas desde el momento de la convocatoria, frente a los antifascistas, quienes sabían que el árbitro solo iba a mirar sus jugadas. La baraja estaba rota y las reglas escritas desde hace mucho tiempo. Dos detenciones, como mínimo, han sido el resultado de la primera provocación de Santiago Abascal como consecuencia de la pitada que acallaba la voz que escupía la megafonía, lo que trajo un problema al líder de Vox: nadie le escuchaba.
Fuente: Elsaltodiario.com