October 28, 2022
De parte de Cultura Y Anarquismo
171 puntos de vista

Por doquier se libran batallas en
las que resuena está misma idea: el bosque no es un yacimiento de
biomasa, una zona de desarrollo futuro, una reserva de la biosfera ni un
sumidero de carbono; el bosque es un pueblo que se subleva, una defensa
que se organiza, imaginarios que se intensifican
”.

La
civilización occidental se ha construido, piedra a piedra, sobre las
cenizas de los bosques. Pero, además de ser devastados para obtener
materias primas, los bosques también han sido arrasados porque, desde
que hay memoria, fueron refugio de personas libres, herejes y
resistentes, de todos aquellos que no se dejan gobernar.

Hoy en
día, esa dinámica política y económica que sigue asolando las masas
arbóreas se denomina «ordenación territorial», pero debe entenderse como
una guerra de baja intensidad: contra los bosques, pero también contra
los animales y las comunidades humanas que los habitan. Y que los
defienden, muchas veces con su vida, pues no olvidemos que, más allá de
los bulldozers, los gases lacrimógenos y las pelotas de goma de nuestras
democracias, el asesinato de activistas medioambientales se ha
duplicado en la última década.

Para todas esos activistas, y para
la parte de la sociedad a la que representan, el bosque es asiento de la
comunidad, refugio temporal, lugar sagrado, amparo de lo salvaje. Por
ello los campesinos mexicanos de Guerrero llevan quince años luchando
contra la explotación industrial de aquel territorio; los tramperos del
pueblo cree, en Canadá, defienden el bosque boreal contra la
deforestación; los penan de Borneo se arman de cerbatanas contra las
compañías de palma aceitera; en Renania, la resistencia se organiza para
bloquear la extracción de lignito en uno de los últimos bosques
primarios de Europa; la ZAD de Notre-Dame-des-Landes se enfrenta al Estado francés y sus leyes, etc.

Porque
eso es lo único que hace esta época: gestionar. Gestiona los
ecosistemas, gestiona las poblaciones, gestiona los cuerpos, del mismo
modo que gestiona una red eléctrica, que gestiona una sala de control,
que gestiona una cabina de mandos.
[…] Desde tan arriba, a
través de los datos satelitales, ¿qué se ve? Desde luego, no las formas
de vida del bosque, ni la profusión de plantas ni la bulliciosa vida del
suelo. Si en los mitos había «signos» que traducían el mundo a gestos,
en las pantallas táctiles ya no hay más que «señales».

[…] Hay
lugares así, que cristalizan vínculos irreductibles, vínculos que no se
pueden traicionar. Habitarlos es también habitar una historia, con un
pasado insurrecto
”.

 

Autor: Jean-Baptiste Vidalou. 

Traducción: Silvia Moreno Parrado. 

Editorial Errata Naturae. 2020. 280 páginas

 




Fuente: Culturayanarquismo.blogspot.com