La carta al Rey y los whatsapp de un grupo de militares retirados, traen consigo a la actualidad una realidad que nunca se fue: el acatamiento de buena parte de los uniformados a las ideas franquistas.
El fascismo ganó la guerra y el dictador hizo unos cuerpos represivos a su imagen y semejanza. La transmisión de valores en Academias y prácticas fue implacable, sus números salieron jurando lealtad al régimen y éste no ha cambiado desde 1939, por tanto, siguen practicando las mismas lealtades,
Es cierto que en los años setenta un grupo de militares cuestionó esta situación, manteniendo una batalla sin cuartel y muy desigual contra un régimen que había decidido no inmolarse y sí maniobrar, con represión incluida, para que no se produjese ruptura alguna y que la misma clase dominante continuase en el poder. A lo peor de las cúpulas del ejército, la policía y la guardia civil les ayudó sin límite que el dictador nombrase sucesor al frente de la Jefatura del Estado, y que el paquete completo se incorporara a una Constitución que avalarían partidos supuestamente de izquierdas. La continuidad (ideológica) estuvo así garantizada. A partir de ahí, es fácil saber a quién toca reprimir y a quién proteger.
Fuente: Lahaine.org