La cultura de la cancelación… de la
libertad de expresión no será algo de lo que hablen los columnistas
canallitas, que con contentar al dueño de su imprenta ya van sobrados.
Pero eso es lo que hemos vivido desde el pasado viernes 19, un ataque
DDos (denegación de servicio [de internet] a través de la saturación mediante granjas
de bots [cuentas falsas] de peticiones, aparentemente legítimas, que hacen colapsar los
servidores), que según confirmaban a El Salto es del tipo L(ayer)7
y que tuvo como objetivo primeramente todos los contenidos con el tag [etiqueta]
“capitalismo” de varios medios ( múltiples peticiones a la url
[dirección] elsaltodiario.com/capitalismo) y más tarde se extendió a todo su
dominio: tanto medios de contrainformación como Kaosenlared o Arainfo y de comunicación como El Salto Diario o La Marea, pasando más tarde a centrarse hasta en la web de los compas de Nodo50,
proveedor de servicios que aloja todos estos proyectos, que arrojaba el
sábado un no muy hermoso error 504 [cuando un servidor no puede cargar una página que solicita recursos de otro servidor]. Si bien por momentos todos ellos
consiguieron a lo largo del sábado ir volviendo a subir sus webs, a los
pocos momentos un nuevo ataque les tiraba abajo sus kioskos o tiendas
digitales imposibilitando los sistemas de suscripción. Estamos más o
menos acostumbrados a la ciberpiratería y hasta muchos legos conocemos
el significado de un ataque DDos o los ransomwares [un tipo de malware que impide a los usuarios acceder a su sistema o a sus archivos personales] para
capturar sistemas de gestión de ciudades enteras a cambio de rescates
para no destruir la información en las bases de datos. Lo que no es tan
habitual es que los hackeos [ataques cibernéticos] estén dirigidos a pequeños medios en vez de a
grandes corporaciones o instituciones, ni mucho menos que todo ello
coincida en un 19-20N.
Los compas de Kaosenlared han
sufrido numerosos ataques informáticos a lo largo de los años debido a
sus publicaciones, ya fuera que tocasen algún tema como el palestino o
el saharaui, que suele levantar ampollas entre según que servicios de
inseguridad de las naciones que les oprimen. Por estos lares no somos
por desgracia tampoco ajenos a lo que ocurre cuando se habla del
genocidio armenio y a qué tipo de individuos/naciones solivianta. En
octubre una serie de ataques lograron tirar Kaosenlared de forma casi
definitiva, consiguieron con muchísimo esfuerzo volver a levantarla y
rediseñarla… sólo para ser de los primeros afectados este viernes 19
de un ataque brutal de denegación de servicio.
Si bien ya el domingo era posible acceder
tanto a Arainfo como Kaos o Nodo50, parte de La Marea y todo El Salto
Diario seguían afectados, ayer lunes. Nodo 50 seguía mitigando ataques y
todavía hoy el ataque sigue en marcha. Tanto la línea editorial de estos
medios como el tag escogido para la saturación o la fecha invita a
pensar en un ataque ideológico muy concreto.
Cuando pensamos en hacktivismo el
concepto es todo lo contrario a lo que hoy vemos: atacar al pez pequeño
con una buena cantidad de fondos para subcontratar y externalizar esas
labores, que los piratones de palo (en este caso nos negamos a hablar de
hacktivismo) puedan presumir con no mucho esfuerzo y no más pericia de
tumbar webs cuyo espíritu es precisamente anticapitalista y que no hacen
negocio con la información que comparten. Parece el mundo al revés,
pero si la ultraderecha asoma en cada tertulia, en cada programa de
“investigación”, en el Congreso o en nuestras calles mientras la
indignación se canaliza meramente a través de “No me gustas” online,
aquellos carentes de una movilización social real más allá de los grupos
de whatsapp se envalentonan y dan el siguiente paso. Como aviso a
navegantes no ha estado mal, si ya hace unos años que la Alt-Righ
[derecha extrema] estadounidense dio el paso de crear sus propias redes para compartir
contenidos supremacistas y poder financiarse cuando empezaron a ser
expulsados, tras muuuchos años de reticencia, de los sistemas de pago u
alojamiento más habituales (desde Paypal a Patreon pasando por Parler o
Gab o la creación de 8chan y posteriorme 8kun -al no prosperar en 4chan
tras alguno de sus rallys supremacistas como el que acabó con la vida de
Heather Heyes en Charlottesville-), nuestros Pepitos Frog particulares
empiezan a descubrir la externalización (concepto tan querido para los
neoliberales) para aquello que no pueden combatir dialécticamente: por
unos miles de euros siempre se puede subcontratar una buena granja de
bots. Es lo divertido de los adalides de la libertad de expresión, les
suele molestar cuando el resto la emplea para desmontar la falacia del mejor de los sistemas posibles. Y esta libertad de expresión fue uno de los motivos por los que, en principio, proyectos supremacistas conseguían hostings [sitios donde albergarse] a los que hoy día tienen mucho más difícil el acceso (como pudo ser el caso de Go Daddy).
En todo caso, la ultraderecha se mueve y
fija objetivos cada vez más cercanos. Si no les dejamos tomar las
calles, tampoco dejaremos que lo hagan con las redes.
NdR. Hemos optado por “traducir” entre corchetes ciertas expresiones que complican bastante la lectura del texto a los no iniciados en el mundo de internet. Toda nuestra solidaridad a los medios y proyectos atacados.
La apariencia como forma de lucha es un cáncer. El debate esta en la calle, la lucha cara a cara. Usándolo mal internet nos mata y encarcela. Piensa, actúa y rebelate. En las aceras está el campo de batalla.
Extraído de: https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/46917
Más info:
Fuente: Valladolorentodaspartes.blogspot.com