Reflexiones desde la Comunicación para el desarrollo
El
asesinato de las dos niñas en Yby Yau, por parte de agentes
estatales, parte como una operación comunicacional armada, levantada
como una cortina de humo para tapar el desastre pandémico y de paso,
seguir justificando la existencia de la FTC (Fuerza de Tarea
Conjunta, integrada por elementos de las fuerzas armadas, policía y
antidrogas). La cortina de humo resultó un desastre, un horrible
crimen, el hecho más horroroso que ha vivido Paraguay desde la caída
de Stroessner es este asesinato de las dos niñas de 11 años en Yby
Yau. Es tan terrible, tan horrendo, que no es algo que se vaya a
encaminar pronto. El horror del crimen reside en que sus víctimas
son niñas y que sus perpetradores son agentes estatales que están
siendo protegidos, cuidados, escondidos por todo el aparato del
Estado colorado. No superaremos esto rápidamente porque es un hecho
que nos conmocionó tajantemente, tanto a quienes tratan de
justificar lo injustificable como a quienes tienen el corazón en
llanto por lo nefando del hecho.
La
operación en Yby Yau tenía pór objetivo desviar la atención de la
masacre Covid en Paraguay. Mataron a dos niñas porque en la cultura
colorada las mujeres, niñas, adolescentes o adultas, son
desechables. Eso es lo que pasó en Yby Yau pero fue tal el desastre
por el asesinato de dos niñas a manos de la FTC que todo el gobierno
tuvo que salir a defender, ocultar y mentir respecto al crimen, desde
Villamayor hasta el cuidacoches del ministerio de la niñez.
Mintieron, mienten. mienten mal y siguen mintiendo.
El sábado
5 de septiembre un grupo de personas autoconvocadas se manifestó, de
luto, por verdad y justicia para el asesinato de las dos niñas. Esa
tarde, al concluir la manifestación la prensa informa que el forense
Lemir admite que la edad de las niñas era de once años. Si no es
por la presión que se hizo en redes, en prensa, derechos humanos,
diplomática y hoy, en la calle, en el Panteón, por gente que superó
el miedo, el impresentable de Lemir no hubiese recibido la orden de
admitir que las niñas asesinadas, eran niñas, de once años.
Los
pueblos expresan de forma rápida, clara y fuerte simbólicamente sus
dolores y sus miedos, del modo y lugar que pueden. Miren como la
ciudad se llenó de coronas de flores a propósito de las dos niñas
ejecutadas extrajudicialmente. Y aunque digan que no, que es por otra
cosa, o por todo lo contrario, todas esas coronas de flores que
inundan Asunción son por dos niñas, asesinadas por el Estado
colorado.
El
asesinato de las dos niñas por el Estado colorado destapó un montón
de rabia, tristeza, miedo, en fin, emociones contenidas, más aún
con esta pandemia, y la gente está soltando todo eso del modo que
puede, principalmente hablando (incluso por redes sociales), de hecho
la manifestación de las chicas en el Panteón fue expresión de eso
y permitió que el hablar se siguiera desatando y no como dicen los
comunicólogos “que se desviara el tema”.
Ese
crimen es tan espantoso que no hay forma de salir de él, más que
cuándo dé todo de sí. Las coronas fúnebres, todo, todo habla de
ellas, Y ahora mismo hay que dejarse llevar. Por suerte lo del juicio
contra Aurora le ha permitido a mucha gente dejarse llevar,
manifestarse, expresarse
Por ello
no nos quedemos en una comunicación estática, simplona, binaria. La
gente habla, de las cosas terribles, sin mencionar las cosas
terribles. En EEU, por ejemplo, no dicen “se murió” dicen
“se fue”. Cuando en estos días hablaban de banderas,
cuando ponían coronas, cuando “desviaban el tema” estaban
hablando de lo que no se puede decir, unos defendiendo el crimen,
otros condenando el crimen y otras sufriendo por las niñas. Es por
ello que todos los simbolismos llevan a las muertes de las niñas y
hablan de ella: las coronas fúnebres, la “bandera”
ennegrecida de humo y ceniza, el mismo “Panteón”. Ese
gesto de las chicas, la manifestación y el pendón chamuscado forzó
a que todo el mundo saliera del silencio y hablara metafórica y
simbólicamente –y al mismo tiempo- directamente, del asesinato de
Yby Yau. En ese hablar se dieron al menos tres posiciones: la
representada por quienes aplaudieron que se quemase el pendón y que
dice “no vale la pena una sociedad que asesina niñas y avala el
asesinato, hay que romper con esto y empezar algo nuevo, libre de la
herencia de crímenes”; una segunda posición es la de quienes
dicen “no es la forma” y que viene a representar un “es
terrible, pero no vamos a destruir esta sociedad, solo vamos a
arreglar una cosita acá y allá, porque queremos dirigirla nosotros,
que somos mejores personas” y una tercera que detrás de “el
panteón no se toca” viene a decir “somos los dueños,
asesinamos y no se nos puede criticar ni tocar este cerco de coronas
es para protegernos a nosotros de los efectos de nuestros propios
crímenes”.
Pelao
Carvallo 9 de septiembre de 2020
Fuente: Ramalc.org