July 31, 2022
De parte de Periodico Anarquia
774 puntos de vista

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1.- La crisis como engranaje institucional.

Los 20 a帽os de la crisis econ贸mica uruguaya del 2002 nos interpela a quienes queremos transformar la sociedad en general, y a quienes buscamos alternativas desde una perspectiva an谩rquica en particular, a analizar los ciclos econ贸micos y pol铆ticos en perspectiva.

La crisis del 2002 evidencia, tanto los l铆mites de la organizaci贸n capitalista en constante tensi贸n con el bienestar de la poblaci贸n, como la complicidad de todos los sectores pol铆ticos de izquierda y derecha, con el sostenimiento de las estructuras pol铆ticas que lo garantizan.

El sistema pol铆tico, que ante el amparo log铆stico y econ贸mico de EEUU logr贸 vencer la amenaza revolucionaria de las d茅cadas de 1960 y 1970, a sangre y fuego, mediante las dictaduras c铆vico militares, no logr贸 (ni pretendi贸) solucionar el conflicto econ贸mico que les dio raz贸n de ser.
El auge neoliberal de los 90 que promet铆a mucho y ofrec铆a poco, trajo la falsa ilusi贸n de que los pa铆ses dependientes emerger铆an como econom铆as primermundistas.
Hac铆a finales de la d茅cada de los 90 y principios de la del 2000 la regi贸n es un polvor铆n, la econom铆a de varios pa铆ses latinoamericanos colapsa. Tras el desplome de Brasil y M茅xico van cayendo como piezas de domino varias otras. El quiebre econ贸mico genera crisis social y se suceden levantamientos populares en Argentina, Ecuador, Paraguay, Per煤 y Bolivia.

La crisis se presenta como la consecuencia inevitable de la din谩mica institucional que garantiza el saqueo sistem谩tico de una clase privilegiada sobre el grueso de la poblaci贸n.
Ya en 1968, Jorge Batlle, presidente durante la crisis de 2002, fue el principal acusado de favorecer a los grupos econ贸micos por la devaluaci贸n monetaria impuesta desde el gobierno. La familia Peirano, que integraba cargos gubernamentales previo a la dictadura, ya hab铆a sido procesada penalmente en 1973 por fraudes bancarios similares a los que realizaron 2002. En 1983, la dictadura c铆vico militar respald贸, al igual que en 2002, a los bancos privados con fondos p煤blicos. La crisis de 2002 es entonces, la continuidad de las mismas pr谩cticas institucionales, y hasta de los mismos protagonistas.

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Cuando en febrero de 2002 el Banco Galicia quiebra por tener sus reservas en Argentina, se acelera una corrida bancaria, que implic贸, solo entre mayo y junio, el retiro del 40% los fondos existentes. Varios legisladores del del Partido Colorado, accediendo a informaci贸n privilegiada retiraron sus dep贸sitos bancarios, demostrando que en la democracia capitalista el inter茅s personal est谩 por encima de los intereses de la poblaci贸n que dicen representar.
El vaciamiento de los bancos Montevideo y Comercial por parte de los grupos econ贸micos de las familias Peirano y Rohm, se explica, a su vez, por sus estrechos v铆nculos con las instituciones pol铆ticas y los jerarcas del gobierno.
Cuando gobierno inyect贸 decenas de millones de d贸lares en los bancos del grupo Peirano para evitar su quiebre, 茅stos fueron literalmente robados, y transferidos al exterior, calcul谩ndose la estafa en unos 800 millones de d贸lares.
La creciente fuga de capitales de las entidades bancarias auguraba una pronta y catastr贸fica crisis financiera de dif铆cil soluci贸n. El decreto del feriado bancario por parte del presidente Batlle el martes 30 de julio evidencio ante la opini贸n publica que la situaci贸n estaba fuera de control.

2.- La crisis como problema social.

En oposici贸n al saqueo institucional, el movimiento social ven铆a generando respuestas colectivas a la creciente implantaci贸n de la econom铆a neo-liberal. La ocupaci贸n de Cristaler铆as, del supermercado El Cine en el Cerro o la mutualista MIDU, entre tantas otras, los a帽os previos, concentraba la solidaridad de los sectores mas inquietos de la sociedad, y daban cuenta de una pr谩ctica que aunque insuficiente y poco desafiante, sosten铆a la lucha social como una alternativa real.

El estallido social de diciembre en Argentina, hab铆a mostrado el alcance de la movilizaci贸n social, y su capacidad de desafiar a los gobiernos, garantes del despojo econ贸mico. La consolidaci贸n de violentos piquetes, el combate callejero contra las fuerzas represivas, y el rechazo de las alternativas partidarias que pretend铆an canalizar electoralmente el conflicto, se afianzaron junto a las asambleas barriales y ocupaciones que impulsaron alternativas de autogesti贸n, poniendo en jaque al Estado durante semanas y provocando la ca铆da de 5 presidentes en 11 d铆as.

Meses despu茅s, m谩s all谩 de relatos y estad铆sticas, la crisis se instalaba en el Uruguay y se padec铆a en la calle. El vertiginoso y abrupto aumento de precios de los productos de primera necesidad, como harina, frutas y verduras que triplicaron su valor en pocos d铆as. Los supermercados variaban el precio de los productos minuto a minuto seg煤n la acelerada alza en la cotizaci贸n del d贸lar. La creciente desocupaci贸n se generaliz贸. La cruda inequidad del sistema capitalista y la evidente complicidad de la clase pol铆tica con los grupos econ贸micos de poder ensancharon la brecha entre la gente com煤n que experiment贸 una falta total de perspectiva de futuro, y los sectores de poder que jam谩s sintieron la falta de alimentos o insumos para sus familias.

El desplome de la econom铆a local por las l贸gicas del mercado, junto a el inocultable robo de los grupos econ贸micos amparados por el Estado, eran tierra f茅rtil para la irrupci贸n de una alternativa revolucionaria.
Pero los grupos de intenci贸n revolucionaria existentes, de distintas ideolog铆as, diseminados en diversas organizaciones sociales y sindicales, (que conviv铆an con la militancia frenteamplista reacia a todo tipo de tensi贸n antisit茅mica), no parecen haber tenido una proyecci贸n que ofreciera una v铆a revolucionaria articulada.
Tras el colapso del sistema financiero oficializado en el feriado bancario del martes 30 de julio, al dia siguiente se producen algunos saqueos a locales comerciales. Los mas resonados fueron el supermercado ubicado en Agraciada a la altura de San Mart铆n donde resultaron unas 10 personas detenidas y en Aparicio Saravia y Lecoq, el cual deriv贸 en un violento foco de conflicto entre las fuerzas de choque y lxs vecinxs de la zona que se extendi贸 durante toda la noche.
Los saqueos irrumpieron como una pr谩ctica de acci贸n directa aparentemente espontanea que revindicaba el derecho de la poblaci贸n a acceder a los alimentos y productos de necesidad. Los medios de desinformaci贸n pretend铆an deslegitimar los mismos argumentando que se robaban productos de alto valor comercial y no solo alimentos, desconociendo absurdamente el valor de cambio de dichos productos o el derecho al placer de quienes arriesgan su vida y libertad ejerciendo la acci贸n.
Al d铆a siguiente, se contaron unos 30 saqueos que parec铆an mostrar la expansi贸n de la medida.
Sin bien el accionar individual de compa帽erxs es innegable, no pueden explicarse los mismos como una t谩ctica ofensiva planificada para enfrentar la crisis.
Al d铆a siguiente, desde el Ministerio del Interior se propaga el falso rumor de que los saqueos se estaban expandiendo, imponiendo el temor generalizado y fomentando el cierre de todos los locales comerciales.

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El cese abrupto de la realizaci贸n de saqueos puede explicarse tanto por la represi贸n y r谩pida condena con prisi贸n de algunxs participantes, como tambi茅n por la supuesta permisividad de las fuerzas policiales los d铆as 30 y 31, en una primera instancia, para justificar e imponer un estado de conmoci贸n social el d铆a viernes 2, cuando las fuerzas policiales ocuparon la ciudad, bajo la vigilancia 谩rea de un novedoso helic贸ptero policial y la aplicaci贸n generalizada de razzias que prohib铆an la presencia de todo agrupamiento de personas que permaneciera en la calle.

Esta situaci贸n excepcional, justificada en los incidentes de los d铆as previos, pero impuesta desde el aparato policial con el apoyo de los medios de comunicaci贸n garantizaba las extremas medidas econ贸micas que el gobierno realiz贸, con la complicidad de todo el sistema pol铆tico parlamentario de izquierda y derecha, para recibir del FMI varios millones de d贸lares que junto a imposici贸n de determinadas pol铆ticas econ贸micas pusieran a salvo la estructura econ贸mica que sustenta del despojo capitalista.

Desde la 贸ptica anarquista, la crisis evidenciaba la injusticia del sistema econ贸mico capitalista y la farsa de su estructura pol铆tica democr谩tica, donde entre amigos se cuidaban los millones en desprecio de la poblaci贸n.
Si bien la apremiante situaci贸n de hambre y problemas econ贸micos potenciaron la autogesti贸n y la auto organizaci贸n social desde las ollas populares, huertas comunitarias y los clubes del trueque que permit铆an el intercambio de bienes y servicios sin necesidad del dinero, la falta de una r谩pida articulaci贸n de las practicas de acci贸n directa evidenci贸 la importancia de un proyecto insurreccional a mediano o largo plazo.

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3.- La crisis como grieta revolucionaria.

La crisis evidenci贸 la imprescindible necesidad de transformar los conflictos sociales en respuestas colectivas. D铆as despu茅s, el conflicto estudiantil se intensific贸 y las ocupaciones de diversos centros de estudio cont贸 con una minoritaria pero activa militancia anarquista que busc贸 potenciar las tensiones existentes. La manifestaci贸n estudiantil del 14 de agosto evidenci贸 que la tensi贸n social iba en aumento, cuando al llegar al palacio legislativo el fuego y el ataque a los efectivos policiales se impusieron. La prensa relat贸 como 鈥渓a acci贸n de un grupo que con la cara tapada incendi贸 una bandera de EEUU y apedre贸 sin justificaci贸n el Palacio Legislativo y a la polic铆a tom贸 por 鈥渟orpresa鈥 al sistema de seguridad policial鈥.
La actuaci贸n de algunos legisladores de izquierda simboliz贸 el rol de la fuerza pol铆tica en el conflicto social, cuando tras el apedreo de las oficinas parlamentarias algunos de 茅stos junto a dirigentes de FEUU intentaron sin 茅xito contener a los manifestantes.

La crisis de 2002 a la vez que catapult贸 a la izquierda pol铆tica hacia el poder, demostr贸 cual era su rol en el juego de la democracia capitalista. Ya no se trataba de transformar la sociedad de una forma pacifica e institucional, sino de hacer de muro de contenci贸n (expresi贸n utilizada por Mujica) ante las protestas sociales para encauzarlas dentro de la institucionalidad democr谩tica.
La alianza entre sectores de izquierda con sectores reaccionarios del agro, plasmada en la Concertaci贸n para el Crecimiento (teniendo como uno de sus referentes al empresario Hugo Manini R铆os, fundador de la fascista JUP y hermano del actual l铆der de Cabildo Abierto), fue por su alcance de contenci贸n, articulaci贸n y carga simb贸lica, la muestra tangible de su papel amortiguador.

A pesar de eso, la lucha social se intensific贸, en los barrios, en las ollas, en las calles. Se realizaron varios caceroleos, cortes de calle, escraches que evidenciaron la violenta tensi贸n del momento. El 20 de Setiembre, m谩s de dos mil personas de diversas organizaciones sociales y gremios en conflicto desbordaron el cord贸n policial para paralizar totalmente el trafico de ingreso y salida de la Ciudad Vieja, centro financiero y comercial de la ciudad, confluyendo en la acci贸n grupos reformistas, revolucionarios de izquierda y anarquistas.
La creciente agitaci贸n implic贸 la constante represi贸n de un sistema deslegitimado socialmente. La radio comunitaria El Quijote FM del barrio Pe帽arol, se帽alada por el poder como instigadora de los saqueos fue asaltada y allanada por decir al aire que 鈥渟i el hambre es ley, el saqueo es justicia.鈥 D铆as despu茅s eran allanadas La Voz FM y Germinal FM, todas con fuerte presencia anarquista. El conflicto estudiantil implic贸 varias ocupaciones de centros educativos y deriv贸 en el violentos desalojos en los liceos Miranda y 11 del Cerro el 29 de setiembre.

La lucha por la libertad de lxs presxs tambi茅n tuvo una fuerte impronta libertaria desde la Asamblea Solidaria, la cual cont贸 con la incansable lucha anticarcelaria del Negro Ferrujo y Goy Fonseca, quienes junto a distintos ateneos, colectivos libertarios y familiares de presxs impulsaron la lucha por la libertad de 鈥渓os presos del hambre鈥 condenados por los saqueos, logrando la liberaci贸n de todxs, y la constante denuncia del sistema carcelario como forma de tortura legalizada.

Mientras lxs anarquistas nucleadxs en organizaciones espec铆ficas redoblaron su militancia barrial y sindical en sus lugares de referencia, otrxs, desde pr谩cticas informales, nucleados desde la afinidad, reconocieron en la crisis la necesidad de desarrollar una lucha ofensiva 谩gil y efectiva que junto a una agitaci贸n permanente impulsara una proyecci贸n insurreccional a corto, mediano y largo plazo.

El estallido de la crisis demostr贸 la necesidad de proyectos antisistemicos que disputen la legitimidad del poder pol铆tico y econ贸mico proponiendo alternativas colectivas reales en el corto plazo. Siendo el desarrollo sostenido de pr谩cticas insurgentes en tiempos de estabilidad capitalista lo que posibilita la consolidaci贸n de rupturas estructurales, cuando el sistema tambalea por sus propias contradicciones.
Es entonces la tarea del presente, la pr谩ctica desafiante de hoy la que posibilita la expansi贸n colectiva de practicas antisistemicas que enfrenten con 茅xito el poder represivo de los gobiernos para socializar la riqueza econ贸mica que solo disfrutan los privilegiados.

鈥淟a clave es el m茅todo, la clave es la oportunidad del momento. Como nunca antes, quienes hemos sostenido como columnas vertebrales de la practica pol铆tica la horizontalidad, la participaci贸n, la acci贸n directa, tenemos la oportunidad de demostrar las enormes posibilidades que estos postulados ofrecen.鈥
Barrikada N掳27, Montevideo, Agosto 2002.

鈥淟a necesaria e imprescindible solidaridad de los que luchan, para que no se desangren solos, esa herramienta para potenciar al conjunto, parece ser la 煤nica llave para un futuro distinto.鈥
Lucha Libertaria N掳12 Abril 2003.

鈥淧roponer la acci贸n, la protesta, la contestaci贸n (鈥) como algo vivo, modificable en su desarrollo. (鈥) Simplemente organizamos nuestra rabia. No somos una organizaci贸n, estamos organizadxs. La destreza estar铆a como conjugar nuestros deseos de la forma m谩s da帽ina contra lo que queremos destruir (鈥) No queremos el mejoramiento del sistema, ni su administraci贸n, queremos sepultarlo junto a sus cimientos.鈥
Aullidos para la Guerra N掳1. Montevideo, Oto帽o 2003.

P.M. / O.




Fuente: Periodicoanarquia.wordpress.com