“Los esfuerzos de los grupos de presión de la industria armamentística son especialmente insidiosos. En un año cualquiera emplea a unos 700 lobistas, más de uno por cada miembro del Congreso (de los Estados Unidos). Una investigación realizada en 2018 por el Project On Government Oversight (Proyecto de Supervisión Gubernamental) descubrió que, en la década anterior, 380 funcionarios de alto rango del Pentágono y oficiales militares se habían convertido en lobistas, miembros de juntas directivas, ejecutivos o consultores de contratistas de armas a los dos años de dejar sus trabajos en el gobierno.” Y aún más preocupante para el funcionamiento de la democracia es el siniestro hecho de que, en palabras de Dan Auble, ’las empresas de defensa gastan millones cada año en hacer lobby a los políticos y en hacer donaciones a sus campañas. En las dos últimas décadas, su amplia red de grupos de presión y donantes ha destinado 285 millones de dólares en contribuciones a las campañas y 2.500 millones de dólares en gastos de presión para influir en la política de defensa’.”
Del artículo The Military-Industrial Complex Needs Perpetual Confrontation (El complejo militar-industrial necesita confrontación perpetua), publicado por Brian Cloughley el 19 de noviembre en www.counterpunch.org
https://www.counterpunch.org/2021/1…
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Fuente: Grupotortuga.com